El secreto de la belleza, más allá del bisturí, está en conservar una piel tersa, nutrida e hidratada, unos huesos fuertes y una tonificación muscular aún activa. Amén del uso de cremas con principios activos, realizar ejercicio y dormir bien, lo más importante es cuidarnos por dentro; aquí es donde la alimentación, la gasolina que le damos a nuestro organismo, juega un papel primordial.
Las mujeres, de constitución distinta a la del hombre, sufrimos un rápido desgaste de algunos nutrientes indispensables para tener una imagen impecable con el paso del tiempo.
Los básicos de una buena alimentación
Estos son los nutrientes que tu cuerpo necesita para conservarte joven y hermosa toda la vida:
Vitamina D. Muchas veces olvidada, es aquella que permite al calcio fijarse en nuestros huesos, evitando el raquitismo (en niños y jóvenes) y la osteoporosis (en edades avanzadas). Esta vitamina se sintetiza en primer lugar a través de los rayos del sol y también de la alimentación. Como es liposoluble (viaja en la grasa), las mujeres solemos bajar la dosis necesaria diaria al seguir dietas de adelgazamiento. En estos casos, se puede hacer uso de suplementos, aunque lo más recomendable es seguir una dieta equilibrada en la que no falte el pescado azul, los lácteos enteros y la yema de huevo.
Vitamina C. Es la más reconocida; la que consideramos que no puede faltar en los niños, así que les obligamos a beberse un jugo de naranja a diario. ¿Pero cuál es la función de esta famosa vitamina? En primer lugar, entendamos que es hidrosoluble y nuestro organismo no es capaz de generarla; además, tiene un proceso oxidativo muy alto, es decir, desaparece rápidamente, por lo que su consumo debe ser constante. Su poder antioxidante refuerza el sistema inmune, retrasa el envejecimiento al ser un regenerador celular y ayuda a la absorción de otras vitaminas y minerales, como el hierro (esencial para evitar las anemias), y a la activación del colágeno, un magnífico reparador natural. La principal fuente de vitamina C son los vegetales consumidos en crudo y las frutas cítricas.
Ácido fólico. Conocido también como vitamina B9, es sobre todo imprescindible en mujeres que están o van a quedar embarazadas. Es el padrenuestro en las prescripciones de los ginecólogos, pues la carencia de esta vitamina puede provocar deformaciones en la placenta, así como defectos cerebrales o espina bífida en el feto. Su fuente principal, como su nombre indica, son los alimentos de hoja verde: espinacas, lechugas verdes, acelgas, canónigos…, pero también se encuentra en los frutos secos, los cereales y, especialmente, los garbanzos.
Colágeno. Se ha puesto de moda sobre todo en tratamientos de belleza, unido al ácido hialurónico. Al ser una molécula proteica, ayuda a la regeneración de tejidos óseos y musculares, cartílagos y tendones, y forma parte importante de la conservación de la masa muscular. En teoría, es difícil sufrir carencias de esta sustancia, pero no está de más tenerla en cuenta y procurar una dieta rica en vegetales de tonalidad roja con alto contenido en licopeno (tomate, remolacha, cerezas, frambuesas, fresas) y todos aquellos alimentos con alto contenido de proteínas, como carnes magras, pescados, mariscos, huevos y vísceras.