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Luis Miguel y yo en San Miguel de Allende

Por: Por: Iliana Furlong 15 mayo 2017 • 4 minutos de lectura

Mi relato de cómo coincidí con El Sol la noche del sábado.

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Por: Iliana Furlong*

El viernes 12 de mayo fui a la hermosa ciudad de San Miguel de Allende, Guanajuato, invitada por el Consejo Turístico del gobierno del estado con motivo de la inauguración del foro San Miguel, un espacio en el que se llevarán a cabo conciertos y festivales. En cuanto llegué al corazón de México supe que Luis Miguel estaba de visita ahí pero, ¿qué probabilidades había de encontrármelo?

El sábado por la noche, cuando mi viaje de trabajo había terminado, decidí quedarme un día más. Se dio la oportunidad, soy de la firme idea de que las cosas no planeadas son las que mejor salen. Eso sí, en todos mis chats, familiares y de amigos les decía “no me regreso hasta que no lo vea”. En el fondo pensaba que no era probable.

Por la noche fuimos a La Azotea, una terraza deli, a un costado de la parroquia San Miguelense en donde el ambiente y los drinks son inigualables, eran alrededor de las 10:35 cuando una amiga me etiquetó en un video y me lo contó en un chat “ve el video en el que las etiqueté. Está Luis Miguel súper accesible con la gente. BÚSCALO”. Le enseñé el video a mi amiga, que es casi local de San Miguel, y me dijo: “no tengo idea dónde sea”. Me resigné y dije “ni modo”; entonces grité: “Diooooos por favor que me encuentre a Luis Miguel”.

Acto seguido los chicos de la mesa de al lado voltearon y me dijeron: “Pues no lo vas a creer pero Dios te escuchó, acaba de llegar”. Fue tal mi emoción que no pregunté ni dije nada, brinqué de mi banco, corrí hacia el otro extremo del restaurante, no vi nada, regresé enojada porque el cuate de al lado me había mentido y le dije: “ahora por hacerme eso me invitas un shot”.

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Entonces el mesero dijo: “sí es Luis Miguel, está en la última mesa en la cabecera”. Me di la media vuelta y volví a ir hasta el otro extremo del restaurante muy decidida y ahí estaba. ¡El Sol! ¡Luis Miguel! Los nervios me invadieron porque además estaba con su hermano y con otro cuate que ya conocía y pensé “qué OSOOOOO acercarme”, así que seguí mi camino, frente a su mesa había un pasillo que no sabía a dónde me iba a llevar, pero seguí, abrí la puerta y era el baño de mujeres, ahí estaban tooooodas las del lugar, nerviosas con sus celulares en las manos, decían “¿cómo le decimos?”, “¿qué hacemos?”, “¿y si nos dice que no?”, “¿y si nos sacan?”. Mi primera reacción fue atacarme de risa y les dije: “qué chistosooooo, todas pensando cómo le van a pedir una foto”. Me reí con ellas porque yo iba exactamente ¡a lo mismo!

En eso una me picó en el ego y dijo: “pues yo ya tengo la mía, ayer lo vi (en no sé dónde) y mi video ya hasta se hizo viral”. Una chava volteó y me dijo: “¿y si nos dice que no?”. Y le dije: “pues ni modo, no pasa nada”. Me armé de valor, abrí la puerta del baño y me dirigí de frente a su mesa. Tenía a un metro de distancia al ídolo de mi abuela, mi mamá, mi hermana, mis primas y todas mis amigas. Mi ídolo de la infancia, el intocable, el que nunca te encontrabas en ningún lado y, en caso de que sí, en los 90 un guarura de dos metros ya te hubiera aventado, o ni siquiera hubieras podido entrar al mismo lugar que él. Esta vez era diferente, porque estaba ahí enfrente. Muy mona saludé a los que conocía de la mesa y, justo el momento en el que me acerqué, todos estaban brindando.

Entonces pregunté, “Luis Miguel, ¿me puedo tomar una foto contigo?” Me vio a los ojos y, con su cautivadora sonrisa, me extendió la mano y me dijo: “claro”. En ese momento me empezaron a temblar desde el primer pelo en mi cabeza hasta las uñas de los pies. Le di mi celular a alguien de la mesa y me agaché.

Él no sabia dónde poner el brazo, abrazarme o qué hacer. Y así sin más pegué mi cachete al suyo, le tomé un brazo con una mano, pasé la otra por su hombro y me tomaron la tan anhelada foto. En eso pasó por mi mente: "¿Cómo yooooooo, acostumbrada a tratar con famosos todo el tiempo, me acabo de atrever a hacer algo así?” Detrás de mí ya estaban todas las del baño y más, así que corrí a mi mesa que estaba sólo a tres de la suya y desde ahí pude verlo toda la noche cómo brindaba, saludaba y le sonreía a todo el que pasaba. Se tomaba fotos con todos, estaba feliz de la vida.

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Más noche se levantó al baño acompañado de su hermano y yo ya estaba instalada en el área de la barra cuando pasaron de regreso. Nos tomamos un tequila y yo no lo podía creer, ¡Luis Miguel se estaba echando un shot de mi tequila favorito conmigo! Entonces me abrazó y nos volvieron a tomar una foto mientras todos los que estábamos seguíamos felices, incluido él. Fue una noche increíble, que logré inmortalizar con la foto que hoy muchos medios han publicado, en la que dicen que “EL SOL se porto súper accesible con sus fans”. Y no se equivocan, al contrario, se quedaron cortos. Si mi foto y yo tenemos que pasar a la historia como “la fan” me parece maravilloso, porque es LUIS MIGUEL, señores.

* Coordinadora de Estilo de vida de Central.

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