Por Erika Macín
Déjenme ahondar en el tema. Con los smartphones, entre nosotros, han crecido prácticas y sentimientos incontrolables, los cuales nos llevan a crear historias en nuestras cabezas, y han eliminado la comunicación one on one, pues estamos seguros que todo se resuelve de manera electrónica.
Una cosa es una felicitación de cumpleaños por mensajito y otra es hablar de tus hijos en una reunión virtual de mamás que –a su vez– mantienen una segunda conversación en un “sub-chat” con unas pocas. Así se empieza esta guerra sin final, en la que sólo gana la falta de criterio adulto o la empatía.
Se ha ido perdiendo el objetivo informativo y relevante de los grupos escolares, y se usan para un sin número de razones, como: chismear, vender, colocar o pedir personal de servicio doméstico, quejarse del colegio y –en casos muy graves– hasta maldecir a otras mamás.
Ah, y ¡no pueden faltar los benditos memes!, la delicia del día a día. Obvio queda al último saber qué hay que hacer con los hijos.
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