Por: Nat Rivera
Ivo es un niño de ocho años, que ama la palabra corcholata, odia el chayote, le gusta el olor a crayola, pero a veces se siente solo, se aburre y tiene miedo. ¿Qué hace un niño para aprender a lidiar con estas emociones?
La infancia representa la etapa en la que todo ser humano adquiere las herramientas, o no, para hacer frente a las emociones que lo inundarán el resto de la vida; de ahí el dicho “infancia es destino”. Conforme crecemos, alimentamos tanto nuestras debilidades como nuestras fortalezas. Así, Brenda Legorreta y Elsie Portes, las creadoras de Ivo, decidieron dotar a su personaje con una imaginación desenfrenada. Ivo recorre la ciudad y encuentra formas en las cosas, cualidad heredada de Brenda: “De niña podía pasar horas encontrando imágenes en las nubes o en los mosaicos de la casa. Me gustaba imaginar… la verdad es que tengo miopía. El día que usé lentes me di cuenta de que el mundo era distinto”.
Mediante la imaginación Ivo llena su mundo de seres fantásticos que lo acompañan y lo divierten, y a la par también crecen sus miedos. Sin embargo, por medio de la escritura descubre que, a veces, lo que más te asusta vive dentro de ti y entre más rápido hagas las paces con tu monstruo interno, más libre serás. Eso aprendió Elsie de Ivo: “Ver el libro publicado me obliga a preguntarme dónde estaba el límite. Llegamos más lejos de lo que pensábamos pero descubrimos que estábamos más preparadas de lo que creíamos. ¿De cuántas cosas nos privamos por considerar que no estamos listos?”.
Eso lo aprendió de un libro infantil, por eso aquí vale la pregunta que lanzó el autor portugués José Saramago en La flor más grande del mundo: “Si los libros para niños fueran obligatorios para adultos, ¿seríamos capaces de aprender lo que desde hace tanto venimos enseñando?”.
Los libros están disponibles en librerías como Gandhi, El Sótano, Fondo de Cultura Económica y El Péndulo.
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