Cataluña es una región que esconde magia y mucha historia, mientras que impacta con paisajes únicos, que han fascinado a grandes artistas con el paso del tiempo. Aquí, con vista hacia el mar Mediterráneo y protegido por la Costa Brava, se esconde Cadaqués, un pequeño pueblo con aproximadamente 3 mil habitantes, pero con un legado enorme, ligado a la mente surrealista de Salvador Dalí.
Llegar a Cadaqués no es cosa fácil, pues se debe tomar un viaje que solo se logra a través de una serpenteante carretera de más de 15 kilómetros, que nos lleva por montañas y curvas que culminan con una vista que fascinó al Divino Dalí, como se hacía llamar él mismo. Este pueblo pesquero es una joya que ha ganado el corazón de grandes artistas, además del surrealista, como Pablo Picasso o Federico García Lorca.
Aquí, se respira un ambiente bohemio que parece encapsular el tiempo, con casas encaladas y calles empedradas, que suben a la iglesia de Santa María, donde se puede apreciar una vista completa de la bahía y el mar. A pesar de estar alejado de la civilización y con un camino largo y sinuoso para llegar, Cadaqués tiene mucho movimiento en verano.
En contraste, junio y septiembre resultan una excelente temporada para conocer a fondo este pueblo catalán, cuya parada obligatoria se encuentra en el mar de Portlligat, sitio donde Salvador Dalí adquirió algunas casas de pescadores, que ahora son un museo en su honor. Esta propiedad la obtuvo el artista en 1930, mucho antes de ser famoso, cuando esto era lo único para lo que le alcanzaba a la actual leyenda del surrealismo.
/ Getty Images
Dalí fue defensor de la región durante toda su vida e, incluso, fue aquí donde vivió con Gala por 40 años, hasta que murió, evento que provocó que Dalí abandonara la propiedad para regresar a Figueras, donde murió el 23 de enero de 1989. El artista, incluso, tiene una estatua erguida en su honor dentro de Cadaqués, pues gracias a él, se convirtió en un destino muy popular entre los artistas de la época.
Otros encantos de este lugar es el Maritim Bar, construido encima de la playa, donde se puede disfrutar un rico desayuno, con vista a la costa y, aunque su cocina es regular, tiene una profunda historia, desde su apertura en 1935. Y, aunque el siglo XX está muy presente aquí, el pasado también ha dejado huella en el Casco antiguo de Cadaqués, un empedrado de casas azules y verdes cubiertas de buganvilias.
/ Getty Images
Esta construcción data de la Edad Media, con callejuelas pavimentadas con auténtico rastell, típico del medioevo, notorio en la calle principal, Carrer des Call, además de la torre de vigilia de Baluard, último remanente de la muralla medieval de Cadaqués.
Suscríbete aquí a nuestro Newsletter para que estés al día con nuestros contenidos.