A todos nos ha pasado. Estamos frente a una tarea muy importante que debemos entregar en el trabajo o la escuela, solo tenemos un par de días para presentarla y en lugar de trabajar en el proyecto inmediatamente, lo dejamos para más tarde.
Nos relajamos, vemos una serie, estamos en redes sociales e incluso buscamos en Google a ese actor que fue famoso hace años y del que ahora nadie recuerda.
De repente, vemos la hora, recordamos el trabajo que debemos entregar, decidimos empezar pero en menos de 5 minutos lo abandonamos para nuevamente realizar otras actividades.
¿Te suena familiar? Pues a esto se le llama procrastinar y es más común de lo que crees.
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¿Por qué procrastinamos?
De acuerdo con un texto de la profesora Pragya Agarwal publicado en Inverse, procrastinar se ha definido como una acción perezosa en la que los seres humanos retrasamos acciones o responsabilidades, aunque esto tenga consecuencias negativas.
Sin embargo, explica que la procrastinación va más allá.
Se trata de retrasar tareas desagradables y que tendrán consecuencias en el futuro, no en el presente.
Es decir, procrastinamos porque las acciones que ejecutamos no tienen un impacto, consecuencia o premio ahora mismo; pero sí en el futuro, para el que todavía falta mucho.
Al ser conscientes de que esa consecuencia será hasta el futuro (días, meses, años), percibimos que la recompensa o castigo la tendrá alguien más, aunque se trate de nosotros.
En este caso, tratamos de posponer esa tarea y la reemplazamos por acciones que nos den satisfacción inmediata, como ver una película, platicar con los amigos o estar en redes sociales.
Procrastinar es una acción compleja y un escape de la mente que, aunque no lo creas, puede traer beneficios.
Beneficios de procrastinar
Dejar las cosas para más tarde tiene más beneficios de los que crees y estos son solo algunos.
Disminuye el estrés y la ansiedad
Enfrentarnos a una tarea larga y desagradable, posiblemente nos frustre y nos llene de estrés y ansiedad.
Dejarla a un lado por un momento permite disminuir ese estrés y retomar las actividades más descansados y tranquilos.
Esto aplica solo si se procrastina de vez en cuando. Si es diario ocurre todo lo contrario, ya que procrastinar muy seguido aumenta la sensación de ansiedad.
Permite organizar ideas
Procrastinar no solo es abandonar los deberes por un rato. También nos permite reflexionar sobre lo que vamos a hacer y cómo lo vamos a hacer.
Ayuda a organizar nuestras ideas y buscar una forma creativa de resolverlo para que sea lo más rápido posible.
Mejora nuestra confianza
¿Has notado que si dejas las cosas a último momento salen mejor? Pues esto suele ocurrir al procrastinar, ya que aumenta nuestra confianza y refuerza la idea de que podemos terminar tareas difíciles en muy poco tiempo.
Nos da un sentimiento de rebeldía
Muchas veces, en el trabajo tenemos que cumplir con actividades que no nos motivan mentalemente, razón por la que le damos vueltas y vueltas y tardamos en concluirla o incluso, la empezamos hasta que nos sintamos con el deseo de hacerla.
En este caso, dejar la tarea para más tarde puede dar un sentimiento de rebeldía y desahogo en el trabajo, ya que nos hace sentir que tenemos el control e iniciar con la labor hasta que lo decidamos.
Recuerda que para todo hay un balance y procrastinar de vez en cuando no tiene nada de malo.
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