Por: Brisa Granados
De humor negro, la serie cuenta la historia de la familia de la Mora, perfecta en apariencia, pero que, en realidad, oculta muchos secretos. Cuando la amante del patriarca de la familia muere, no sólo son descubiertos los hijos fuera del matrimonio, también un cabaret con el mismo nombre del negocio familiar: La casa de las flores. Manolo Caro, creador y director de la serie, nos cuenta más.
¿Cómo surgió la idea de hacer La Casa de las Flores?
Cuando Netflix me invitó a trabajar con ellos, supuse que querían algo parecido a No sé si cortarme las venas o dejármelas largas o a Amor de mis amores; pero a mí me apetecía probar nuevos horizontes. Me llamaron la atención los núcleos familiares en Latinoamérica: los matriarcados. Éste es un melodrama de una mamá que quiere mantener a su familia unida a costa de todo, en medio de muchas flores; por las que tengo una gran fijación, pues son un universo precioso.
¿Cuál fue el mayor reto de hacer la serie?
Las grabaciones fueron de las cosas más fuertes, catárticas y divertidas de toda mi carrera. Para televisión se necesita hacer mucho contenido, en muy poco tiempo. Mirar a Verónica y Cecilia Suárez haciendo las escenas con tanto respeto, y con ganas de aprender una de otra, es algo que siempre llevaré en mi corazón. Por otro lado, me dio mucho colmillo como director y creador.
¿Cómo pensaste en Verónica Castro para protagonizar la serie y qué tan difícil fue convencerla de aceptar un papel después de ocho años?
Gary Alazraki venía de hacer Club de Cuervos con Luis Gerardo Méndez y Epigmenio Ibarra tuvo a Kate del Castillo en Ingobernable, ambos (proyectos fluyeron) con paso firme y fuerte. Y pensé: ‘hay que llamar a Verónica Castro, el icono más grande que ha dado la televisión mexicana’. Tuvimos muchas pláticas y, cuando recibió los guiones, algo le hizo sentido. Es muy inteligente, supo que era momento de darle una vuelta de tuerca a su carrera ¡y aceptó!
¿Ya la convenciste de llevar su vida a la pantalla, como Luis Miguel?
No, porque considero que tengo una relación de amor y respeto con ella. Me ha dicho que no le interesa y sólo puedo apoyarla. Además, no soy nadie para intentar cambiarla de opinión.
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