Diálogos

Entrevistamos a Jorge Volpi sobre su novela Las agujas dementes

Por: Carlos Betancourt Núñez 28 diciembre 2020 • 6 minutos de lectura

En entrevista para Central, el autor mexicano Jorge Volpi nos habla de su nueva obra en donde, a través de un juego cruel y una seducción atroz, nos narra la trágica historia de Sylvia Plath y Assia Wevill, mujeres despechadas a causa del poeta Ted Hughes, quienes terminaron sus días —cada una por su cuenta— inhalando el gas de su estufa hasta morir.

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Jorge Volpi las agujas dementes

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Para hablar de Las agujas dementes, el nuevo libro de Jorge Volpi, debemos hablar de libertinaje, por lo menos, como tema literario. Definida por la RAE como una actitud en la que hay “desenfreno en las obras o en las palabras”, existen grandes ejemplos en las letras universales: tenemos las sátiras del autor romano Juvenal, donde critica los excesos de la clase política del siglo I, hasta las cáusticas narraciones del argentino Osvaldo Lamborghini, donde la depravación social se simboliza en los horribles tadeys, especie ficticia que guarda muchas semejanzas con la humanidad actual.

Para hablar de Las agujas dementes, el nuevo libro de Jorge Volpi, debemos hablar de libertinaje, por lo menos, como tema literario.

Más cercano al libertinaje adúltero de Las amistades peligrosas –escandalosa novela de Pierre Ambroise Choderlos de Laclos–, que al libertinaje pornográfico de Sade o Apollinaire –abarrotado de escenas sexuales–, el ejercicio narratúrgico que ahora nos presenta Volpi a través de la editorial Almadía es un texto en el que egoísmo, sexualidad, traición, infidelidad y, en fin, hipocresía humana, son retratadas valiéndose de una perspicaz revisita a la historia que protagonizaron la escritora Sylvia Plath, su marido Ted Hughes, la publicista Assia Wevill y su tercer esposo, aspirante a poeta, David Wevill.

jorge volpi las agujas dementes
La poetisa, novelista y escritora Sylvia Plath (1932-1963). /

En entrevista para Central, Jorge Volpi nos cuenta las motivaciones que lo llevaron a la confección de esta nueva entrega:

Las agujas dementes nos muestra una historia ideada para ser llevada a escena, pero también resulta una escritura que puede ser leída a la manera tradicional de cualquier narración. ¿Cómo fue que te decidiste por un género que conjugara el teatro y la novela para hablar de los días finales de Sylvia Plath y Assia Wevill, parejas sentimentales del laureado poeta Ted Hughes, y el posterior suicidio de ambas?
Cuando empecé a escribir el texto el año pasado en tiempos prepandémicos, mi intención original era realizar un montaje escénico basado en el triángulo amoroso Plath-Hughes-Wevill –idea que persiste, pues en la Feria del Libro de Oaxaca hicimos una lectura dramatizada–, pero no fue sino hasta este año que lo terminé de escribir, que descubrí que también quería que fuera una historia que pudiera leerse sin necesidad de una representación teatral y de ahí surge esta edición tan bonita con Almadía.

¿Por qué en específico esta historia?
Yo conocía la vida de Sylvia Plath y su trágico suicidio, siempre he leído su obra con enorme admiración, pero no fue sino hasta que me enteré del episodio adicional, de la manera en que Assia termina sus días –exacerbando incluso de manera horrible el suicidio de Plath en su propia muerte–, que me decidí a escribir esta obra que es sobre la relación entre poesía y vida, sobre la locura, la depresión, la violencia machista… Todos esos temas están ahí.


El autor se refiere a los sucesos ocurridos entre 1962 y 1963, cuando los matrimonios Hughes-Plath y Wevill-Gutmann fraternizaron primero y padecieron después: arrendatarios de David y Assia, en 1962 Ted y Sylvia invitaron a sus inquilinos a pasar unos días a su casa en Devon, intentando apaciguar así los malos ratos que cada vez eran más frecuentes entre ellos. La invitación fue recibida con gusto por David, que admiraba la obra de Hughes y Plath, así como por su esposa ocho años mayor que él, quien dijo a su jefa en la agencia de publicidad donde trabajaba: “Voy a seducir a Ted”.

Según se cuenta en el libro biográfico Assia Wevill de Yehuda Koren y Eilat Negev, la noche del viernes 18 de mayo, durante la cena, Assia dijo haber soñado con una enorme perca, pez que para Ted guardaba un simbolismo respecto a su casamiento con Sylvia. Al oír dicha coincidencia, la escritora no pudo sino recelar de su invitada y no erraba, ya que para el domingo, ante la incrédula mirada de la autora, Assia y su marido se besaban en su propia cocina, o al menos eso fue lo que la publicista quiso que creyera David, quien extrañado de la actitud de Plath después de esto, preguntó a su mujer qué le habría ocurrido a la poeta, a lo que ella respondió tajante: “Ted me ha besado en la cocina y ella lo ha visto”.

Para el domingo, ante la incrédula mirada de la autora, Assia y su marido se besaban en su propia cocina.

Para el martes 26 de junio, cinco semanas después, Ted le dejó a Assia una nota en la recepción de la agencia de publicidad: “He venido a verte, sin importar los matrimonios”. El resultado tan de todos conocido fue que el 11 de febrero de 1963, después de preparar el desayuno para sus dos pequeños hijos que todavía estaban acostados, Sylvia cerró la puerta de su cocina sellando con cinta aislante cualquier resquicio posible, abrió la llave de gas del horno de su estufa y se dispuso a morir. Los días que siguieron encontraron a Ted y Assia compartiendo la cama de Sylvia, cuidando de sus hijos y revisando juntos sus últimos manuscritos: el poemario Ariel, publicado (y suprimido) póstumamente por Ted; una novela inédita donde al verse retratado en ella se presume que fue destruida también por él; un diario personal de Plath que con certeza (ese sí) se consumió en el fuego a instancias del adúltero exesposo con el argumento de “proteger” a los pequeños Nicholas y Frieda de lo que su madre había escrito ahí.

Con pluma sutil, Volpi nos va introduciendo en cada una de estas anécdotas en un juego que no respeta una cronología lineal, pues durante los 22 cuadros –o capítulos– que componen Las agujas dementes –la nefasta cena en Devon, el trágico desenlace de ambas mujeres, los encuentros de Plath-Hughes, Hughes-Wevill–, se nos van mostrando mediante escenas por momentos surrealistas en las que los personajes rompen la cuarta pared al dirigirse al público –o lector–, lo mismo que episodios minimalistas donde se privilegia el diálogo cruel pero conciso entre los personajes, así como las convenciones que en todo momento requiere un drama teatral, sin desdeñar las pocas pero efectivas descripciones propias de una narración novelesca.

jorge volpi las agujas dementes

Además del evidente hecho verídico en el que descansa tu historia, ¿qué otras influencias nutren a tu narraturgia?
Por supuesto Heiner Müller y su magnífico Quartett –adaptación de Las amistades peligrosas–, y tampoco puedo dejar de lado a Harold Pinter, quien reescribió su obra teatral Los enanos para convertirla en una novela, por mencionar un par de referencias obligadas para cualquiera que esté intentando escribir textos dramáticos.

Para finalizar, cuéntanos: aunque anteriormente has llevado a escena El origen del mundo, ¿considerarías que Las agujas dementes es tu primera obra de teatro como tal?
Bueno, sí, ya que el Origen del mundo –que fue estrenada por la Compañía Nacional de Teatro–, es en realidad un primer experimento con adaptación propia de mi novela Memorial del engaño, en tanto que Las agujas dementes es una obra pensada directamente como un texto teatral, y de hecho sigo teniendo ideas para otros más, cosa que me gusta mucho, pues me fascina el enorme desafío que representa para un narrador cambiar tan drásticamente de género.

Con estas palabras cerramos la entrevista a Jorge Volpi, no sin antes dejar las palabras que pone en boca de la desafortunada Assia para resumir mejor que nadie el quid de este fatal triángulo amoroso que presenciamos en Las agujas dementes:
Assia: (A Ted) Desde que salimos de casa me prometí que vendría a seducirte. Fue mi marido quien me contó que la perca era tu pez favorito. (A David) Gracias, amor. (Assia avanza hacia Sylvia, la mira fijamente, acaricia un rizo de su cabello, como antes, y le susurra al oído): Pensarás que soy una perra. Y tendrás razón. Tu marido. Y en tu propia casa. No tengo excusa. […] Necesitan una bomba, y esa bomba soy yo. Me sacrifico por ustedes. No, Sylvia, me sacrifico por ti.

Las agujas dementes
Almadía
160 páginas
$159.00 MXN precio estimado

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