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Apuesta al olvido: periodistas asesinados

Por: Redacción CENTRAL 08 julio 2017 • 5 minutos de lectura

Los periodistas debemos buscar la noticia, no serla, pero en México esta premisa dejó de cumplirse hace varios años. Reporteros Sin Fronteras ubico a nuestro país como el tercero más letal para ejercer esta profesión, sólo después de Siria y Afganistán

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A finales de mayo, periodistas de Chiapas se reúnen en el Museo de la Ciudad de Tuxtla Gutiérrez, donde hablan sobre los riesgos de la cobertura y la libertad de expresión en el sureste de México.
Periodistas

Por: Olivia Zerón*

A pesar de la gravedad del fenómeno, la mayoría de las veces las historias sobre homicidios, amenazas o agresiones contra informadores se difumina en la vorágine de acontecimientos violentos que se reportan a diario. Difícilmente nos detenemos a pensar que cada que un periodista es asesinado o silenciado nuestros derechos como ciudadanos se deterioran, pues no hay democracia que funcione correctamente sin un libre ejercicio de la prensa.

“Se atenta contra varios derechos. Primero, el de la vida, que es el más grave. Pero no sólo se atenta contra una persona, sino que se le quita el derecho a la libertad de expresión”, explica Jesús Salas, un joven reportero de Chihuahua, excompañero de Miroslava Breach, asesinada el pasado 23 de marzo afuera de su casa en Ciudad Juárez, cuando esperaba a su hijo para llevarlo a la escuela. “También se afecta la libertad de información […] porque a través de un periodista tú puedes conocer cosas, hacerte una manera de pensar y tomar decisiones. No es que importe más que otra persona, sino que se termina con varios derechos que la gente tiene”, añadió.

En Chihuahua, y en particular en Ciudad Juárez, esta pérdida de derechos en cadena, de la que habla Salas, ocurrió de forma inmediata tras la muerte de la periodista y es palpable. Miroslava era corresponsal de La Jornada en Chihuahua y colaboraba en El Norte de Juárez. Hasta hace unas semanas, Jesús también laboraba en El Norte, pero el dueño decidió cerrar el diario debido a la falta de garantías para ejercer el periodismo y a adeudos que dejó la anterior administración estatal del priista César Duarte, quien se encuentra prófugo de la justicia. El 2 de abril se anunció el fin de la versión impresa y días después el periódico cerró por completo, incluyendo la parte digital. Jesús percibe que la ausencia del diario ha dejado un hueco informativo que nadie está llenando.

Foto: StockSnap.io
Periódicos

¿Qué temas se han dejado de investigar a partir de la muerte de Miroslava y el cierre de El Norte?, lo cuestiono. “Narcotráfico. Yo soy de los que cubre más cosas de narco, dos, tres compañeras también. Es importante que se hable de eso, no puedes nada más hacer como que no pasa”, responde. A sus 28 años de edad y seis de carrera, Jesús se encuentra en la incertidumbre en espera de su liquidación.

En la misma situación están otros nueve reporteros y cinco fotógrafos quienes además de perder su fuente de empleo están en duelo por la muerte de su compañera. Hace unos días, para exigir justicia, irrumpieron en el informe de seis meses del actual gobernador del PAN, Javier Corral. “Sí es bien triste que no pase nada. O sea, por más protestas que hagamos no pasa nada. Está muy solo el gremio periodístico”.

Cuenta Jesús que, entre colegas, están casi seguros de que a Breach la mataron por un reportaje que publicó el año pasado sobre postulaciones de personas vinculadas al narco a cargos de elección popular. Varias de esas candidaturas no prosperaron. Una fue la de la suegra del líder de un grupo criminal relacionado con el Cártel de Juárez, conocido como “El 80”. Junto al cuerpo de Miroslava, el asesino dejó una cartulina con un mensaje firmado por él.


Manzanas
podridas

Hay una plaza en Xalapa que los periodistas veracruzanos rebautizaron con el nombre “Regina Martínez”. Cada 28 de abril, desde que la corresponsal de Proceso fue encontrada muerta en el baño de su casa, hace cinco años, le rinden homenaje en este sitio y colocan una placa con su nombre. Las cuatro veces anteriores, el gobierno de Javier Duarte las retiró.

En ocasión del quinto aniversario, el artista plástico xalapeño Cristian Valencia instaló, en esta plaza, esculturas de hielo que en su interior contenían fotografías de los periodistas asesinados en el estado. Fueron 17 sólo en el sexenio pasado y tres más permanecen desaparecidos. Artículo 19, una organización internacional que defiende la libertad de expresión calificó a Veracruz en tiempos de Duarte como “la entidad más violenta para la prensa en México”.

En la ceremonia, Guadalupe López, excorresponsal de La Jornada, recordó una de las frases dichas por Duarte para intentar desacreditar al gremio por los posibles vínculos de periodistas locales con el crimen organizado: “Pórtense bien, porque vamos a sacudir el árbol y van caer varias manzanas podridas”. Con el exgobernador preso en Guatemala por corrupción, Guadalupe, quien era cercana a Regina, completó así lo que en su momento fue interpretado como una advertencia y una burla: “Pues resultó que se sacudió y la manzana podrida fue él”.

“El tema de Regina Martínez decepciona”, opina el periodista veracruzano Noé Zavaleta, quien en la parte final de la pasada administración tuvo que abandonar el estado por amenazas tras la publicación de su libro El Infierno de Javier Duarte. “Nadie –ni el gobierno federal, ni el de Duarte, ni ahora el de Miguel Ángel Yunes Linares– quiere otorgar justicia ni tampoco verdad”, añade el actual corresponsal de Proceso en Veracruz.

El gobierno de Duarte sostuvo hasta el final que el asesinato de Regina, una profesional con más de dos décadas de experiencia, había sido un crimen pasional relacionado con un robo. El único hombre detenido declaró después que había confesado bajo tortura, y el asesino material sigue libre. “La autoridad apostó al olvido”, asegura Zavaleta.

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Un día de fiesta

En México agredir a un periodista sale barato. La mayoría de los ataques, incluyendo los asesinatos, no se resuelven y no hay castigo a los responsables. Las circunstancias varían, pero el denominador común es la impunidad, que alcanza el 99.7%. Dentro de las malas noticias, el pasado 27 de abril hubo un “día de fiesta para libertad de expresión”. Ése fue el término que uso Pedro Canché al recibir una disculpa pública de parte del estado de Quintana Roo y del municipio de Felipe Carrillo Puerto por las violaciones a los derechos humanos que sufrió al ser encarcelado injustamente.

Al periodista maya lo mandó a prisión el exgobernador priísta Roberto Borge, quien actualmente es investigado por malos manejos financieros. El también activista fue detenido luego de dar cobertura a protestas de indígenas en Carrillo Puerto. El plantón fue desalojado y Canché criticó las acciones de los agentes estatales en un video en el que retaba a Borge a un debate. El aparato judicial del estado se fue en su contra y permaneció nueve meses en prisión, sometido a malos tratos y acusado del delito de sabotaje. En mayo del 2015 salió libre tras una resolución judicial y la presión de organizaciones como Artículo 19. “Borge se enojó y me encarceló para enviar un mensaje a otros periodistas”, concluyó Canché.

La disculpa pública al periodista maya no tiene precedentes en nuestro país. Un gran paso, pero falta –como siempre– que los responsables sean sancionados. En su discurso, Canché cuestionó: ¿quién pedirá disculpas a los 104 periodistas asesinados?

Foto: StockSnap.io
Muertes

*Es reportera y conductora. Actualmente conduce el noticiero de las 8pm en El Financiero Bloomberg y colabora con otros medios de comunicación.

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