Cultura

El extraño Maratón de los Juegos Olímpicos de 1904

Por: Emmanuel Cacho 01 julio 2024 • 7 minutos de lectura

Durante las Olimpiadas de Estados Unidos 1904, uno de los momentos más extraños fue el Maratón, que casi termina con la vida de varios participantes.

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El Maratón más extraño en la historia de los Juegos Olímpicos
Wikimedia Commons

Durante los inicios de los Juegos Olímpicos, las reglas de ciertos enfrentamientos no estaban del todo claras, y esto fue especialmente notorio para la tercera ocasión en la que se llevaron a cabo, cuya sede fue Estados Unidos, en 1904. Sin lugar a dudas, estas Olimpiadas fueron unas de las más extrañas de toda la historia, donde destacó el Maratón de San Luis.

En esta época, el encuentro deportivo multidisciplinario apenas estaba tomando tracción, y esto fue claro en la competencia más rara hasta la fecha. Aquí estuvieron involucradas buenas cantidades de brandy, un perro salvaje, manzanas podridas, e incluso un potente veneno, que fue consumido por los participantes “para darles más energía”, sin olvidar una serie de trampas que al día de hoy no pasarían por alto.

De forma simultánea, la Feria Mundial se llevó a cabo en este estado, que celebraba la compra del territorio de Luisiana, pero que además aportó su propio toque especial a los Juegos Olímpicos de 1904. El factor de que ambos eventos ocurrieran el mismo año hizo que la especulación y emoción no tuvieran el mismo impacto que la primera edición en Grecia , o la segunda de París, que recibió al siglo XX.

Cabe destacar que, en esta época, las cláusulas para participar en los Juegos Olímpicos eran mucho más escuetas, por lo que muchos de los participantes podían llegar por su propia cuenta, y la gran mayoría eran amateurs. A pesar de que el maratón vio a muchos de los mismos participantes que compitieron en Boston de ese mismo año, otros competidores jamás habían recorrido una carrera de este tipo en su vida.

Sobre los participantes, destacaron varios nombres, entre los que se encuentran Félix Carvajal, un cartero de origen cubano que levantó fondos para participar en la competencia, y que llegó a la línea de salida con unos pantalones negros y una boina. Se dice que otro participante sintió pena por Félix y ayudó a cortar sus pantalones para que legaran a sus rodillas, con la finalidad de que fuera más cómoda su carrera.

El Maratón más extraño en la historia de los Juegos Olímpicos
Félix Carvajal. / Wikimedia Commons

Carvajal también llamó la atención por varias anécdotas que giraron en torno de él, empezando por el hecho de que llegó a San Luis sin dinero, pues lo que había recaudado lo perdió en un juego de dados. Así mismo, mientras corría el maratón, se acercó a unas personas que comían duraznos dentro de un carro para pedirles que le regalaran uno, y aunque estos se negaron, el cartero tomó dos de estos y se echó a correr.

Esta no fue la única ocasión en la que Félix robó comida en el transcurso de esta competencia, también vio un lugar donde vendían manzanas, y se le hizo fácil robarse algunas, que comió mientras corría. Lo que no esperaba Carvajal es que estaban podridas, por lo que empezó a sufrir cólicos. Para mitigar las molestias, el corredor se detuvo para tomar una siesta, y cuando ya se sentía mejor, retomó la competencia.

No todo lo que sucedió en el Maratón de 1904 fue extraño, también fue la primera competencia que vio a dos participantes de origen africano, de nombre Len Tau y Jan Mashiani. Los dos eran integrantes de la tribu de Tswana, originaria de Sudáfrica, que incluso uno de ellos recorrió el maratón con los pies descalzos.

El Maratón más extraño en la historia de los Juegos Olímpicos
Len Tau y Jan Mashiani / Wikimedia Commons

En el Maratón Olímpico de 1904 también hubo atletas profesionales, entre los que destacaron los estadounidenses Sam Mellor, A.L. Newton, John Lordon, Michael Spring y Thomas Hicks. El terreno donde ocurrió este peculiar maratón también resultaba bastante extraño, y es que se realizó a lo largo del territorio de San Luis, sin cerrar calles ni nada por el estilo, por lo que los corredores estaban expuestos a los peligros de correr en una vía pública.

Después de que se disparó la pistola de inicio del Maratón Olímpico a las 3:03 de la tarde del 30 de agosto de 1904, el recorrido de 24.85 millas se llevó a cabo en la conocida como “la pista más difícil que se le ha pedido recorrer a un ser humano”. Este título no estaba lejos de la realidad, comenzando por las circunstancias y medidas tomadas por el Comité Olímpico , que, en su mayoría, no tenían sentido alguno.

La organización del maratón decidió colocar solo una estación de hidratación durante todo el recorrido, y los corredores solo podrían beber agua al llegar al kilómetro 19.3 con la finalidad de minimizar el consumo de líquidos. Esta idea fue propuesta por el organizador de los juegos, James E. Sullivan, quien quería probar los efectos de la deshidratación en el cuerpo humano.

Cabe destacar que Félix Carbajal fue captado en más de una ocasión bebiendo agua lejos de la estación, aunque no se sabe como fue que el cartero cubano consiguió estas bebidas durante la carrera.

El recorrido no era completamente plano, de hecho, los corredores debían cruzar por 7 colinas, que destacaban por inclinaciones bastante pronunciadas, además que los participantes debían estar alertas de piedras agrietadas, esparcidas por el pavimento. Por si fuera poco, el tráfico vehicular era una realidad, los competidores debían evadir carros, carruajes, vagones de tren, peatones y perros, incluso, Len Tau se desvió de la pista al ser perseguido por un perro salvaje.

Los automóviles también eran parte de la carrera, que llevaban consigo personal médico y entrenadores, además de levantar una nube de polvo que podía afectar a los atletas. Prueba de ello fue lo que le sucedió al californiano William García, que colapsó durante la competencia después de que el polvo cubrió su esófago y desgarró su interior, provocando una hemorragia severa que pudo haberlo matado.

El Maratón más extraño en la historia de los Juegos Olímpicos
Automóviles con árbitros en el Maratón Olímpico de 1904. / Wikimedia Commons

Otro de los atletas estadounidenses, John Lordon, comenzó a sufrir un intenso vómito que lo obligó a dejar la competencia, mientras que Sam Mellor, que llevaba la delantera, comenzó a experimentar calambres severos que lo obligaron a bajar la velocidad y ser rebasado. Esto también le sucedió a Fred Lorz, un albañil que entrenaba en las noches para la gran competencia.

Los calambres de Lorz fueron tan intensos, que decidió “pedirle aventón” a uno de los carros que llevaban personal para el maratón, para ir saludando a los espectadores mientras avanzaba cómodamente en la carrera.

Otro de los casos más peculiares fue el de Thomas Hicks, un experimentado maratonista que tuvo que detenerse con dos hombres, integrantes de su equipo, a quienes pidió agua, sin embargo, ellos se negaron, para darle agua destilada por medio de una esponja directo a su boca.

Hicks estaba cada vez más cerca de la meta, y en un momento tuvo que detenerse para que sus asistentes le dieran una preparación a base de dos claras de huevo y estricnina, que se creía que ayudaba a potenciar la energía de las personas. Con el paso del tiempo, se descubrió que la estricnina es en realidad un poderoso veneno que puede acabar con la vida de una persona, incluso con pequeñas dosis.

El Maratón más extraño en la historia de los Juegos Olímpicos
Thomas Hicks con sus dos asistentes. / Wikimedia Commons

Esta fue la primera vez que se registró el uso de drogas para “mejorar el desempeño” de los atletas, algo que en aquel momento no estaba regularizado en los Juegos Olímpicos.

Lorz se recuperó de los calambres y retomó la carrera después de recorrer 17 kilómetros en automóvil, para ser el primer atleta en cruzar la meta, aunque fue descalificado en automático por usar el vehículo para obtener el triunfo. Después de enterarse de la salida de Lorz de competencia, Hicks recurrió nuevamente a las claras de huevo con estricnina, pero en esta ocasión decidió pasarse el trago amargo con una botella de brandy francés.

Cojeando, cubierto en sudor, y con el veneno corriendo por su sangre, Hicks recibió un baño de agua fría que lo revitalizó, y con este segundo aire, su triunfo era cada vez más real. El atleta fue el último en enterarse de que ganó la carrera, pues poco antes de coronarse campeón, comenzó a alucinar, pensando que todavía faltaban más de 30 kilómetros para terminar la carrera, mientras que en realidad estaba a tan solo kilómetro y medio de la meta.

Durante los últimos momentos, Hicks pidió una taza de té, la cual le negaron, pero en su lugar, le dieron otra ración de brandy y dos claras de huevo adicionales, y mientras cruzaba la meta, no escuchó el grito de la multitud, pues apenas podía mantenerse de pie, incluso no podía mantener cerrada su quijada, y su mirada estaba perdida.

Lo primero que recibió Hicks fue atención médica, que requirió de la mano de cuatro doctores, y una hora para que apenas pudiera salir del recinto donde se llevó a cabo el extraño Maratón de los Juegos Olímpicos de 1904, que fue tan desastroso que el Comité Olímpico consideró quitarlo de las Olimpiadas para siempre. Cabe destacar que de los 32 competidores, solo 14 terminaron la carrera, incluyendo a Félix Carvajal, que a pesar de haber comido manzanas podridas y de tomarse una siesta, quedó en cuarto lugar.

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