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Consentimiento: las claves para entender el NO y el SÍ en las relaciones personales

Por: Por Luis Hidalgo ** 12 febrero 2021 • 6 minutos de lectura

La aceptación de cualquier situación o acción debe ser fundamental en una interacción social, pero no siempre es así, sobre todo en el ámbito sexual, lo que lleva a tener altos índices de violencia, en especial hacia las mujeres.

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CONSENTIMIENTO EN RELACIONES

El mejor amigo de Pablo* insiste en que le mande fotos desnudo. Pablo nunca le ha dicho que no, pues no sabe cómo hacerlo sin que él se enoje o que piense que es homofóbico. Sandra* aceptó salir con uno de sus compañeros del trabajo a una cita. Honestamente no fue la mejor experiencia y ella le dijo que mejor ahí la dejaban, pero de vez en cuando, su compañero le manda flores a su escritorio para “hacer su luchita”. El profesor de Paula* la sigue saludando de beso y abrazo, aunque ella ya le dijo que no lo haga. A Carmen le ha chiflado un hombre desde su Ferrari, a lo que ella le devolvió el gesto con una sonrisa; por ello un taxista hizo lo mismo y Carmen ha alertado al policía de tránsito sobre su comportamiento indebido.
Todas estas historias tienen algo en común: la falta de consentimiento. Y es que cuando hablamos de violencia sexual, la falta de consentimiento es la constante que impera. Por ello, tener relaciones sexuales con una persona aunque esta no quiera, mandarle fotografías de tus genitales sin que te las pidan, insistir en que “alguien te haga caso” o esperar que las personas se comporten como tú deseas, es violencia sexual. Unas quizá más graves que otras, pero al final, violencias todas.
Y es que el consentimiento sexual parece ser todo un tema del cual hay que hablar, aunque, una vez analizándolo, pareciera absurdo, porque puede ser de lo más sencillo de entender, pero al mismo tiempo, es complicado de aplicar. Por eso es indispensable detenerse a reflexionar sobre cómo decimos que sí, cómo decimos que no, cuántas veces sucede que decimos que sí, a pesar de que en realidad nos incomoda haberlo dicho o nos inquieta la duda de si hemos expresado lo que realmente queríamos.

amor consentimiento

Una respuesta común y por supuesto válida es entrar en un estado de shock y no hacer nada al respecto, y no por ello se ha consentido a lo sucedido.

Sentimiento en el consentimiento

El consentimiento es la expresión de la voluntad a participar o ser parte de algo. Así de simple. Y esta puede darse de muchas formas. La más sencilla es la explícita: sí. Pero las personas tenemos muchas formas de comunicar nuestro sentir; podemos asentir, sonreír, acercarnos… también podemos negar con la cabeza, enojarnos o alejarnos. Todas ellas son formas válidas de comunicación.

Entender esas otras formas de expresión es básico para comprender el consentimiento, sobre todo el sexual. Nadie espera que, por ejemplo, en una relación sexual, las personas tengan que preguntar en todo momento y a todas las acciones si se está a gusto. Por eso podemos gemir de placer o reconducir con nuestras manos a nuestra pareja para que deje de hacer algo que no nos gusta. Pero también es importante señalar que así como expresamos sí, podemos expresar que no. Por ello, que una mujer use minifaldas no significa que le guste que la acosen o que una mujer utilice el transporte público no significa que está pidiendo ser tocada. Estas situaciones son ejemplo de la existencia de creencias que avalan ir más allá de lo que la persona consiente; es decir, en los ejemplos anteriores, existe la idea de que el cuerpo de las mujeres es de todo aquel al que le guste, por lo que se le puede hacer un piropo o decirle una vulgaridad aun si ella no lo quiere.
Ahora bien, el consentimiento solo puede darse bajo ciertas condiciones. Para empezar, debe ser con total libertad. Esto quiere decir que no debe haber ninguna condición de por medio con la cual las personas se vean afectadas o beneficiadas en decir que sí. Si tu jefa te pide tener relaciones sexuales a cambio de que no te despidan, aun cuando digas que sí, no significa que haya habido consentimiento. Tampoco puede haber consentimiento si las personas no cuentan con la información necesaria de lo que están consintiendo. Si te invitan a cenar, pero cuando pasan por ti te llevan a un motel, no has dicho que sí a lo que no conocías que pasaría. El consentimiento debe darse con pasión, o en otras palabras, con sentimiento. Se debe querer participar en algo, ser entusiasta en ello, no como resultado de un proceso de convicción.
¿Te das cuenta de que en realidad no es complicado? Las personas damos nuestro consentimiento todo el tiempo, en todas nuestras acciones. Con amigas y amigos, en la escuela, el trabajo o nuestra casa. No obstante, los estereotipos y roles de género influyen de manera significativa al momento de entender el consentimiento en el terreno de lo sexual.

Tener relaciones sexuales con una persona aunque esta no quiera, mandarle fotografías de tus genitales sin que te las pidan, insistir en que ‘alguien te haga caso’, es violencia sexual. Unas quizá más graves que otras, pero al final, violencias todas.

El silencio no significa que sí

El que calla otorga no es verdad. Por eso, Pablo no está consintiendo en enviar sus fotografías a su amigo. ¿Pero si no le ha dicho que le molesta o que no quiere enviarlas, como puede saberlo él?

Consentimiento acoso en la oficina

Un buen consejo es partir de la premisa de que el consentimiento significa que te han comunicado que sí quieren, así que cerciórate de que ha quedado claro, de lo contrario, se puede considerar que no hay consentimiento. Recuerda que expresamos un no de muchas otras formas.
A diferencia de lo que muchas personas piensan, nadie tiene la obligación de poner límites. Pablo no es responsable de que su amigo no conozca el consentimiento. Sobre todo cuando hablamos de violencia sexual, una respuesta común y por supuesto válida es entrar en un estado de shock y no hacer nada al respecto, y no por ello se ha consentido a lo sucedido.

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Un sí puede convertirse en NO

En cualquier momento, las personas tenemos el derecho de dejar de consentir algo. Así es que aunque Sandra haya aceptado a salir en una cita romántica con su compañero de trabajo, no significa que le ha dado el consentimiento perpetuo. Enviar flores puede ser un detalle lindo, pero es acoso cuando se hace sin consentimiento.
La romantización de la violencia nos ha hecho creer que la seducción es sinónimo de violar el consentimiento. Por ejemplo, el personaje de caricaturas Pepe Le Pew es un zorrillo que “persigue” a una gata llamada Penélope, la cual siempre está atemorizada y angustiada, evitando encontrarlo. Este dibujo animado de 1945 nos deja muy claro que mucho del romanticismo que anhelamos vivir en las relaciones, contiene en su núcleo maneras de ser que son impositivas y buscan el control de otra persona, escenario totalmente lejano de la libertad y contrario al consentimiento.
Lo podemos mirar también en la historia de Sandra, pues su compañero “hace su luchita”, lo que también contaría como acosarla. Inclusive, podríamos estar teniendo relaciones sexuales y abruptamente decir que ya no queremos continuar; sí, que incómodo, pero obligar a continuar sería ejercer violencia sexual.

Lo más sencillo de todos: NO es no

acoso consentimiento


No se está haciendo el difícil, no es una pesada, no necesita que “le trabajemos” para convencerle. No es no. Y punto.
¿Y qué pasa con Carmen? Aceptar el chiflido de uno, pero considerar acoso el otro pareciera hipócrita, pero no lo es. Recuerda: las personas damos nuestro consentimiento con sentimiento. Esto quiere decir que aceptamos participar en aquello que queremos y a lo que no queremos, podemos decir que no.
Por eso si tienes la fantasía de que te nalguee Brad Pitt, pero no te gusta que un extraño te nalguee en el transporte público, no es hipócrita; lo primero, es el sentimiento de querer participar en algo, y lo segundo, el sentimiento de no querer participar en otra situación.

El consentimiento significa que te han comunicado que sí quieren, así que cerciórate de que ha quedado claro, de lo contrario, se puede considerar que no hay consentimiento.

Sucede lo mismo con los hombres heterosexuales. ¿Por qué solo les hacen caso a las mujeres que los seducen y a ellos también les atraen?, ¿no es hipócrita de su parte decidir a qué mujer le hacen caso y a cuál no? Aunque dos mujeres hagan la misma acción, un hombre puede elegir de quién acepta el cortejo y de quién no.
Aunque parezca absurdo, hace falta que sigamos hablando de consentimiento, y lo haremos las veces que se necesite. Hombres y mujeres tenemos que entenderlo, pues es una de las claves para disminuir los altos índices de violencia sexual, sobre todo hacia las mujeres, en los que vivimos.

* Los nombres y las historias son ficticios.
** Luis Hidalgo es parte de la Unidad de género de TV Azteca

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