La comida tiene un poder único: puede transportarnos en el tiempo, evocando recuerdos y emociones que creíamos olvidados. La nostalgia, ese sentimiento agridulce que nos conecta con el pasado, encuentra en los alimentos uno de sus vehículos más potentes. Desde el aroma de un plato cocinado por nuestras abuelas hasta el sabor de una golosina de la infancia, la comida nos permite revivir momentos que parecían perdidos.
No se trata sólo de recordar el pasado, sino de revivirlo en el presente. Por lo que muchos de nosotros buscamos recrear recetas familiares o volver a restaurantes de la niñez. Cada bocado es una ventana a un tiempo y lugar específicos: un hogar, una celebración o un momento de confort. Este fenómeno es tan poderoso que el sabor no es sólo lo importante, sino también la historia que lo acompaña. El simple acto de comer puede convertirse en una experiencia profundamente emocional.
Estudios sugieren que la nostalgia adicionalmente a hacernos sentir bien también puede influir en nuestras decisiones alimentarias. En tiempos de incertidumbre o cambio, tendemos a gravitar hacia los alimentos que nos brindan seguridad y consuelo. En muchas culturas, los platos tradicionales son los que mejor evocan este tipo de sentimientos, conectando a las personas tanto con su propia historia, como con su identidad cultural.
La industria alimentaria ha sabido capitalizar esta tendencia, reintroduciendo productos y sabores que apelan a la nostalgia de los consumidores. Desde campañas publicitarias que evocan el pasado hasta el relanzamiento de productos icónicos, dicho sentimiento se ha convertido en un recurso valioso para atraer a los clientes.
Sin embargo, la relación entre la comida y la nostalgia también tiene sus matices. Aunque puede ser reconfortante, también nos recuerda la fugacidad del tiempo y la inevitabilidad del cambio. El sabor exacto de un plato de la infancia, preparado con ingredientes y métodos que ya no se utilizan, puede ser imposible de replicar. Pero quizás esa sea su magia: no se trata de recrear el pasado, sino de apreciar su influencia en el presente.
En un mundo que avanza a un ritmo vertiginoso, la comida nos ofrece un refugio. La nostalgia en la comida no es sólo un capricho, sino una forma de conectar con lo más profundo de nuestro ser. Cada plato que nos devuelve al pasado es una invitación a saborear la vida con un poco más de gratitud y amor. Así que la próxima vez que te sientas tentado a probar ese plato que te recuerda a tu niñez, hazlo, porque estás saboreando mucho más que una comida: estás disfrutando de un pedazo de tu historia.
Quiero compartirte algunas recomendaciones a través de las cuales podrás viajar en el tiempo y conectar con algún recuerdo:
- Visita y consulta la Biblioteca de la Gastronomía Mexicana de Fundación Herdez, la cual cuenta con un acervo de 7 mil 400 volúmenes que seguro enriquecerá tu conocimiento sobre el tema culinario y podrás encontrar estas recetas.
- El museo Galería Nuestra Cocina Duque de Herdez en el que durante el recorrido podrás viajar en el tiempo de las cocinas en México. Seguramente la exhibición de la cocina moderna te despertará recuerdos.
- La novela, Los misterios de la taberna Kamogowa de Hisahi Kashiwai que leí el año pasado, narra la necesidad de regresar al lugar donde los comensales han sido felices, a través de la comida. Una lectura muy recomendable.
- Nagori, la nostalgia por la estación que termina de Ryoko Sekiguchi, leído en febrero de este 2024. Dice la autora en su libro que la comida industrial no conoce el nagori, ni tampoco la nostalgia. Nos brinda una posibilidad de refugio, una madriguera cómoda y siempre idéntica a sí misma.
- Consulta, ya sea en videos o en sus libros, el material de la reconocida psiquiatra Marian Rojas quien nos dice que siempre hay qué identificar nuestra emoción, en este caso la nostalgia y el por qué ha aparecido.
Usa la nostalgia para recordar y compartir, generando nuevas memorias a través de la comida.
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