Por: Brisa Granados/ Foto: PhotoAMC
Cualquiera que haya echado un vistazo al trabajo de Emmanuel “Chivo” Lubezki seguro ha cambiado su forma de ver cine. Puede decirse que es como un antes y después del “Chivo”. En las imágenes del cineasta resalta asombrosamente la luz natural, las texturas tridimensionales y se evidencian hasta los poros más cerrados en la piel de los personajes retratados. Es como si uno realmente pudiera estar ahí; en el El renacido el espectador puede sentirse dentro de una batalla campal, estremecerse por la sangre y hasta olerla. El “Chivo” logra que la magia del cine vuelva a ser mágica.
El Chivo estudió la secundaria en el Centro Activo Freire, escuela experimental fundada por Jorge Martínez “El Chale” y Aurelio Fernández, exintegrantes del movimiento estudiantil del 68, con una ideología de izquierda, vinculada a la filosofía marxista, (ahí también estudiaron los actores Daniel Giménez Cacho y Diego Luna). Desde entonces se le veía con una cámara réflex por todas partes, y tocaba el bajo en la banda llamada Las aves de rapiña, soñaba con ser un rock star.
Lubezki inició la carrera de historia en la facultad de filosofía y letras de la UNAM, pero acabó graduándose en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM.
En sus inicios fue reconocido con la presea más importante para el cine en México: el premio Ariel, por su participación en Como agua para chocolate, Miroslava y Ámbar. Es el mexicano como mayor número de nominaciones al premio Óscar, ocho para ser exactos, por producciones como: La princesita, Sleepy Hollow, The New World, Children of Men, The Tree of Life, Gravedad, Birdman y El Renacido. Estas últimas tres las ganó al hilo.
Como productor trabajó en El asesinato de Richard Nixon (2004); como productor asociado en Camino largo a Tijuana (1991) y Caifanes (1990). También dirigió Caifanes (1990); fue ayudante de producción en Gaby, una historia verdadera (1986), Marlena en la pared (1986) y Ejercicio de 2º año (1985).
Emmanuel “El Chivo” Lubezki se considera un artesano de la fotografía, los fotógrafos encuentran en él una gran inspiración y los cineastas una nueva oportunidad para dar magia a sus historias dentro. Alejandro González Iñárritu lo describe como un maestro de la luz.