Yucatán es uno de los estados en México más reconocidos por su gastronomía, incluso, la UNESCO la nombró Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad por decreto oficial en 2013, pero no solo la comida tradicional elaborada en esta región es amada y admirada por el resto del mundo, la Repostería Fina de Tere Cazola es otra de esas joyas que le esperan a los visitantes de esta tierra maya para deleitar su paladar.
Cualquiera que haya visitado Mérida, u otras regiones de esta península, pueden reconocer el emblemático óvalo morado con letras amarillas y blancas con el nombre de la empresaria, pues probar alguno de sus pasteles o bolitas de queso en esta región es tan obligatorio como probar la cochinita pibil o la sopa de lima, sin embargo, pocas personas conocen realmente la historia detrás de María Teresa Cazola Bravo.

Tere es una mujer de cultura, de hecho, la repostería era una pasión que practicaba para deleitar a sus amigos y familiares, pues ella era maestra de secundaria durante la primera mitad de la década de los 80, sin embargo, al igual que muchas personas, tenía la necesidad de incrementar sus ingresos para darle una mejor calidad de vida a sus 4 hijos, por lo que surgió la idea de vender los pays que tanto disfrutaba preparar.
La idea comenzó a tomar forma cuando Tere implementó la idea de vender piezas individuales de sus preparaciones, y con 250 pesos compró los primeros insumos que se convirtieron en la primera serie de postres que colocaron los cimientos de lo que actualmente es un imperio de repostería fina.
Mientras iba agregando ingredientes al carrito, me invadió una inspiración en particular; sentía la pasión de que algo grande estaba surgiendo, con la seguridad de que iba a lograr superar los obstáculos en el camino, así que, de esa inspiración, esa misma tarde en mi casa, salieron del horno los primeros 12 pays.

Al terminar la primera docena de pays, salió a caminar con sus amigas, pero una llovizna obligó al grupo a refugiarse en casa de Tere, quien invitó a sus visitas a probar algunos de sus postres, lo cual fue un rotundo éxito, pues ese mismo día, sus amigas le compraron las porciones restantes.
Tras finalizar las clases, diariamente compraba los ingredientes para hornear más de estas piezas, que cada vez eran más pedidos por la gente, algo que eventualmente obligó a la maestra a abandonar su plaza en la escuela y dedicarse a la repostería de tiempo completo 6 meses después de que comenzó este emprendimiento.
Con el paso del tiempo, y con la creciente fama de Tere Cazola, adaptó gran parte de su hogar como una especie de fábrica para optimizar los procesos de sus preparaciones, para más tarde rentar una casa muy cerca de la vivienda para convertirla en el primer punto de venta y planta de producción de la Repostería Fina de Tere Cazola, implementando de forma simultánea el servicio a domicilio.

Este fue el primer paso de la valiente decisión de Tere, quien comenzó a abrir más sucursales por Yucatán, para más tarde llegar a otros estados de la República, como Campeche, Quintana Roo y Tabasco, actualmente, la Repostería Fina de Tere Cazola ha llegado a Ciudad de México, abriendo sus puertas recientemente en la calle de Oaxaca 88 en la Roma Norte, y en la Avenida Insurgentes Sur 1392, además de otras ubicaciones (Polanco, Quevedo, Satélite, Miramontes, Aeropuerto AICM T1 - 433, Aeropuerto AICM T1 – 210).
38 años después, Tere Cazola nos deja una fuerte lección de esfuerzo y decisión, que hay que superar los miedos y encontrar soluciones a los problemas, pues esto ha sido la clave del éxito de esta exitosa empresaria mexicana.
* Con información de Tere Cazola.
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