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La metáfora sobre VIH en la película 'La bella y la bestia'

Por: Marilú Morales 08 enero 2022 • 2 minutos de lectura

La gran mayoría crecimos con las películas de Disney sin darnos cuenta de los simbolismos escondidos.

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La metáfora sobre el VIH que esconde la película ‘La bella y la bestia’
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La gran mayoría crecimos con las películas de Disney sin darnos cuenta de los simbolismos escondidos, en el caso del largometraje animado, ‘La bella y la bestia’, esconde una metáfora sobre el VIH que pocos saben que existía detrás de la historia.

La película La bella y la bestia es la película número 30 de la entonces Walt Disney Animation, su estreno fue en noviembre de 1991 y fue la primera cinta animada de la historia en ser nominada a los Premios de la Academia en la categoría a “mejor película”.

La historia de romance acompañada de un musical la hace considerarla como la número 34 en la lista de mejores películas románticas estadounidenses por el Registro Nacional de Películas de Estados Unidos en el apartado de “Cultural e históricamente significativa”.

¿De qué va la historia de ‘La bella y la bestia’?

Bella vive en un pueblo francés, adora los libros y ama ayudar al inventor de su padre Maurice. Lejos, en un castillo solo y abandonado un príncipe sufre la maldición que una bruja lanzó a todo su castillo, convirtiéndolo a él en Bestia y transformando a sus súbditos en muebles de los grandes salones.


Un día, Maurice es llamado a una feria de ciencias para mostrar sus inventos pero toma un atajo, se pierde en el bosque y termina rodeado de lobos, en su escapatoria termina llegando al castillo de la Bestia, quien no lo recibe del todo bien en su casa y lo encierra en una mazmorra.

La desaparición de Maurice obliga a Bella a buscarlo hasta encontrarlo e intercambiar su lugar en la celda del castillo. Poco a poco las barreras de la Bestia caen ante Bella sin hacerle saber que sufre una maldición y solo el verdadero amor lo hará regresar a su forma humana.

La metáfora escondida sobre el VIH

Howard Ashman fue compositor y letrista de las canciones de La Bella y la bestia, compartió créditos con Alan Menken, y juntos también trabajaron en 1989 en la musicalización de otro clásico animado de Disney, La Sirenita.

Ashman formó parte del pequeño grupo de Hollywood que en los años 80 que confesó haber contraído VIH (SIDA), incluso fue uno de los primeros hombres en confesar abiertamente su homosexualidad, algo que se mantenía tras bambalinas más que ahora.

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Howard confesó durante la realización del largometraje animado que la maldición de la Bestia era una metáfora en todo sentido sobre su propio diagnóstico y la lucha que llevaba contra la enfermedad.

Incluso una de sus ideas y propuestas además de las letras y la música fue que la Bestia llegara a tener el mismo protagonismo que Bella en la película ya que sentía que el VIH era un asunto importante a tratar y él lo veía como una mera maldición.

Su esperanza era que llegara un milagro mágico a salvarle la vida, una rosa que marcara sus días, sin embargo, no fue así, tan solo unos días después de estrenado el largometraje animado, perdió la batalla contra el VIH.

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