Por Paulina Galindo
Cocinar ha sido en lo que he encontrado mi foco en la vida, se me facilita, y encuentro inspiración en todos lados. Voy a cocinar a media mañana con los chefs y luego regreso a la casa, donde cocino para mis hijos y mi esposa.
Mi lugar seguro es la cocina y, especialmente, mis restaurantes, Puntarena, porque yo hice el diseño y el concepto, lo he trabajado y evolucionado, y tengo un grupo de gente con el que me entiendo muchísimo y con el que tengo un gran vínculo.
No creo en la parte de hacerse solo, yo no me hice solo, hubo mucha gente que me ayudó. Además, debes trabajar muy duro y ser muy insistente en lo que quieres para lograr cualquier cosa.
El ejercicio me ayudó mucho a enfocarme. Desde hace 15 años, mi disciplina es levantarme a las 5 de la mañana a correr, no para estar fit ni sano, sino porque me ayuda a entender que mi día ya empezó. Al regresar, ya organicé mis ideas, y entonces empiezo bien.
Creo en la disciplina y el trabajo duro, no hay fórmulas mágicas. La suerte no existe, es algo que construyes, pero sin pasión, no hay manera de hacerlo. La pasión es un motor brutalmente poderoso; tener una idea, tomar una decisión, salir a hacerla y darle continuidad es súper difícil.
Mi legado es con las personas, que son el motor de esta empresa, al ayudarles a desarrollarse, educarse y tener una posibilidad más allá, como la que yo tuve. Y mi mayor satisfacción es ver que ya está pasando.
Trato de ser un mentor para la gente, y de compartirles mi historia, pero la parte importante, no la del chef, sino la de la persona que, con pasión, obstinación y trabajo duro, llegó hasta donde estamos ahorita.
Claudia, mi esposa, se la ha rifado; hubo muchos años en que yo llegaba en la noche oliendo a pescado y a cochambre, y ella me apoyó mucho, eso es súper importante, porque si alguien te jala para atrás, no lo logras. Mis hijos han aprendido que esto es mi vida, y les encanta. También trato de mantener un balance más hacia mi familia, sin perder el foco en el trabajo.