Hay historias de la vida real que nos conectan con la fantasía. Una de estas es la de Gérard Bertrand.
Desde los campos de rugby hasta los viñedos del sur de Francia, la vida de Bertrand es una historia de éxito bastante singular. El jugador de rugby superestrella descubrió su pasión por el vino en 1975, en la finca Villemajou de Corbières. Y continuó aprendiendo más sobre el tema durante 12 años, junto a su padre, Georges Bertrand.
Como viticultor y propietario de 15 fincas, ha pasado los últimos 30 años ayudando a reinventar su región vitivinícola nativa del Languedoc, en el sur de Francia, impulsándola a convertirse en una de las mejores del mundo.
Entre Narbonne y la playa, Château l’Hospitalet está situado en un remanso de paz, en el corazón del macizo protegido de la Clape.
Sobre un terruño encantador, al corazón de un viñedo que domina el Mediterráneo, el Castillo Hospitalet, junto con el viñedo, forma un conjunto de una belleza única. El carácter excepcional y la naturaleza grandiosa de este lugar es completamente seductor.
Como viticultor y propietario de 15 fincas, ha pasado los últimos 30 años ayudando a reinventar su región vitivinícola nativa del Languedoc, en el sur de Francia, impulsándola a convertirse en una de las mejores del mundo.
Vino, gastronomía y descanso
Hoy en día, el Château cuenta con un hotel, un restaurante gourmet, una bodega de degustación y venta, un espacio de arte y una rica oferta de recorridos sensoriales en torno al mágico mundo del vino. Rodeado de mil hectáreas de garriga, es una propiedad que se dedica a compartir el art de vivre mediterráneo.
El restaurante del hotel, llamado justamente l’Art de Vivre, nos deleita con platillos exquisitos. La cocina del chef Laurent Chabert es elegante y orgánica, inspirada a diario por los productos locales, y él es un amante de la cocina, quien cultiva su propia huerta y las hierbas aromáticas que dan acentos mediterráneos a sus creaciones.
Máxima excelencia en cada copa
En sus 16 châteaux y fincas vinícolas, Gérard Bertrand respeta la tierra mediante procesos de viticultura biodinámica, creando una variedad de vinos fabulosos como el Château l’Hospitalet, reconocido como el mejor vino del mundo en 2019.
Su vino Source of Joy evoca el mito de la fuente de la juventud, pide un regreso a la naturaleza y proviene de cosas simples de la vida, como contemplar la naturaleza y compartir momentos auténticos. Su botella de forma voluptuosa refleja la elegancia del contenido.
Este vino de Languedoc proviene de viñedos orgánicos, conocidos desde Luis XIV como un lugar privilegiado para los vinos rosados. La combinación de dos orígenes geológicos –el esquisto y la piedra caliza– y el terreno montañoso han creado una compleja red de aguas subterráneas que proporciona un suministro de agua natural excepcional.