Cultura

Realismo mágico: la corriente que encuentra lo mágico de nuestra vida

Por: Paulette Jonguitud * 19 agosto 2022 • 3 minutos de lectura

El realismo mágico dejó de ser un tema que nos encontrábamos en las clases de la prepa, y ahora nos mira desde todas las esquinas de la librería.

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Realismo mágico
iStock

Estamos acostumbrados a escuchar el término Realismo Mágico y asociarlo con los libros que leímos en la escuela, con la magia y con las mariposas amarillas. El realismo mágico es una corriente artística que toma elementos de lo fantástico, lo mágico, para insertarlos en la realidad cotidiana, presentando espacios, historias y personajes habituales e invadiéndolos con un toque supernatural.

Hoy tiene exponentes tan diversos como Salman Rushdie, Gabriel García Márquez, Haruki Murakami, Alice Hoffman y Toni Morrison. El realismo mágico dejó de ser un tema que nos encontrábamos en las clases de la prepa, y ahora nos mira desde todas las esquinas de la librería.

En un momento post pandémico en que durante el encierro fueron las historias las que nos mantuvieron cuerdos, podemos reexaminar las obras que nos proporcionaron un escape a universos paralelos en los que reconocemos algunos elementos y nos dejamos maravillar por otros. La fantasía anclada en la realidad nos mantuvo a flote durante casi dos años en los que las paredes de la casa eran nuestra frontera infranqueable, y ahí redimensionamos su valor.

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Gabriel García Márquez
Luis Fernando Moreno | AFP

La corriente del realismo mágico se asocia con la literatura y con Latinoamérica, pero fue un historiador, crítico y fotógrafo alemán, Franz Roh, quien acuñó este término hoy irremediablemente aunado a la figura de uno de sus más grandes exponentes, Gabriel García Márquez, cuya obra literaria se cuenta entre las más leídas del mundo. Es una corriente artística que tiene un pie en la realidad más cotidiana y reconocible y el otro pie en un componente mágico o es siempre optimista, y una de sus características es la exposición de eventos sociales problemáticos que se repitieron en buena parte del mundo en desarrollo.

“Es, así, una manifestación de incredulidad frente a problemas como el hambre, la industrialización de países agricultores y las consecuencias de la colonización una vez que el invasor se ha ido”.
Franz Roh
Wikimedia Commons

El término parece ser sinónimo del espacio latinoamericano en donde puede ocurrir la más fantástica de las historias, pero conviene recordar que es un término dual: realismo mágico implica la magia, sí, el componente fantástico que transforma la cotidianidad en un sueño (o en una pesadilla), conservando siempre un pie en la tierra, en la realidad, en los espacios que nos son familiares y que reconocemos. Así, la obra literaria y pictórica de esta corriente nos hace detenernos a pensar, a dudar: ¿será que esto es posible? ¿Será que de verdad estas historias están ocurriendo frente a mí y no me he detenido a verlas?

“De ese modo nos involucra como lectores, nos lleva a cuestionarnos la solidez de la realidad que creemos inamovible, y nos invita a suspender la incredulidad para adentrarnos en historias sorprendentes”.

Desde el realismo identificamos a las personas que las habitan, incluso se parecen a miembros de nuestra familia, podemos discernir también las situaciones que nos plantean: la llegada del ferrocarril, el abandono de las grandes fábricas, la sobrepoblación, y también podemos dar el salto creativo hacia cuencos de comida que se llenan solos, hacia mujeres que se echan a volar para escapar de sus agresores y matronas que viven más de cien años explotando a su descendencia.

La conversación que existe entre las dos palabras que describen este género es el componente más interesante de la corriente, los artistas que la conforman elevan un espejo frente a su entorno, lo hacen girar, analizan cómo refleja la luz y cómo distorsiona los objetos que en él se demuestran, y plasman en su obra artística precisamente esa distorsión, esas aristas de luz que se deforman, esos ojos que parecen estar flotando en un rostro sin facciones, esos pueblos habitados por retazos de personas. Pero los espejos no son selectivos, reflejan por igual lo que nos hace sentir orgullosos y lo que nos confronta, y es ahí donde el realismo hace su papel y nos recuerda que esos hombres de ojos enormes tienen hambre y han sido abandonados por las empresas trasnacionales que agotaron los recursos de sus tierras.

Sobrepoblación y realismo mágico
Desde el realismo podemos discernir situaciones que nos plantean: la llegada del ferrocarril, el abandono de las grandes fábricas o la sobrepoblación. | iStock

El realismo mágico nunca está muy lejos del horror que nos cuestiona lo que vemos, que pone en duda la existencia misma del espejo en el que todo se asoma. Es ahí donde reside la atracción que como lectores y espectadores sentimos hacia esta corriente: está lejos de nuestra cotidianidad y a la vez está aquí, pegadita a nosotros, podemos consolarnos cerrando el libro o saliendo del museo, pero una parte de lo que leímos, de lo que observamos, se va enredado con nuestra sombra y nos obliga a encontrar lo mágico en la realidad que nos envuelve.

*Paulette Jonguitud
Escritora. Autora de los libros Mildew, Algunas margaritas y sus fantasmas y El Loco del Martinete.
Lee más sobre Paulette Jonguitud en su sitio web.

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