En ocasiones, lo único que necesitamos para reconectar con nosotros mismos es alejarnos un poco. Caminar sin prisa, respirar aire limpio, dejar que el cuerpo se relaje y la mente se abra. Justo eso fue lo que vivimos en Valle de Bravo durante una experiencia organizada por Monte Xanic, Rodavento e Introspecta: dos días para hacer una pausa, caminar entre árboles centenarios, descubrir vinos con alma y regresar a casa con la sensación de haber despertado algo esencial.
Un sendero entre árboles, uvas y propósito



La aventura comenzó con un trayecto desde la Ciudad de México rumbo a Las Conejeras, en Valle de Bravo, donde Introspecta nos recibió con un kit de caminata y un desayuno muy sano y energético. Desde el inicio, la invitación fue clara: dejar el celular, soltar las expectativas y caminar con intención.
El recorrido de 9 kilómetros por el bosque se convirtió en una pausa sensorial que parecía hecha para expandir los sentidos y nos regalamos un momento de meditación colectiva. Entre árboles, nos esperaba también un picnic junto a una cascada y unas latas del Monte Xanic Rosé, El Rosa Mexicano, elaborado con uvas Grenache, vegano, fresco y pensado de una forma más sustentable para estos planes en el exterior.
Vino, cena y alma en Casa Rodavento
Más tarde, nos instalamos en
Cinco Rodavento
, un hotel donde el diseño y la naturaleza conviven en armonía y un hermoso patio interior. Desde ahí, nos trasladamos a
La Casa Rodavento
, una residencia construida a principios del siglo pasado, ahora transformada en el hotel boutique más íntimo y exclusivo de Valle de Bravo.
Con solo siete habitaciones, terrazas privadas y una historia familiar que se respira en cada rincón, Casa Rodavento fue el escenario perfecto para la presentación del nuevo gran vino de Monte Xanic.
- El Syrah 2024, un vino 100% orgánico, sin sulfitos añadidos, elegante, profundo y con una intensidad aromática que evoca las violetas, los frutos del bosque y las hierbas finas.
La cena maridaje fue obra del chef Alberto Colín, quien transformó el espacio en un escenario sensorial donde cada platillo elevaba las notas del vino. Una experiencia íntima, acogedora y sin pretensiones, perfecta para cerrar un día lleno de significado.

Agua, silencio y renovación
El segundo día comenzó con un cambio de escenario. Llegamos al Hotel Rodavento , donde el spa nos recibió con café y silencio. Ahí vivimos un circuito de hidroterapia que incluyó sauna, vapor, alberca y tina de hielo. Una experiencia pensada para soltar lo físico y abrir espacio interior.


Después del circuito, el brunch lleno de conversaciones que cerraban un viaje distinto. Uno que se trata de habitar el presente y rediseñar, aunque sea por un momento, la forma en que vivimos.
En un mundo que va rápido, experiencias como esta son un recordatorio de que también se puede caminar lento. Que el lujo puede ser una copa de vino bien hecha, una caminata con intención o un rato de silencio en una tina de agua helada.
Monte Xanic, Rodavento e Introspecta lograron crear una experiencia donde el bienestar, la naturaleza y el vino se entrelazan con propósito. Una propuesta para reconectar con lo esencial: lo natural, lo humano y lo que solo se encuentra cuando bajamos el ritmo.
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