En la actualidad, vivimos una época donde los lanzamientos simultáneos son algo muy cotidiano, es normal que salgan a la luz en todo el mundo las películas, los videojuegos y los juguetes, al mismo tiempo que en su país de origen. Esto no era así en el pasado, especialmente en sitios como México, donde el público tenía que esperar meses, o incluso, años, antes de la salida de un producto, sin embargo, hubo una empresa que pudo cumplir los sueños de la infancia mexicana, rompiendo loas fronteras en el mundo de los juguetes: Lilí-Ledy.
Esta empresa, fundada por Símon Schneider y su esposo, José Ciklik Persky, en la década de los 1950, abrió al mercado mexicano la posibilidad de adquirir juguetes increíbles, y muy avanzados a su época. El nombre toma inspiración en la película Lilí, estrenada el año 1953, aunque la razón social era, en realidad, “Novedades Plásticas”. Resalta que la marca dividía sus juguetes en dos líneas, Lilí para las niñas y Ledy para los niños.
La marca tenía su propia fábrica, situada en el Estado de México, donde elaboraban juguetes originales, de muy alta calidad, subiendo de popularidad con muñecas como Lagrimitas Lilí-Ledy, que podía llorar “lágrimas reales”. La creatividad e innovación de la empresa destacó por estar muy adelantada a su tiempo, con modelos que podían caminar por sí mismas, e incluso, hablar por medio de discos magnéticos.
En cuanto a los niños, la línea Ledy contaba con figuras de acción y vehículos, que destacaban porque podían ser movidos por medio de engranes y un fuete, como sucedió con el Thunderbird Ledy. También fabricaban modelos de trenes para armar, cuyos diseños incluían a algunas compañías ferrocarrileras nacionales.
Suma a esto el popular Hornito Mágico, que podía hornear un pastel de harina con el calor de un foco, que fue un éxito rotundo en todo el país.
Durante la trayectoria de Lilí-Ledy, la situación con las importaciones, especialmente a nivel de entretenimiento, tenía políticas muy cerradas en México y resultaba casi imposible adquirir figuras como Barbie, G.I. Joe y otras franquicias populares. Con esto en mente, el área comercial de la fábrica logró hacer varias alianzas, que incluyeron a Mattel, Kenner y Hasbro.
De este modo, los niños mexicanos pudieron disfrutar licencias internacionales, como Barbie, G.I. Joe, Los Super Amigos o Star Wars, cuyas figuras hoy alcanzan precios exorbitantes en el mercado del coleccionismo. En el caso de estas licencias, las versiones de Lilí-Ledy tenían algunas variaciones que podían superar a la original, debido a que estas eran construidas en la fábrica mexicana, con sus propios moldes.
Es de este modo, como los empleados de este sitio podían tomarse la libertad de modificar los diseños a su gusto, e incluso, optimizarlos, como sucedió con Barbie, que en algunos modelos podía incluir el disco magnético patentado, para hacer hablar a la muñeca. El mismo caso sucedió con La Guerra de las Galaxias, cuyos juguetes podían tener cambios tan sencillos como sustituir una capa de vinilo por una de tela.
En 1975, Lilí-Ledy fue adquirida por la trasnacional Grupo General Mills, lo que causó problemas con el sindicato de trabajadores, y culminó en el cierre de la empresa en 1985, dejando atrás un legado de infancias llenas de momentos felices, que ahora existen solo en la nostalgia .
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