Cada diciembre, millones de personas alrededor del mundo comparten tarjetas de Navidad para enviar buenos deseos a familiares, amigos y colegas. Sin embargo, pocos imaginan que esta tradición, que hoy se asocia con emociones, arte y nostalgia, nació como una ingeniosa solución práctica ideada por un hombre ocupado en la Inglaterra del siglo XIX. Su nombre era Henry Cole, y su iniciativa cambió para siempre la manera en que expresamos el espíritu navideño.
¿Quién inventó las tarjetas de Navidad?
Henry Cole, un destacado educador británico y benefactor de artistas y escritores, es considerado como el creador de las tarjetas navideñas. Durante la época victoriana, Cole recibía una gran cantidad de correspondencia de amigos y conocidos durante las fiestas, lo que le resultaba imposible de atender a tiempo. Para resolver este dilema, ideó una forma más práctica y elegante de responder a todos sin dejar de lado el toque personal.
Con esa idea en mente, recurrió a su amigo y artista John Callcott Horsley, a quien le pidió diseñar una tarjeta basada en un boceto suyo. El resultado fue un tríptico que mostraba, en el centro, a una familia reunida en la mesa celebrando la Navidad, mientras que a los lados aparecían escenas de caridad, con personas ayudando a los más necesitados. Cole mandó imprimir mil copias de aquel diseño en una imprenta londinense, sentando así las bases de una tradición que perdura hasta hoy.
La primera tarjeta fue impresa en una lámina de cartón rígido de 13 por 8,3 centímetros. En la parte superior incluía el espacio “Para”, que permitía personalizar cada envío, y el saludo “Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo”, que más tarde se convertiría en una frase clásica de las fiestas.
¿Cómo era la primera tarjeta navideña?
El diseño original presentaba una escena familiar en la que participaban adultos y niños disfrutando de una comida navideña. Este detalle generó controversia, ya que algunos consideraron inapropiado que los pequeños aparecieran bebiendo vino junto a los mayores. A pesar de las críticas, la iniciativa fue bien recibida y pronto otras personas vieron en ella una manera práctica y elegante de enviar saludos festivos sin redactar largas cartas.
En pocos años, muchos victorianos adoptaron la idea de Henry Cole y John Horsley, encargando sus propias versiones de la tarjeta para compartir durante las celebraciones. Con el tiempo, el gesto trascendió los círculos aristocráticos y se extendió entre la población general, convirtiéndose en una costumbre navideña muy apreciada.
A lo largo de las décadas, las tarjetas de navidad evolucionaron en estilo y diseño. Durante la era victoriana, las ilustraciones más populares incluían paisajes nevados, escenas rurales, motivos religiosos y símbolos invernales. Con los avances tecnológicos en impresión, los colores se volvieron más vivos y los precios más accesibles, lo que permitió su rápida expansión no solo en Gran Bretaña, sino también en otros países de Europa y América.
¿Qué pasó con la primera tarjeta de Navidad?
De las mil tarjetas navideñas que Henry Cole mandó imprimir en 1843, todavía se conservan algunos ejemplares. Una de ellas fue subastada en 2005 por 8 mil 500 libras esterlinas, lo que equivale aproximadamente a 236 mil pesos mexicanos. Este hecho demuestra el enorme valor histórico y sentimental que han adquirido estas piezas con el paso del tiempo.
Otro ejemplar se encuentra exhibido en el Museo Charles Dickens de Londres, como parte de la muestra “Beautiful Books: Dickens and the Business of Christmas”, una exposición dedicada a explorar cómo la literatura y las tradiciones victoriana ayudaron a dar forma a la Navidad moderna.
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