La mexicana Amanda de la Garza es quizás uno de los referentes más importantes en la difusión del arte contemporáneo en México. Actualmente se desempeña como directora general de Artes Visuales y del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), pero casi desde los inicios del museo se desempeñó como curadora.
Sin embargo, su nombramiento como la nueva subdirectora artística del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid, ha vuelto a poner el foco de atención sobre ella, y en la importancia de que una mexicana ocupe un puesto directivo en una institución artística (y pública) del extranjero.
Ante este panorama, es fácil preguntarse qué involucra llegar a un museo de gran categoría como el Reina Sofía, pero también de lo que le depara al MUAC en el futuro, sin mencionar que es necesario revisitar la historia de Amanda de la Garza en esta institución que la ha visto crecer.
La salida de casa: el MUAC y la UNAM
Y es que más allá del MUAC, la UNAM ha sido casi como una casa para Amanda de la Garza, ante la pregunta de cómo se siente al salir tanto del Museo como de la Universidad, responde que se trata de un sentimiento agridulce, ya que el MUAC le dio todas las herramientas para avanzar en su carrera, pero también de las relaciones de trabajo y amistad.
Ha sido mi casa, conozco muy bien al museo, tanto en mi función como curadora y ahora como directora, y tengo un cariño muy entrañable por el MUAC, por la Universidad, por lo que representan no nada más en términos de mi relación laboral con la Universidad, sino en términos de lo que representa el MUAC para México y América Latina, de lo que se ha logrado a través de éste. […] Me siento muy orgullosa de lo ha logrado el MUAC, como equipo y como propuesta desde una universidad pública.
No obstante, esta nueva oportunidad también le causa entusiasmo, ya que representa nuevos retos al trabajar en una institución al nivel del Reina Sofía, pero que también apela a su vocación institucional, en la cual tiene una parte creativa desde la curaduría, pero también de la gestión de equipo y de los planes de desarrollo que la satisfacen.
Ella resume en dos frases cómo recibió al MUAC y ahora cómo lo deja a su sucesor. Explica que recibió “al MUAC en el 2020 como un museo con una trayectoria en proceso de consolidación”, y ahora ante su salida, “lo dejo muy fuerte, habiendo superado una etapa muy dura como fue la pandemia, y […] muy estable con una gran proyección internacional”.
/ Foto: Beatriz Esquivel para Revista Central
Los logros del MUAC durante su gestión
Es inevitable preguntarse cuáles han sido los mayores logros al estar al frente del MUAC. En particular después de que atravesó un periodo muy convulso como la pandemia que obligó a todos a innovar para sobrevivir… y en el caso de un museo, encontrar las formas de seguir llevando el arte contemporáneo al público.
Sin mencionar la barrera que aún existe frente a este arte y su entendimiento. En palabras de Amanda, el MUAC ha sido un espacio que “ha contribuido de forma muy decidida a la formación de públicos de arte contemporáneo”, y también de apoyar la escena artística. Todas con el fin de presentarle al público obras de artistas que no podrían ver de otra forma, así como presentar propuestas menos convencionales que provoquen nuevas formas de pensar.
Sobre sus logros, Amanda explica que “por supuesto son un trabajo de equipo”, pues la visión debe ser compartida.
Nos tocó vivir la pandemia cuando yo entré como directora, creo que fue un gran logro que el MUAC haya desarrollado una programación virtual en tiempo récord y la haya sostenido a lo largo de prácticamente un año y medio. […] No dejamos de trabajar, realmente buscamos seguir siendo una opción cultural aún en medio de las dificultades.
El regreso a la “normalidad” también estuvo presente en las dinámicas del MUAC y el equipo de trabajo de Amanda. Ante la reapertura de lugares públicos, escuelas y más, el museo también tuvo el reto por delante de relanzar una programa nuevo de exhibiciones presenciales. Ella resalta la colección Cien del MUAC del 2021, cuyo objetivo es dar a conocer el patrimonio de arte contemporáneo que tiene la UNAM, así como el ciclo de exhibiciones de esta colección.
Pero algo está claro: la gestión de Amanda aún no termina, y lo hace evidente con el lanzamiento de la colección completa del MUAC en línea. Este proyecto tiene cinco años de esfuerzo de trabajo, desde la catalogación, la creación de la interfaz, así como del desarrollo de un programa con diversas líneas que han marcado el paso de Amanda por esta institución que no sólo tienen que ver con crear una discusión entorno al arte contemporáneo, sino también del trabajo con infancias, el arte indígena o poner al centro el tema de género que más que nunca es visible con la muestra actual de Beatriz González. Así como las próximas exposiciones del MUAC de Ursula Biemann, Mayra Landau, Julieta Aranda y Ana Gallardo.
El mayor orgullo de Amanda de la Garza
Tanto como curadora y directora, Amanda de la Garza bien podría gratificarse del gran trabajo no sólo curatorial, sino de investigación y de promoción del arte. Cualquiera podría imaginar que saber de qué está más orgullosa en toda su trayectoria profesional podría ser difícil.
Decidí seguir lo que en algún momento me apasionaba.
No obstante, su respuesta rápida deja entrever que lo tiene muy en claro: haberse decidido a hacer curaduría, a pesar de su formación en Sociología.
Su anécdota sin duda toca fibras sensibles, pues desde una perspectiva muy humana y casi hasta poética, es una de las mejores muestras no sólo de tener vocación, sino de seguir las pasiones por encima del deber o de un camino que creemos que debemos seguir o, en el caso de Amanda, que si bien le gustaba mucho la Sociología, no era necesariamente lo que quería hacer.
Amanda cuenta que trabajaba en una AC y en el camino escuchaba el programa de Jorge Juanes, un filósofo relevante que tenía un programa de radio sobre arte contemporáneo, filosofía y teoría del arte. Este programa le gustaba tanto que cuenta que se quedaba escuchándolo más tiempo y le producía una gran emoción.
A mí me gustaba mucho el arte, iba a los museos, pero bueno, era una espectadora, no estaba metida ni nada, no había estudiado historia del arte, pero me producía tanta fascinación lo que yo escuchaba en ese programa.
Más tarde, cuando elegí cambiar de carrera, me hizo todo el sentido que mi pasión estaba centrada en otro lugar. […] De eso me siento más orgullosa, y por supuesto, después tuve buenas oportunidades para poder hacerlo.
Los retos de llevar el arte contemporáneo a las masas
La dirección de un museo, y en particular de arte contemporáneo, tanto en México como España tiene retos similares –aunque el Reina Sofía es un museo que también tiene una colección de Arte Moderno con piezas desde finales del siglo XIX–, pues ambos tienen puntos en común independientemente de la muestra artística, como la programación pública que ofrece espacios como bibliotecas o centros de documentación.
Pero por sobre todas las cosas, uno de los mayores retos tiene que ver con la enorme diversidad de prácticas artísticas que ocurren no sólo en estos dos países, sino en todo el mundo. De la Garza explica que el reto está en entender el papel de cada museo en torno a esa diversidad.
Es un reto muy importante, porque hay un proceso de selección. No se puede exhibir todo, y hay que entender de qué manera albergar esa diversidad con líneas de trabajo definidas que permitan que sea legible lo que hace el museo.
Esto es de vital importancia, dado que de no existir estas líneas de trabajo, la programación artística de los museos carecería de coherencia, de acuerdo con Amanda.
En otras palabras y aunque parezca una obviedad, los museos no existen sólo para exhibir obras sólo por el mero fin de mostrarlas. En cambio, debe de haber una intención, un discurso y un ejercicio intelectual detrás de qué y cómo se eligen las obras y a los artistas. Esto es lo que le da sentido a su existencia, y también los hace espacios culturales únicos, en especial en ciudades como Madrid o la CDMX donde los museos pululan.
Ahora bien, estos dos museos se diferencian particularmente partiendo de una escala arquitectónica. El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía cubre una extensión de 84 mil 48 metros cuadrados, lo que implica un acomodo como una suerte de “tetris” para mantener una coherencia entre una colección tan grande.
Asimismo, un reto particular está en crear una relación cercana con su público, y Amanda cree que es fundamental lograrlo. Además de visitar obras referenciales, como Guernica de Picasso, el objetivo es buscar que la gente regrese a explorar otros aspectos, en términos de programación artística.
Ella pone de ejemplo que el Reina Sofía ahora acepta que se tomen fotografías en el Guernica, como una estrategia para que los visitantes sientan cercanía con el museo. Y es que en plena era de las redes sociales, las selfies en los museos son un tema controversial y que en ocasiones está prohibido.
Más que controlar eso, los museos debemos proponer la posibilidad de que la gente se relacione de esta manera, y tenemos el cometido de aprovechar lo que es útil de las redes sociales para nuestra misión, pero al mismo tiempo ofrecer un espacio de experiencia distinto al de las redes sociales.
Por otro lado, el gusto estético resulta un reto en el sentido de que para llegar a un puesto de alta dirección es necesario un profundo entendimiento de las prácticas artísticas de México y el extranjero, pero el trabajo institucional no puede ser un reflejo de un gusto personal.
Uno le imprime su sello personal, porque uno tiene una trayectoria, ha trabajado con cierto tipo de artistas, pero sin duda siempre hay que poner en primera instancia las necesidades de la institución porque es muy importante que no se vuelva un ejercicio personalista, sino más bien algo que apoye al desarrollo de una escena que permita cumplir las funciones de un museo.
Esto tan sólo es un pequeño ejemplo de la complejidad de un cargo de alta dirección de un museo de gran envergadura, tan sólo uno de los requisitos que Amanda de la Garza requirió para poder participar y ser elegida para su nuevo puesto.
Y es que el simple hecho de que una mujer mexicana llegue a la subdirección de un museo de la categoría del Reina Sofía tiene grandes implicaciones culturales en nuestro país.
De la Garza se convierte en el parteaguas del reconocimiento de los agentes culturales mexicanos y, como ella lo explica, abre todo tipo de posibilidades. Pero que también puede tener un buen impacto en España, en particular dada la historia tan compleja que existe entre ambos países.
Creo que es la idea también de alguien que se formó aquí [en México], que conoce bien la región latinoamericana y lo que representa en términos geopolíticos, y que de alguna manera también tiene un punto de vista diferente sobre el desarrollo de las artes. Esto implica una apertura por parte de las instituciones de considerar valioso el punto de vista de quienes trabajamos desde otro lugar y otros referentes.
Así es como Amanda de la Garza, no sólo emprende un nuevo camino en su trayectoria profesional que le emociona por el nuevo equipo de trabajo y ser parte de la historia del Reina Sofía, sino también deja un gran legado en el MUAC y en la divulgación y difusión del arte contemporáneo mexicano.
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