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Así vivimos la romántica e impresionante boda de Bárbara Coppel y Alejandro Amaya

Por: Redacción Central 07 febrero 2016 • 3 minutos de lectura

Como un cuento de hadas...

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Los Cabos, Baja California, fue el destino elegido por la pareja para el enlace.
Los Cabos, Baja California, fue el destino elegido por la pareja para el enlace.

Por: Brenda Fernández

La pareja que fascinó a México, desde el año pasado, llegó al altar con un festejo de cinco días que dejó impresionados no sólo a sus 500 invitados, sino a propios y extraños, y exigió la logística de un evento internacional en Los Cabos, Baja California.

Al llegar al hotel Pueblo Bonito Sunset, los invitados encontraron en sus habitaciones el perfecto care package: una bolsa con una botella de tequila, bronceador, sal de uvas, playeras de golf y el itinerario de cada día.

El jueves se llevó a cabo la boda civil en un ambiente más privado. ¿El lugar? Casa de Letty Coppel, unas de las guapas hermanas de Bárbara. Ella lució un Valentino vintage, mientras que él optó por un look negro, elegante y sobrio. La vista al mar y la puesta del sol combinaron perfecto con la sonrisa de Barbie. Una violinista ambientó la celebración, en la que, por supuesto, no faltó la champaña.

El viernes los hombres se fueron a jugar golf con el novio. Este minitorneo se dio entre risas y ambiente de fiesta. ¿Las mujeres? Disfrutaron de un spa day, con descuentos especiales. Sin duda, fue el previo perfecto para la fiesta que viviríamos.

Y en estos días de fiesta nos encontramos a todo el mundo: Soumy y Fernando Romero; Carlos Felipe de Orleans, duque de Anjou, junto con Diana Alvares Pereira de Melo, duquesa de Cadaval, príncipes de Francia; Gaby Vargas; César Lozano; Óscar Madrazo; y, por supuesto, más amigos y las familias de ambos... bueno, hasta Poncho Lizárraga, de Banda El Recodo, andaba por ahí.

Todos estuvieron muy consentidos; incluso una flota de camionetas se encargó de llevar a los invitados a cada actividad del evento, y en cada momento los flashes de los fotógrafos iluminaron las sonrisas de los presentes.

La misa se llevó a cabo en casa de Letty González de Coppel, mamá de Bárbara. Con el mar de Cortés como testigo, el sacerdote Rafael Martínez, que llegó desde Mazatlán Sinaloa, ofició la ceremonia religiosa. Barbie recorrió el camino al altar del brazo de su padre, Neto Coppel, que no podía disimular el orgullo que siente por su hija, que pronto lo hará abuelo de una niña que llevará por nombre Amaia, en honor a la madre de Alejandro, María Elvia Amaya de Hank, quien falleció hace unos años a causa del cáncer.

Mientras que Jorge Hank Rhon, padre del novio, escoltó a Letty Coppel, las hermanas de Bárbara, en impresionantes vestidos rojo y rosa, nos dejaron ver que la belleza y estilo de Barbie le viene de familia.

¿El ajuar? Siendo Bárbara la fashionista mujer que es, el glamour no podía faltar. En la ceremonia religiosa lució un hermoso strapless Vera Wang; y zapatos Jimmy Choo. Femenina y delicada, coronó su estilo con piezas de Harry Winston.

Después de los abrazos, los aplausos y las selfies, los novios se fueron a una sesión de fotos, mientras que los invitados disfrutamos de un coctel con quesos, canapés, vino y champaña.

Cerca de las seis de la tarde, los invitados se dirigieron a la playa, en donde estaba una carpa enorme, decorada con flores y mucha arreglos, que corrió a cargo del planner Peter de Anda. Al tiempo que los invitados tomaban sus lugares, un grupo ruso tocaba soft jazz. Luego llegó la cena, una creación del Chef Enrique Olvera.

“Honestly”, de 80 Strypers, fue la canción que escogieron Barbie y Alex como primer baile. Mientras ellos se enamoraban aún más en la pista, los fuegos artificiales iluminaron el cielo, justo en el momento en que “A sky full of stars”, de Coldplay, empezó a sonar. ¿Así o más romántico? Ella le cantaba al oído, él sonreía.

Fotos y más fotos de los novios y los invitados invadieron las redes sociales, el cielo se llenó de estrellas, llegaron los postres y aún había más sorpresas: en el baño un pequeño ejército de mujeres especialistas daban masaje a los pies de las invitadas. La música no paró. Empezó a amanecer y Barbie, siempre perfecta, no dejó de sonreír.

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