Por: Bianca Pescador/ Foto: Daniel Munguía
El libro Disculpa, tu vida te está esperando de Lynn Grabhorn (un obsequio de su cuñado) le movió “algo”, por lo que a los 30 años Marian Reynoso emprendió un viaje tanto físico como espiritual, el cual no solo la ayudó a ser más compasiva, sino a fortalecer su fe.
“Me eché un viaje durante siete años por todas las religiones; me involucré, leí y estudié de todo: budismo, metafísica, new age, geometría sagrada, maestros ascendidos, sanación energética”, cuenta Marian, quien ya daba clases de meditación. “Quien sabe poner la mente en silencio, medita. Si tú oras y postulas algo, le hablas a Dios. Si meditas y haces silencio, lo escuchas”.
Con el fin de sensibilizar a la gente se unió al movimiento “Despierta tu corazón este 2010”, al lado de un chamán y una psíquica. “El mensaje de ‘haz contacto con tu corazón, responsabilízate de tus emociones, no te victimices, no culpes a nadie de tu vida ni de tu historia’ era algo que me apasionaba y de pronto empecé a ir a muchos programas de TV y de radio”.
Tal exposure en los medios generó envidias y celos, tanto que una persona —en ese entonces cercana— comenzó un rumor que casi le cuesta el matrimonio… y la vida. “Caí en cama inexplicablemente, estuve muy, muy mal. Esta mujer quería evidentemente destruir mi vida al grado que terminé en el psiquiatra”, relata.
Dado que el hecho era médicamente inexplicable, se acercó con algunos sacerdotes exorcistas, quienes le aseguraron que el poner la fe en personas, animales o cosas —y no en Dios— podía dañarla tanto física como emocionalmente hasta literalmente matarla. “Explorar está bien, pero es peligroso porque ese alejamiento hace que cambies tu lugar de confianza y creencia en lo creado y no en el Creador”.
Afortunadamente, confiesa, nunca la abordó un sentimiento de venganza, aunque ciertamente la ayudó a abrir los ojos a una realidad que a veces se niega y que es que el mal también existe: “Quien cree en Dios tiene que creer también en el demonio. Yo nada más creía en lo bueno y esa parte de ‘solo el bien es real’ es un absurdo porque es velarte de una realidad de la que tienes que estar alerta”, comenta.
“Camino amarillo” es como ella llama al estilo de vida que llevan quienes son coherentes entre lo que viven y predican, llámense católicos, judíos o musulmanes. “Lo que pasa es que yo me siento la ganona de la historia porque considero que tengo al mero mero, al maestro de maestros, que es Jesucristo”.
Fuera de desviarla o hacerla dudar, tantas experiencias fortalecieron su fe, que ahora practica diariamente por medio de los sacramentos. “La gracia que te impone el sacerdote cuando te confiesa es la que modifica tu estado interior y lo fortalece, y comulgar es como tomar vitaminas. El cuerpo de Cristo hecho carne es como un escudo que no sabía que necesitaba”.
Cabe mencionar que después de ese embrujo la vida de Marian dio un giro, pues se hizo alérgica al trigo, por lo cual solo puede comulgar hostias gluten-free. “Lo que pasó devino en mil cosas, por lo cual me metí de lleno a la parte nutricional y descubrí cosas maravillosas, como que un jugo verde me hacía sentir bien”. Luego de estudiar con la nutrióloga funcional Nathaly Marcus, se inscribió al Institute for Integrative Nutrition, donde terminó la carrera de Health Coach en marzo pasado, lo cual la llevó a escribir su propio libro, Reencuentra tu sabiduría interior, de venta en Amazon. “Me encanta el lema de Hipócrates que dice: ‘deja que la comida sea tu medicina y que la medicina sea tu comida’. Me apasiona este tema”.
En cuanto a lo vivido, Marian concluye que la respuesta está en nuestro interior: “Si lo que estás haciendo te lleva a ser un mejor ser humano con los que te rodean y a vivir con un corazón abierto y en paz, entonces está bien. Pero sostente en ese camino y no andes picando porque quiere decir que, en lo que crees, te está llevando de la mano del bien. Lo demás son paliativos y funcionan solo temporalmente”.
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