Actualidad

Historias de una cougar

Por: Revista Central 13 febrero 2019 • 4 minutos de lectura

¿Menopáusicas depredadoras o mujeres sexualmente libres?

Compartir:

Fernanda Tapia
Foto Cortesía

Por Fernanda Tapia

No sé si debiera avergonzarme o seguir riendo como tonta cada que alguien contacta para hablar acerca de éste y otros temas espinosos de mi vida sexual, misma que es tan pública como su servidora. Lo que sé es que esto es un intento por desacralizar la carne, acabar con los mitos del amor romántico y retar a cuestionarnos todo lo que creemos que sabemos de nuestros cuerpos y necesidades.

Quote 1 ok
Fernanda Tapia

Heme aquí, narrando algunas aventuras que bien podrían quedar catalogadas como “historias de una cougar”, palabreja que en español significa ‘puma’, pero que a unos canadienses les pareció perfecta para denominar a mujeres que tenían relaciones erótico-afectivas con varones de menor edad. Algunas personas utilizan el acrónimo MILF (Mom I’d Like to Fuck). Sin embargo, estos dos y otros términos simplifican y encierran a la mujer en el estereotipo de la menopáusica viuda negra que utiliza todos sus artilugios para atrapar y exprimir sensualmente a los pobres varones imberbes. Craso error.

Yo nunca me propuse ligar a alguien que tuviera menos edad que yo. Tal vez porque ni siquiera pienso todo el tiempo la edad que tengo, porque no me comporté como las mujeres de mi edad hace décadas, y porque no me comporto como las mujeres de mi edad hoy. Creo que nos han enseñado a preocuparnos por toda la gente alrededor nuestro, y a cuidarla. Cuidarla antes que a nosotras mismas. Esa talacha de obligaciones le da al traste muy pronto al deseo sexual. Y tal vez sea por eso que cuando una ya no corre el peligro del embarazo, y ante lo que pareciera la falta de actividad en el nido vacío, tal vez se tenga más tiempo para echar a volar la imaginación. Atada a prejuicios y estereotipos, normalmente una jovencita “no le anda aflojando” a otro jovencito. Pero la mujer madura puede disfrutarlo, entrenarlo, enseñarle a dar placer a otras mujeres y no comprometerlo en ningún momento.

Alguna vez fui merodeada por un fanático de 19 años. Era actor, y había estado escuchando mucho acerca de mí en las últimas semanas. La casualidad hizo que nos encontráramos en una entrevista para cierto canal televisivo. Al salir me persiguió, pero yo, cual Cenicienta, iba corriendo y lo único que alcancé a tirarle fue un tupper –no hubo zapatilla de cristal–. ¿De veras solamente quiere sexo? ¿Querrá alguna recomendación para entrar a la tele? Quizá simplemente quiere asegurar tres comidas al día... Este joven parecía necesitarlo todo. Afortunadamente, su pasión por el teatro lo alejó de mi vida después de unos cuantos acostones medio insulsos y algunos paseos en motocicleta. Lo único que puedo decir de esa relación es que, ahí, por fin conocí a un hombre verdaderamente pelirrojo de todos lados.

Quote 2 ok
Fernanda Tapia

En otra ocasión, el flechazo se dio durante una sesión fotográfica en pleno juego de rol vampírico. La situación ya era bastante cachonda, y no me tenté el corazón a sabiendas que este estudiante universitario ya tenía las medidas y las credenciales oficiales. Lo seduje con palabras bien elegidas, nos revolcamos en los pastos de Chapultepec –primera sección– y terminamos en mi pequeña cama, donde él insistía en que le enseñara cosas nuevas. Pero no había tiempo para ello, pues estaba por llegar el resto de mi familia. Así que sólo le robé un orgasmo para mí, y el pobre seguramente tuvo que ir a terminarse a mano en su casa. Creo que se sintió utilizado porque nunca más volvimos a tocar el tema, ni nuestros genitales.

De las historias que he elegido contarles, la siguiente es, sin duda alguna, la más folclórica y hasta chusca. A este espécimen lo vamos a llamar “el estríper”: apareció de imprevisto en la cabina de radio, durante una entrevista. De entre toda la bola de músculos, aceite para bebé, loción, tangas y demás, su facha de Thor región 4 me hizo voltear a verlo. Él debía llevar un buen rato sin recibir “cariñito”, así que se juntaron el hambre con las ganas de co... mer.

Debo haber estado loca de remate, pero le hice un baile sensual, lo cual era como querer venderle chiles a Herdez. Tal vez eso le picó la curiosidad. La primera vez que estuvimos en un hotel, yo me sentí como una antropóloga estudiando a ese bicho que duró más de 40 minutos mirándose frente al espejo posando y poniendo cara de seducción y aprobación, alternadamente. Claro, él era lo único bonito para observar en ese cuarto, donde los cuadros y yo no teníamos nada con qué competir. Eso no duró más que algunos meses: este joven necesitaba contactos y necesitaba una madrina que se empedara cada miércoles en el Chippendale para demostrarle a su jefa que “tenía mucho pegue y altísimas comandas a su favor”. Pero, sobretodo, necesitaba desesperadamente una niñera que lo acompañara en sus crisis hormonales, causadas por los esteroides que usaba para mantenerse en forma. Me cae que ni a mi hija aborrescente le aguanto berrinches de ese vuelo.

Desde el inicio una puede ver con toda claridad qué es lo que desea esa otra persona: cualquier razón es válida. Lo que no se vale es ir engañada, llena de hormonas, y llorar cuando descubramos que esa persona puede también estar con alguien más –y, además, alguien más joven que nosotras–. Después de un tiempo de intercambiar las mutuas necesidades, la despedida es lógica, y es mejor que se haga de forma amistosa. Una nunca sabe con quién se va a volver a topar en una mañana desocupada.

Quote 3 ok
Fernanda Tapia

Actualmente, y desde hace más de tres años, mi AMO 24/7 (descubierto de forma providencial en el BDSM) , es la muestra de que la diferencia de edades no tiene la mayor relevancia. Él lleva las riendas y yo con él puedo ser libre y soltarme de todas las decisiones y jaloneos que la sociedad me impone. Por ello, me atrevo editorializar que una cougar no se concibe a sí misma: se planea, se diseña y se lanza a la cacería al estilo de la señora Robinson en “El Graduado”. Es muy sencillo: una mujer de pronto en su vida se descubre así, y es decisión de ella aceptar el reto o dejarlo pasar.

×
X