Uno de los genios del siglo XX fue Salvador Dalí, nacido en Figueras, España, el 11 de mayo de 1904, además de ser uno de los más grandes exponentes del arte surrealista hasta la fecha. El excéntrico multidisciplinario no solo destacó por sus obras, también por sus opiniones y puntos de vista, honestos y directos, cuyo gran ejemplo fue su opinión sobre México.
Autoproclamado como “El Divino Dalí”, este artista español visitó la República Mexicana en una ocasión y, después de conocer el país, juró jamás volver y, aunque existen pocos registros al respecto. Si bien, se desconoce la fecha exacta y las actividades que este surrealista realizó, se conoce la frase con la que Salvador Dalí juró no volver a México.
De ninguna manera volveré a México. No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas.

/ Wikimedia Commons
En esta expresión, el pintor español hace énfasis en la multiculturalidad del país, que lo hace uno de los más ricos en cuestión de folclor, por lo que no fue sorpresa que el maestro Dalí haya quedado perplejo ante el territorio. Por otra parte, es un hecho que se desconoce el contexto en el que dijo esta frase e, incluso, si se refería a México con asombro o desprecio.
La relación entre el arte surrealista y México ha sido estrecha, con artistas de la talla de Leonora Carrington, Remedios Varo o María Izquierdo haciendo una prolífica carrera en este estilo dentro del país. Así mismo, el padre del movimiento surrealista, Andre Breton, dijo la célebre frase que asegura que México es “el país más surrealista del mundo”.

La entrevista incómoda a Salvador Dalí
Salvador Dalí cumplió su palabra y jamás regresó a México hasta el día de su muerte, el 23 de enero de 1989, sin embargo, en 1971 volvió a tener un contacto inevitable con la cultura mexicana. Este fue por medio de una entrevista, realizada en su casa de Port Lligat, en España, de la mano de Jacobo Zabludovsky, que fue considerada uno de los momentos más extraños en la carrera del periodista mexicano.
En esta sesión de preguntas y respuestas, el excéntrico Dalí comienza con una prueba de sonido en catalán, pero el comunicador le pregunta si esto que pronunció era francés. Encima de esto, las respuestas del artista español se llevaban desde el humor, contestando desde el sin sentido surreal, que confundió a Zabludovsky.
Un momento clave fue cuando el anfitrión de 24 Horas cuestionó a Dalí sobre el consumo de LSD, enfureciendo al maestro surrealista, quien reclamó que hiciera una pregunta más inteligente. Igualmente, el Divino Dalí fue cuestionado sobre política, sobre monarquía y, específicamente, sobre el dictador Francisco Franco, cuyas afirmaciones eran sabias, pero complejas de seguir el hilo a raíz de la personalidad histriónica del español.

Añadiendo las preguntas de índole extraño, Zabludovsky cuestionó a Dalí sobre su salud mental, y el artista dio una de las respuestas más elegantes de la historia:
La única diferencia entre Salvador Dalí y un loco es que no estoy loco.
Dalí habló también sobre el arte mexicano, admitiendo que no le gustaba el muralismo, aunque respetaba a los artistas de esta corriente y admiraba su talento, pero, desde su punto de vista, la pintura no debía ser más grande que el lienzo que se coloca en un caballete.
Con todo el respeto que le tengo a los artistas de gran talento de México, el arte mexicano no me gusta absolutamente nada, sobre todo los que hacen los modernos, todos los muralistas. Para mí, las pinturas que ya pasan de los límites de un cuadro de caballete, ya encuentro que son un desastre.
Salvador Dalí tuvo una relación muy extraña con México y su cultura que, si bien, no despreció del todo, si resultaba incompatible con el gusto del genio surrealista.
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