Desde que entras a Ichikani, te reciben con un alegre “¡Irasshaimase!”, una forma tradicional japonesa de dar la bienvenida. Ese pequeño gesto ya da pistas del cuidado que tienen con el servicio. Y es de comprenderse, ya que en este restaurante especializado en la comida y cultura japonesa, se esmeran en que todo marche bien, desde el acomodo del mobiliario hasta la preparación de los alimentos, que por cierto gran parte de ellos se lleva a cabo a la vista de todos.
El lugar es pequeño, sí, pero cómodo, cálido e íntimo. La decoración japonesa está bien lograda, sin exagerar, además hay dos formas de vivir la experiencia: en mesa, con una iluminación suave que enmarca cada platillo o en la barra donde puedes ver cómo se preparan.

Ichikani, que significa cangrejo en japonés, ofrece una gran variedad de hand rolls, sushi (maki, en su sentido más estricto y formal) y demás platillos de alta calidad, además de mixología que completa la experiencia, todo esto en una experiencia relajada y atractiva. En nuestra visita probamos el Chef’s Choice VIP Omakase, una selección especial del chef que incluye lo mejor de la casa. Estos fueron algunos de los platos que marcaron nuestra visita:
- Sashimi Hamachi Serrano: una entrada fresca, con un toque picante que despierta el apetito.
- Ichikani Tower: capas de salmón, atún, arroz, kani mix, tobiko, aguacate y mayonesa de wasabi que se integran en una mezcla deliciosa y bien equilibrada. Sin duda, aunque todos son deliciosos, éste nos encantó, no dejes de probarlo.
- Brochetas de Pork Belly: jugosas y suaves, marinadas por 48 horas, con un sabor ligeramente dulce.
- Hand Roll Magic Mushroom: hongos maitake, aceite de trufa y cebollín; una combinación aromática y sabrosa que sorprende por su sutileza.
- Hand Roll Hamachi Crunch: crujiente, cremoso y picante al mismo tiempo. Una explosión de sabor en cada bocado.
- Hand Roll Dynamite Crab: con kani mix, aguacate y cebollín. Suave, balanceado y con ese sabor marino que se queda contigo.
- Miami Roll: kani mix y aguacate por dentro; atún, ponzu y aceite de trufa por fuera. Una mezcla elegante con toques cítricos y umami que encanta al paladar.
- Gyozas de Pato: doradas por fuera, intensas por dentro. De esos platillos que uno quisiera volver a pedir.

El servicio merece una mención aparte. El personal es atento, amable y muy cuidadoso, especialmente con temas de alergias o restricciones alimenticias. Antes de servir cada platillo, se aseguran de que no haya ningún rastro de ingredientes que puedan afectar a los comensales.
La coctelería juega un papel importante en Ichikani. No es solo un complemento, también es parte de la experiencia. Nuestro menú incluyó dos bebidas deliciosas:
- Violet Gin: que contiene gin, licor de grosella y jarabe de violeta, servido en un simpático vaso.
- Amaterasu: una mezcla refrescante de mezcal, jamaica, jugo de piña, jarabe y limón. Perfecta para balancear los sabores del menú. Cabe mencionar que Amaterasu es una de las deidades más importante del shintoismo pues representa al Sol.

Para el cierre, los postres no se quedaron atrás:
- Lotus Ice Cream: helado cremoso que tiene un sabor delicado que con la textura de la galleta adquiere mayor dimensión y fue nuestro favorito de los postres.
- Cheesecake de Chai: suave, especiado, sorprendente. Una versión diferente y encantadora del clásico pastel.

Ichikani es de esos lugares a los que querrás volver, ya sea por sus hand rolls, su coctelería, su servicio o simplemente por la sensación de estar en un rincón de Japón en plena Ciudad de México. Sin duda, un restaurante que vale la pena visitar al menos una vez… aunque lo más probable es que salgas planeando tu próxima visita.
Fotos: Juan Cerros y cortesías de Ichikani.
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