Por décadas el color y el arte han buscado no sólo representar la realidad, sino evocar emociones o expresar sentimientos. Artistas como Rothko creó lienzos de gran tamaño sólo con degradados de colores (y que le han valido severas críticas a su valor como pieza artística), otros como James Turrell han encontrado en la luz su medio de expresión favorito, y que lejos de crear ambientes sumamente estéticos para una foto del Instagram, en realidad tienen la intención de provocar una sensación en particular a todo aquel que lo observe.
Estos artistas no son los únicos en utilizar los colores para manipular las emociones de los espectadores. Pensemos en los restaurantes de comida rápida que con sus colores vibrantes consiguen que la gente coma rápido y salga del lugar para que otros lleguen; todo esto es parte de la psicología del color.
Hay asociaciones muy conocidas cuando hablamos de colores y emociones, por mencionar algunos: los tonos amarillos se asocian con la felicidad y el optimismo; los azules con la tristeza ; también hay colores que denotan estatus: históricamente el color púrpura ha sido asociado con la realeza, con el lujo y la riqueza –principalmente porque era un pigmento muy caro para producir.
Pero… ¿qué pasaría si los colores también pueden ser aprovechados para mejorar o empeorar nuestro desempeño intelectual? ¿Será que el color de un salón de pruebas o hasta uno de clases afecta qué tan bien aprendemos o respondemos un examen?
Las investigadoras Emma E.C. Larsson y Sophie von Stumm, del Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia del King’s College de la Universidad de Londres y del Departamento de Psicología de la Goldsmiths University of London respectivamente, han realizado un estudio en el que intentaron probar si el color rojo está asociado con un desempeño muy pobre en tests de inteligencia… o si tan sólo es un mito.
En el ambito educacional el color rojo puede significar mucho, en particular cuando tradicionalmente los profesores usan tinta roja para calificar. Las autoras del estudio en cuestión citan esto y otras investigaciones que han mostrado la manipulación del color y sus efectos en el desempeño en exámenes: por ejemplo, se mencionan pruebas donde los estudiantes veían recuadros de color rojo o verde y que aquellos expuestos al rojo tenían un peor resultado.
Sin embargo, apuntan a las limitaciones de estos estudios, principalmente porque sus muestras son muy pequeñas (entre 20 a 71 participantes), que todos eran estudiantes de preparatoria o universidad, así como que las pruebas eran predominantemente de razonamiento abstracto.
Pero… ¿cómo afecta el color rojo a personas que no se han enfrentado a calificaciones en color rojo en mucho tiempo, o a exámenes que se basan en conocimiento adquirido o experiencia?
Para demostrarlo, el estudio analizó los datos de 200 adultos británicos –97 hombres y 103 mujeres– que respondieron una serie de pruebas de entre ellas de: fluidez verbal (por ejemplo, enumerar el mayor número de palabras que comienzan con un prefijo), vocabulario, silogismos, razonamiento verbal, de conocimiento en 13 áreas del conocimiento (arte, música, literatura, política, historia, finanzas, moda), entre otros.
Ahora bien, las investigadoras manipularon a las personas a través del color con un identificador numérico en los cuadernillos de las pruebas. Este código se mostraba primero en tinta negra, pero en las páginas subsecuentes cambiaba de color, a veces rojo, otras verdes, y los participantes eran instruidos a revisar al inicio de cada prueba que el código fuera el correcto.
Las investigadoras encontraron que en realidad no hay una correlación clara entre el color rojo y el mal desempeño de los participantes.
Para explicar esto, las autoras apuntan a que quizás el efecto negativo del color rojo durante una prueba varía según la edad o la experiencia escolar. Es decir, la edad media de los participantes implicaba que tenían más tiempo sin estar expuestos a entornos académicos y a calificaciones en color rojo… y quizás por ello no se demostró que el rojo afecta negativamente.
Ahora bien, esto llevó a las autoras a dos posibles explicaciones. Entre ellas a que la manipulación de color que implementaron no fue efectiva: quizás el tamaño era muy pequeño o la tonalidad elegida no era suficientemente vibrante. Por ello proponen que toda investigación futura requerirá de realizar la prueba con diferentes muestras poblacionales que quizás puedan comprobar que el efecto del color rojo en los exámenes sí depende de la edad y experiencia escolar.
Puedes leer la investigación completa aquí mismo .
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