Hay destinos que nos roban el aliento con su arquitectura, su gastronomía o sus paisajes. Pero hay otros que nos conquistan por una razón aún más mágica: su luz. A continuación, te presentamos seis lugares en el mundo donde las luces no solo iluminan, sino que inspiran, sorprenden y se convierten en las protagonistas de un viaje.
Destinos que atraen por sus luces
Nueva York, Estados Unidos
Uno de los destinos que atraen por sus luces es Nueva York, el epicentro mundial de espectáculos iluminados, donde las calles y edificios emblemáticos se convierten en escenarios en los que la luz cobra vida a través de formas asombrosas. Uno de los más emblemáticos es el Empire State Building, que ofrece espectáculos lumínicos sincronizados con música, visibles desde varios puntos de la ciudad.

Durante la Navidad, el Rockefeller Center se convierte en el corazón brillante de Manhattan, con su gigantesco árbol adornado con miles de luces LED. A él se suman las ornamentaciones deslumbrantes de Brooklyn, los escaparates iluminados de la Quinta Avenida, las decoraciones en Madison Square Park y el majestuoso arco en Greenwich Village. Una experiencia navideña que merece vivirse al menos una vez.
Salar de Uyuni, Bolivia
No solo las grandes ciudades ofrecen espectáculos de luz. En el corazón de Sudamérica, el Salar de Uyuni, el mayor desierto de sal del mundo, regala un fenómeno visual que parece de otro planeta. Durante la temporada de lluvias, una delgada capa de agua convierte el salar en un espejo perfecto que refleja el cielo estrellado con una nitidez sobrecogedora.

Este efecto espejo crea la ilusión de caminar entre las estrellas, en un entorno silencioso y místico que se convierte en uno de los espectáculos naturales más impresionantes del planeta. Se trata de una experiencia imperdible para los amantes de la fotografía y las luces naturales.
Islandia
Otro de los destinos que atraen por sus luces es Islandia, un lugar donde la naturaleza se convierte en artista al crear uno de los fenómenos más mágicos que pueden contemplarse en la Tierra: las auroras boreales. Estas “luces del norte” se generan cuando las partículas solares chocan con la atmósfera terrestre, produciendo destellos en tonos verdes, violetas, rosados y azules que danzan sobre el cielo.

El invierno es la mejor época para observar este espectáculo, y el país ofrece tours especialmente diseñados para maximizar las probabilidades de verlas. Desde campos nevados hasta termas naturales, Islandia ofrece un marco perfecto para vivir esta experiencia que parece sacada de un cuento nórdico.
Atacama, Chile
Al norte de Chile, el desierto de Atacama se ha vuelto famoso por sus cielos despejados, considerados entre los más limpios del mundo. Aquí, la oscuridad del entorno permite observar fenómenos luminosos poco comunes, como los “duendes rojos” o “sprites”, que no son mas que destellos rojizos generados por descargas eléctricas en la atmósfera superior, que aparecen brevemente sobre tormentas eléctricas.
Este fenómeno de luces se complementa con una vista estelar única. En Atacama, el cielo se convierte en un mapa celeste a simple vista, y numerosos observatorios astronómicos permiten una experiencia educativa y mágica al mismo tiempo.
París, Francia
París, conocida como “la ciudad de la luz”, deslumbra tanto de día como de noche. Monumentos como la Torre Eiffel, el Arco del Triunfo, el Museo del Louvre, la Ópera Garnier y la Basílica del Sacré-Cœur se iluminan cada noche, creando una atmósfera romántica y encantadora.

Aunque su apodo proviene del siglo XVIII, cuando fue una de las primeras ciudades europeas en utilizar lámparas de gas para iluminar sus calles, hoy el término cobra un nuevo sentido gracias a los espectáculos lumínicos que la ciudad ofrece durante todo el año. Especialmente en diciembre, París se transforma en un festival de luces que envuelve cada rincón en magia.
Manialtepec, México
A tan solo unos kilómetros de Puerto Escondido, en Oaxaca, se encuentra la laguna de Manialtepec, un cuerpo de agua que se vuelve mágico al caer la noche. Gracias a la presencia de microorganismos llamados dinoflagelados, el agua se ilumina con un resplandor azul cuando es agitada, creando un efecto conocido como bioluminiscencia.
Este fenómeno natural es más visible durante la temporada de lluvias y permite a los visitantes nadar entre destellos luminosos que parecen sacados de una película de ciencia ficción. La experiencia de sumergirse en aguas brillantes bajo un cielo estrellado es, sin duda, uno de los secretos mejor guardados del turismo mexicano.
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