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La educación machista es impartida por mujeres

Por: Brisa Granados 06 marzo 2020 • 2 minutos de lectura

Aunque no lo creas, somos las mujeres las que más contribuimos al odio y menosprecio de otras mujeres. ¡Evítalo a toda costa!

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Family doing laundry
Little boy with his mother is taking laundry out of washin gmachine / Zoran Mircetic/Getty Images

Por Brisa Granados

En muchos hogares mexicanos es común escuchar las siguientes frases: “Calladita te ves más bonita”, o “Cuiden a sus pollitas porque mis gallos andan sueltos”. Las consecuencias de estas “insignificantes” palabras son graves: México es un país lleno de odio, de mujeres entre mujeres y de hombres hacía las mujeres. Cambiemos, ¡ya!

¿Con qué calidad moral hablamos de luchas o erradicar los feminicidios si no somos capaces de dimensionar nuestras palabras frente a los niños?

Es necesario, mejor dicho, una obligación de todas las mamás cuidar los pensamientos, sentimientos y palabras de los niños y jóvenes. Pues ¡son el futuro de este país, del mundo entero!

Lo que debemos hacer

Conocer a nuestros hijos: Platicar, hablar e interesarnos. Saber qué les gusta, qué les incomoda. Qué los pone tristes y qué los hace felices. Y no se trata de hablar cinco minutos al día con ellos, o preguntarles ¿cómo te fue en el colegio? Sino de una vida entera. Dejemos a un lado los teléfonos móviles, iPads y computadoras para darnos el maravilloso regalo de conocer genuinamente, a nuestros hijos, y no sólo en apariencia. Es estúpido pensar que no entienden, que no piensan o que no pueden entablar una conversación interesantes porque “están chiquitos”. ¡Son nuestros maestros!

Seamos tolerantes: Dejemos de juzgar a todos los que nos rodean. De hablar por teléfono frente a los niños diciendo que “fulanita es una tonta en su trabajo”; o que “el marido que ahora tiene Juanita es horrible o no tiene dinero”. Basta de usar nuestro odio y resentimiento para atacar a otras y otros. Y sobre todo frente a nuestros hijos. No los programemos con el chip de ir juzgando y pendejeando a los demás. ¡No los envenenemos!

Hablemos de igualdad: Repitámosle día con día, una y otra vez a nuestros niños que todos somos iguales, sí, ¡todos! Niños, niñas, altos, gordos, morenos, chaparritos. Que no importa nuestro color de piel, apariencia física, condición social o preferencia social. Todos podemos y debemos convivir en paz. Dejemos de sentirnos superiores y de querer que nuestros hijos lo sean, ¿sobre qué o quién? Esa actitud retrograda pasó de moda en la época de las cavernas.

Olvidemos los géneros: Dejemos de comprar el vestido rosa para la niñas y el carrito para el niño. Formemos niñas seguras, fuertes y echadas para delante. Y niños sensibles y que no temas demostrar sus emociones. Qué elijan su profesión con gusto: un hombre puede ser un excelente chef y una mujer una maravillosa CEO. ¡Construyamos adultos felices!

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