Hoy te invito a acompañarme en una travesía especial: no cruzaremos selvas ni montañas, sino que navegaremos entre significados e ideas. Será una aventura semiológica, como diría Roland Barthes, el filósofo francés. Ven conmigo a investigar cómo se formó la relación entre el jengibre con la Navidad.
Un regalo de Navidad
Me encontré con mi amiga Samantha, que es pastelera, para vernos y platicar antes de Navidad. Al terminar nuestro almuerzo me regaló una casita de pan suave hecha con jengibre y manzana, acompañada por un caramelo salado, una combinación deliciosa.
Me pareció un regalo muy lindo y adecuado para la temporada, porque cuando pensamos en la Navidad es muy común imaginar a estas galletas con forma de casita que cada día vemos más en los supermercados y que tienen la tradicional forma de “chalet”, que inmediatamente nos transportan a pensar en una pradera europea cubierta de nieve.
Fue ahí cuando me pregunté, ¿cómo fue que estas casitas de jengibre se convirtieron en símbolo universal de la Navidad incluso en lugares cómo México, donde la mayoría de sus habitantes nunca ha visto caer nieve en sus ciudades? Súbete, vamos a ver qué nos encontramos.
El origen del jengibre
El jengibre es una planta nativa de Asia, que se originó en los bosques tropicales del sur del continente. Aunque se desconoce la fecha exacta de su domesticación, existen registros de su uso en la medicina tradicional oriental desde hace más de 5,000 años.
En la India, por ejemplo, el jengibre juega un rol importante dentro de la medicina Ayurveda, que busca equilibrar las energías del cuerpo mediante el ejercicio, la alimentación natural y la meditación. En estas prácticas, el jengibre es utilizado para mejorar la salud digestiva, la circulación de la sangre y la protección de las vías respiratorias.
Medicina Ancestral Desde el lejano Oriente
Con el paso de los siglos y el establecimiento de las culturas griegas y romanas, el jengibre ya era conocido en el mediterráneo. El historiador romano Plinio “el Viejo” ya hablaba de su sabor picante y su diferencia con las pimientas, que tienen un sabor similar.
Estas rutas comerciales entre Asia y Europa, como La ruta de la seda, que transportaba mercancías por tierra o la Ruta de las especias, que lo hacía por mar, ayudaron a que el jengibre extendiera sus dominios y también sus significados. El jengibre se convirtió en un ingrediente exótico, venido desde el lejano oriente y con muchas propiedades mágicas para la salud.
Durante la edad media, el jengibre se convirtió en un lujo que solo las familias ricas podían pagar o que sólo dentro de los monasterios se solía conocer. Recordemos que durante esta etapa de la historia las enfermedades como la lepra o la peste negra tuvieron un impacto importante, en este sentido, fueron los monjes quienes acumularon el conocimiento y tomaron el rol de médicos o alquimistas, por lo que el jengibre pasó a convertirse en un ingrediente milagro.
Exótico, picante y caliente
Ya asimilado en Europa, el jengibre formó parte de un conjunto de especias que se pusieron de moda, por lo que es muy común encontrar recetas medievales que suelen mezclar jengibre, canela, clavo y azafrán.¿Qué tienen en común todas estas especias? Que pican.
Ok, de acuerdo, no pican tanto como un chile, pero si pensamos que sus paladares no estuvieron acostumbrados a este tipo de sabores, el jengibre pudo sentirse como fuego ardiente en la lengua. Y lo ardiente se puede relacionar con lo pecaminoso, que a su vez remite a lo sexual. A pesar de que eran en la vida medieval fueron muy religiosos, es muy común que entre los libros de los grandes castillos también se escondieran remedios médicos muy lujuriosos.
Durante el siglo XI se popularizó un libro llamado Zad al-Musafir, mejor conocido en esos tiempos como El Viaticum o Provisión del viajero. Este libro fue escrito por un médico árabe llamado Ahmed Ibn al-Jazzar. En su libro, el jengibre funcionaba para aumentar el deseo sexual de los señores medievales, ya sea frotándolo directamente en el pene, masticándolo o incluyéndolo en un tónico mezclado con mil ingredientes más. Todavía ahora lo puedes encontrar como ingrediente en diversos suplementos para mejorar la potencia sexual.
Un regalo para sorprender
Al ser un producto de estatus y tener ese picor exótico, el jengibre no tardó en ser incorporado en recetas no medicinales. Comenzó a utilizarse en la preparación de bebidas, cervezas y panes. Como el jengibre era un producto caro, traído desde el otro lado del mundo, era también un sabor especial que no todos podían permitirse.
Por eso a la Reina Isabel I, la última de la dinastía Tudor, le pareció el regalo perfecto para los miembros de su corte y mandó a hacer galletas de jengibre con los rasgos de cada uno de sus invitados. En esa época, además, se tenía la creencia de que sí una mujer joven lograba que el muchacho de su interés comiera una de estas galletas, entonces la suerte la llevaría a casarse con él. Gran estrategia de la reina para caerle mejor a sus detractores, ¿no crees?
La casa de la bruja
Con el paso de los siglos y la llegada de la revolución industrial, las especias como el jengibre se volvieron más comunes y su acceso siguió siendo de estatus, a pesar de no ser tan exclusivo. El pan y las galletas de jengibre ya eran preparaciones adoptadas y las casas de jengibre se volvieron populares en Alemania, aunque no eran la forma única forma de galleta.
En mi búsqueda no encontré fuentes claras sobre el origen de la forma de casa. Por lo general, se relaciona con el cuento de los hermanos Grimm, Hansel y Gretel, publicado en 1812. Ya sabes, el clásico cuento de los hermanos que se pierden en el bosque y entran a la casa de una bruja y que formó parte de una recopilación de historias de la tradición oral germánica.
Lo interesante es que, según algunas fuentes, las primeras versiones del cuento no mencionan que la casa fuera de jengibre, sino que, poco a poco la forma del pan que ya se hacía en Alemania se fue relacionando con la casita del cuento, lo que ocasionó que en posteriores ediciones se mencionara que la bruja tenía una casa de jengibre.
El salto a la Navidad
¿Y todo esto que tiene que ver con la Navidad? Nadie lo sabe, o al menos, nadie en el internet. Algunos creen que ya desde la edad media el pan de jengibre se asoció con las fiestas religiosas, pero a mí la hipótesis que más me convence es la de su influencia de Hansel y Gretel, pero no el cuento, sino la ópera.
Resulta que en 1893 el compositor alemán Engelbert Humperdinck, se dejó convencer por su hermana y escribió una ópera sobre Hansel y Gretel, inspirada en los cuentos que le contaba a sus hijos. La ópera se ambientó en un escenario que remitió al bosque invernal y que remite a tiempos de hambre y escasez. La primera función fue dirigida por Richard Strauss y se estrenó el 23 de diciembre, desde entonces suele asociarse esta obra con las fechas de navidad y, posiblemente, ahí terminó por consolidarse el sentido de la galleta de jengibre como un platillo navideño.
La galleta de jengibre en la actualidad
Hasta hace un par de décadas, estas casitas de jengibre eran populares sólo en las clases medias y altas mexicanas que tenían un contacto más cercano con la cultura estadounidense, y por lo tanto, se mantenían como un símbolo de estatus.
A pesar de que solemos consumir contenidos estadounidenses desde que se puso en marcha el tratado de libre comercio, la galleta de jengibre no se había popularizado tanto, hasta ahora. En mi opinión, el punto de inflexión fue la llegada de Shrek, nuestro ogro favorito.
En las películas de Shrek, la galleta de jengibre es uno de los personajes más icónicos de toda la saga. La escena donde Lord Farquaad amenaza a Jengi de quitarle los botones de gomita está tatuada en la memoria de muchos de nosotros. Sin embargo, nunca había comprendido la frase con la que empieza el diálogo:
Corre, corre, corre, que nadie te pueda alcanzar. No me podrás atrapar, soy el hombre de jengibre.
Pues bien, resulta que hay un cuento folclórico estadounidense que nos puede dar luz sobre esto: cierto día una anciana horneó un hombre de jengibre, cuando de pronto cobró vida. La anciana y su marido intentaron atraparlo para comerlo, pero el hombre de jengibre escapó corriendo. Afuera, en el camino, una vaca y un caballo intentaron comérselo, pero también escapó. Pronto llegó a un río que no podía atravesar, pero un zorro le ofreció ayuda. El hombre de jengibre aceptó, se subió a la cola del zorro, luego a su lomo, sin embargo el agua subía más y más. Al final, el zorro le sugirió subir a su nariz y el hombre de jengibre, confiado por la ayuda recibida, terminó siendo devorado por el astuto animal.
El final de la aventura de hoy
Y llegamos al final de nuestra aventura semiológica. ¿Notaste cómo fue cambiando el significado del jengibre en todo este recorrido? Es así como una medicina exótica se puede transformar en un remedio sexual, luego en un regalo especial, para terminar en una tradición infantil navideña.
Pero antes de despedirme quiero que nos fijemos en otro cambio de sentido que está teniendo la casita de jengibre. Seguro te encontraste un video de TikTok donde una chica hace su “casita de jengibre”, pero con un chicharrón de harina. ¿Qué loco, no crees? Así de loco es el mundo de los signos porque en vez de tomar el sabor a jengibre, se quedó con la forma de la casita para hacer su versión mexicana.
Así cambian los símbolos, un día son casitas de jengibre, mañana podrían ser de chicharrón. Quizá en el futuro algún mandatario mexicano sorprenda a sus invitados de alemanes o de la India con una casita de chicharrón como detalle navideño.
*Rafael Cortés es semiólogo e investigador de mercados. Escribe en los comentarios si quieres más aventuras semiológicas.
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