Bora Bora es pequeña, pero inmensa en lo que ofrece. Rodeada por una laguna que parece filtrada con luz, la isla principal está custodiada por el monte Otemanu, un pico de piedra cubierto de verde que da forma a la postal más famosa de la Polinesia Francesa.
El nuevo Westin Bora Bora se encuentra frente a esa vista, al final de una pasarela de madera que se interna en el mar. Abrió en 2024, sobre el terreno que ocupaba el antiguo Le Méridien, con una renovación completa que respeta el entorno y apuesta por la comodidad. El diseño es limpio, con materiales naturales, tonos tierra y detalles en azul que reflejan el paisaje. Cada bungalow sobre el agua tiene acceso directo al mar, suelo de vidrio para mirar los peces pasar y, en algunos casos, una piscina privada.
La experiencia comienza desde el cielo. El sobrevuelo en helicóptero muestra la forma perfecta del atolón, el contraste entre la laguna clara y el mar profundo, los caminos estrechos de arena que conectan los motus. Desde arriba, se entiende por qué Bora Bora es uno de los destinos más deseados del mundo.
Ya en el agua, una lancha privada permite rodear la isla a ritmo pausado. Hay paradas para hacer snorkel entre corales, nadar con mantarrayas y sumergirse en zonas tranquilas donde solo se escuchan las olas. En algunos tramos, la laguna tiene tantos tonos que parece pintada por capas.
De regreso al resort, todo está pensado para acompañar el ritmo lento de la isla. El spa usa ingredientes locales como tamanu y coco. La piscina infinita se extiende hacia el mar, rodeada de camas con sombra. El restaurante Varavara sirve pescado recién preparado, mientras que en el bar Te Ava es posible comer sin dejar la piscina. Por las noches, hay música suave y cócteles con jugos tropicales, servidos al borde del agua.
The Westin Bora Bora se distingue por su sobriedad y elegancia discreta. Brinda espacios amplios, serenidad y panoramas que se extienden hasta el horizonte. Ideal para parejas, para quienes buscan una pausa profunda o para quienes desean fundirse con un paisaje que se convierte en protagonista, este resort ofrece una experiencia esencial con refinamiento y armonía.
Bora Bora es un santuario donde la naturaleza dicta el ritmo y cada instante se siente único. Sus aguas cristalinas, protegidas por arrecifes que forman un escudo natural, albergan una vida marina vibrante y diversa que cautiva tanto a quienes practican snorkel como a quienes la observan desde la comodidad de un bungalow. La isla mantiene una conexión profunda con sus raíces polinesias, donde las tradiciones y la hospitalidad local añaden un valor intangible a la experiencia, haciendo que cada visita sea más que un viaje: una inmersión auténtica en un paraíso vivo.
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