Por: Brisa Granados
¿Cómo eras de pequeño?
A los ocho años hice un programa infantil y a los 14 entré al grupo Los Chamos.
¿Eras travieso?
Sí, mucho. Por eso me hacían descargar toda mi energía en el deporte.
¿Cómo te castigaban?
Mi madre me daba nalgadas y alguna vez, un correazo, pero me lo merecía: era muy travieso. Un día me le escondí en un parque y acabé perdiéndome, ¡imagínate tú los nervios! O luego íbamos por un helado y cuando volteaban yo ya no estaba. ¡Era un torbellino!
¿Cuál era tu juguete favorito?
Siempre tuve instrumentos: a los tres años me regalaron mi primera guitarra y a los cinco un acordeón.
¿Qué no te gustaba de ser niño?
Levantarme temprano. Me tenían que vestir aún dormido para ir a la escuela. Estaba en un colegio de curas y mi primera clase era a las 7:15 a.m.
En el colegio eras el…
Travieso, pero nunca reprobé ninguna materia. Era inteligente en el salón y durante el receso me gustaba juntarme con los malos.
¿Cómo era tu habitación?
Me la pasaba pintándola; una vez le puse franjas grises y blancas. Por todos lados pegaba carros, motos y pósteres de artistas como Guns N’ Roses, Poison, Bon Jovi y U2.
Y ahora que vas a ser papá, ¿tu visión ha cambiado?
Sí, es increíble que todo lo que nos dicen nuestros padres es verdad: ¡todo! Hay que escucharlos, tenerles paciencia porque vamos para allá.
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