Durante la década de los 70, México tuvo un gran influjo de exiliados provenientes de Chile, de aquellos que tuvieron las oportunidades de poder salir de un país al borde de la dictadura de Pinochet y de los diversos crímenes y atrocidades que ocurrieron durante su régimen. Ni hablar también del exilio argentino al país.
Muchos de estos exiliados llegaron a vivir a Villa Olímpica, un complejo residencial que fue construido para darle alojamiento a los atletas de las Olimpiadas de 1968 y que muy pronto se convirtió en “una pequeña América Latina en plena Ciudad de México”.
En este complejo y en las historias de las familias chilenas que emigraron a México está la trama del documental Villa Olímpica de Sebastián Kohan Esquenazi, su segundo cortometraje que ya ha sido premiado y que ahora compite en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM).
Este documental habla sobre cómo cerca de 3 mil exiliados comenzaron una nueva vida en Villa Olímpica, pero que inevitablemente se vería interrumpida por el regreso de los padres una vez terminaron las dictaduras. Bajo la premisa de “El retorno de los padres es el exilio de los hijos”, Kohan explora las relaciones familiares y los traumas derivados en por lo menos dos generaciones de familias que vivieron en carne propia el desplazamiento y la migración a consecuencia de los conflictos políticos y militares.
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Villa Olímpica ya ganó el Premio a Mejor Película en el Festival Internacional de Cine de Santiago y formó parte de la Selección Oficial del Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires, y ahora contiende en la Selección Oficial de Documental Mexicano en la 20ª edición del FICM. Además, en el marco del FICM, este documental será proyectado el 24 de octubre en Cinépolis Centro de Morelia, Michoacán.
Para Kohan, muchas veces el exilio fue considerado “un castigo menor”, situado dentro de un contexto de horror generalizado por la acción de las dictaduras cívico militares, que desplegaron un sistema de represión jamás antes visto en el continente que contó incluso con coordinaciones internacionales para perseguir, detener, torturar, asesinar y desaparecer opositores políticos.
Sin embargo, el cineasta explica que
Me interesó mucho contar no sólo el exilio, sino el retorno como un proceso complejo, porque en Sudamérica el retorno se vivió con mucha alegría porque era casi un sinónimo del retorno de las democracias. Pero ahí quedó escondida una gran parte de la realidad, que fue la ruptura de familias, amistades, vidas enteras.
No te pierdas de este documental de Sebastián Kohan Esquenazi.
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