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¿Se vale no estar con tu familia durante las fiestas navideñas?

Por: Alguien que, este fin de año, quiere una noche de paz 16–12–2019 • 2 minutos de lectura

Hay que aceptarlo: no siempre queremos pasar esta época decembrina en el calor del hogar y abrazados por la familia… y eso no tendría por qué hacernos sentir culpables.

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Vienen los festejos de Navidad y Año Nuevo y, con ellos, llegan también el amor, la paz y la reconciliación. El cuadro que ya conocemos está presente en todos lados: un comedor decorado y un majestuoso pino iluminado con una montaña de regalos a sus pies.

Cada persona en esa imagen sonríe; por una noche, todo está bien.
Sin embargo, no sólo nos vendieron la idea de que así debe ser un diciembre en familia, sino que también nos convencieron de que la única forma de pasar estas fechas es de esa manera: en familia. Y esto es un problema pues, para algunas personas, dichas imágenes no cuadran en absoluto con la realidad.

Puede que la idea de pasar las fiestas a solas o con amigos no tenga sentido para ti, pero debes saberlo: hay personas para las cuales eso representa la verdadera paz.

Los publicistas no saben –o saben pero no quieren que recordemos– que no todas las familias son perfectas.

Nunca hablan de quien lleva un rato luchando contra la depresión derivada de los mommy/daddy issues, de lo difícil que es lidiar con el alcoholismo de tal o cual pariente ni de cómo hay casas en las que cualquier conversación puede ser el pretexto perfecto para convertir el comedor en un verdadero campo de batalla.

Quieren convencernos de que, en esta temporada, la tristeza y el resentimiento se evaporan mágicamente, pero no es así; de hecho, éstos suelen agravarse por el estrés, la nostalgia y la necesidad de pertenencia que, irónicamente, ellos mismos fomentan con sus estrategias de mercadotecnia, basadas siempre en la idea de que es obligatorio sentirse bien.

se vale no estar
Revista Central

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El mes con más tráfico, gastos e hipersensibilidad colectiva no puede ser el mejor momento para reconectar con nadie. Quizá apenas tengas fuerza para intentar hacerlo contigo, y está bien. Lo que no está bien es que una per- sona se vea forzada a poner las necesidades emocionales de otros antes que las su- yas. Está mal que el círculo más cercano sea aquel en el que más nos cueste poner límites.

Pregúntate: ¿qué parte de avisar que no pasarás esas fechas con tu familia es la que te da miedo? Perderte de las risas, los abrazos, la comida y los regalos son excelentes razones para no faltar al com- promiso; pero si la respuesta se limita a cómo se sentirán los demás con tu decisión, en serio, mejor no vayas.

Si este año estás considerando el autoexilio como una posibilidad, está bien. No estar también puede ser un acto de amor, y quien te quiera deberá entenderlo. Y si no, tendrá que aprender a quererte así, en esa versión tuya que se pone a sí misma como prioridad.

Se vale hacer tus propias tradiciones: costumbres nuevas que impliquen estar bien con tus seres queridos la mayor parte del año, no sólo en diciembre. Claro que se vale no estar si esa es tu forma de regalarle paz a quienes quieres y, sobre todo, de dártela a ti.

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