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¿Te enojas mucho? Así es como funciona el cerebro de la gente agresiva

Por: Beatriz Esquivel 28 abril 2021 • 3 minutos de lectura

Del enojo a la ira y la agresividad hay un trecho que puede convertirse en algo muy peligroso pero ¿qué pasa en el cerebro de las personas agresivas? Descúbrelo.

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mujer gritando de ira
Foto: iStock

El desarrollo de la medicina moderna y las ciencias han permitido explicar todo tipo de sucesos que rodean al humano y de los humanos en sí mismos y sus cuerpos, sin embargo, aún existen algunos misterios detrás no sólo de las funciones biológicas, sino también de la psique humana y sus emociones… y claro está de cómo funciona el cerebro humano.

Poco se sabe de qué es lo que hace a una persona agresiva –desde una perspectiva biológica– lo cual tan sólo hace que toda la investigación en torno a ello sea mucho más interesante. Para descubrir qué hace a los seres humanos agresivos, se consideran todo tipo de factores, desde los más obvios como los ambientales (por ejemplo, el abuso de sustancias, el entorno y contexto en el que crecieron, entre otros), pero también otros que tienen que ver con cierta predisposición genética –es decir, que es heredado– y de la neurobiología.

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Tangled thoughts, information overload concept. Several lines from different directions that tangle in a person’s head, flat illustration. / Foto: iStock

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El área límbica y la agresividad

De acuerdo con los catedráticos Francisco López-Muñoz y Cecilia Álamo González en The Conversation, desde 1974 existen estudios que ligan la agresividad de las personas con el área límbica (o sistema límbico) y los lóbulos frontales y temporales del cerebro.

El sistema límbico está formado por diversas estructuras del cerebro y está íntimamente asociado con las emociones humanos, es en esta área en la que reside el control de emociones, incluso nuestra motivación y otros aspectos que definen nuestra conducta. Son estas áreas, incluidas otras estructuras como la materia gris que han sido de gran interés al grado que existen casos en los que los cerebros de personajes célebres o hasta de criminales han sido conservados para poder estudiar su anatomía.

diagrama del sistema limbico
Foto: iStock

Sin embargo, más allá de la conservación de cerebros y su estudio postmortem, en la actualidad la tecnología nos ha ayudado a estudiar el cerebro mediante técnicas de neuroimagen, que por ejemplo confirmaron la disminución de la materia gris en grupos de criminales violentos.

Precisamente individuos propensos a la violencia o personas con actividad criminal han sido estudiados desde una perspectiva sí biológica, pero por sobre todo psicológica –lo cual ayudó eventualmente a desarrollar los cuadros de comportamiento y los factores que pueden provocar esas conductas.

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La psicología detrás de la violencia y la agresión

Si bien el acercamiento médico está ayudando a responder de forma biológica qué es lo que hace que una persona agreda a otras o sea violenta, en el campo de la psicología esta respuesta sigue siendo estudiada y existen diversos motivos que llevan a este tipo de comportamientos.

Por ejemplo, David Chester del Departamento de Psicología en la Universidad de Kentucky ha estudiado con su equipo de investigación la posibilidad de que la violencia puede ser adictiva, ya que así como existen emociones negativas asociadas a la agresividad y la violencia, también las hay positivas:

Nuestro laboratorio ha mostrado que eso es verdadero, las emociones negativas están ahí. Pero las emociones positivas de hecho tienen un gran papel en el comportamiento agresivo. Así que la agresión puede sentirse bien y ese placer –y la recompensa, que nosotros llamamos hedonista, asociada– es una fuerza motivante realmente potente.

La investigación de Chester pretende demostrar que estas emociones positivas refuerzan este tipo de comportamiento a través de circuitos neurales que son similares a los que los adictos a ciertas drogas también experimentan.

mujer feliz produccion de serotonina
Foto: iStock

Las hormonas y sus efectos en la agresividad

La investigación de Chester se compagina con otras que buscan un nexo claro entre la producción de serotonina. Los estudios también se han llevado a cabo en modelos con animales, en específico roedores, y también postmortem en humanos. De tal forma, algunos científicos encontraron que había un desarrollo entre las conductas agresivas y suicidas de tipo impulsivas con la disminución de los niveles cerebrales de serotonina.

Además de la serotonina, también han analizado los niveles de testosterona entre grupos de delincuentes y estudiantes, por ejemplo, teniendo como hallazgo que el grupo de delincuentes tenía niveles más altos; así como de los neurotransmisores, cuyas funciones están íntimamente relacionadas con las hormonas y el sistema nervioso humano.

Lee más a detalle sobre las conexiones biológicas y la agresividad en voz de los especialistas Francisco López-Muñoz y Cecilia Álamo González aquí.

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