Betsabeé Romero nos recibe en el Museo de la Ciudad de México para Revista Central, donde presenta su más reciente exposición Cuando el tiempo se rompió, una mirada hacia los tiempos de pandemia en una reflexión sobre lo que le paso al mundo, la mujer, la trata, a la migración y a las diversas problemáticas que viven no solo los mexicanos sino el mundo entero.
La artista compara la migración de México y Centroamérica con el más reciente éxodo de Ucrania, considerado el segundo más grande desde la Segunda Guerra Mundial y reflexionando sobre el paso de miles y cientos de personas.
Cuando el tiempo se rompió, es una fabulosa muestra de 20 obras plásticas, muchas de ellas, obra exhibida en diversos países de Europa, Estados Unidos y América del Sur, así como también en algunos estados de la República Mexicana.
“Por vez primera en muchos años todos nos encontramos con un reloj en el que las manecillas estaban fracturadas y siento que esa ruptura sigue y va a tener consecuencias a largo plazo, y cambios en nuestros modos de relacionarnos, de movernos, de enfrentarnos a las problemáticas del mundo, que espero nos lleven a buscar una mejor humanidad”, compartió la artista.
Ante esta ruptura que refiere el título de la muestra, Romero adelantó que el público encontrará cuatro salas regidas por las temáticas de migración, tráfico de personas, las consecuencias de la pandemia y la iconografía indígena, donde el público encontrará piezas como “Más allá del muro”, “Vagones de penar sin rieles”, “La ruta de las plumas de oro”, “Óvalos Covid” y “Círculos rituales II”, entre otras.
Con más de 20 años de trabajo en el tema de la migración, la artista visual exhibe cuatro piezas realizadas con hormas de zapatos antiguas hechas de madera con las que ha cruzado las fronteras de Texas, Ciudad Juárez, El Paso y San Diego, así como piezas de papel picado sobre el tráfico de personas y armas.
“En esta exposición hay una especie de laberinto donde las huellas de los migrantes se van siguiendo unas a otras, se van pisando los talones, se van guiando unos con otros y lo que trato es que se vea que la frontera es una línea artificial, es un arma punzocortante que divide a las poblaciones de una zona partiendo incluso a las familias”, explicó la artista.
“Hay una serie de pinturas y obras que trabajé en cautiverio durante la pandemia, reflexionando sobre el virus, sobre el planeta secuestrado por un ente tan pequeño, sobre la ciencia, qué pistas nos está dando y desde dónde nos las da en esta nueva geopolítica del poder”, dijo.
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