Afortunadamente, la historia está llena de esos personajes que se salieron de la caja y le otorgaron al mundo una visión distinta de determinado panorama que cambió las reglas del juego a nivel mundial. César Ritz no fue el primero en fundar y regentar un hotel, pero sí fue el primero que convirtió la hotelería y la hospitalidad en un arte. Tan es así que ser "ritzy" es ser elegante, lujoso y refinado.
Gracias a estos visionarios el mundo y sus experiencias (depende de cuáles, claro está) es un poco mejor. Este genio se dio cuenta desde muy joven qué es lo que buscan las personas cuando se trata del servicio en un hotel; gracias a ese instinto hoy su nombre es reconocido como un estándar de calidad, lujo y comodidad.
César Ritz, el origen del lujo y la hospitalidad
“Nunca le digas que no a un cliente, incluso si te pide la luna”.
Como todo gran genio y personaje de la historia, el origen de César Ritz es, podríamos decir, humilde, y si no humilde, sí alejado de todo lo que alcanzó en vida. Hijo de ganaderos, su padre le vio potencial desde muy pequeño por lo que insistió en sus estudios, sin embargo, lo de César Ritz no era el éxito académico, lo descubrió al empezar a trabajar como aprendiz de maitre a los 15 años en el Hotel Couronnes et Poste en Brig, Suiza; al igual que fue desarrollando su potencial en otros puestos similares.
No obstante, lo que de verdad despertó su instinto fue rodearse de la socialité y de clientes exclusivos a los que les gusta un tipo específico de atención cuando viajan o cuando se hospedan en un hotel. Este tipo de personajes hizo que el talento de César Ritz despertara y se puliera, así se dio cuenta de que tenía un talento nato para recordar cada cara y nombre de los clientes más exclusivos así como los gustos y exigencias de cada uno.
Su gira y carrera por varios hoteles y restaurantes fueron construyendo su visión de la hotelería. Uno de sus últimos empleos antes de incursionar como emprendedor de su propio hotel fue regentar el Hotel Savoy, un exclusivo establecimiento en Londres que convirtió a la ciudad en un punto de referencia cultural y exclusivo gracias a la clientela que Ritz atraía con su excelente servicio.
César Ritz y la alta cocina en la hotelería
“Observa a todos sin mirar, oye todo sin escuchar, sé atento sin ser servil, anticípate sin ser presuntuoso”.
Mientras César Ritz se iba puliendo y se iba haciendo experto en el negocio de la hotelería conoció al chef Auguste Escoffier, con quien formó una dupla indestructible que elevaba los estándares de la hotelería. César Ritz descubrió que la experiencia de hospedarse en un hotel de lujo debía incluir un servicio de alta cocina, ya que la experiencia gastronómica era crucial para que los clientes exclusivos se sintieran satisfechos y felices de visitar un hotel de lujo.
Por su parte, Auguste Escoffier encontró en César Ritz un compañero con el que compartía la disciplina, la atención a cada detalle y el gusto por el servicio de alta calidad. El chef impuso la llamada "brigada francesa" en su cocina e inventó varios platillos para sus clientes más exclusivos. Ambos visionarios tenían una sensibilidad especial para leer las necesidades de sus clientes sin que estos hablaran, de ahí que el Hotel Savoy gozara de tan excelente fama mientras César Ritz y Auguste Scoffier trabajaban en el servicio.
Sin embargo, en 1898 ambos genios fueron despedidos del Hotel Savoy bajo acusaciones de manejos fraudulentos de los recursos del hotel, sobornos y otras cuestiones turbias ligadas al fondo monetario. Pero como sucede con los genios, este despido fue la puerta que ambos necesitaban para aventurarse y abrir su propio establecimiento, The Ritz Hotel. César Ritz invirtió enormes cantidades de tiempo y dinero en la decoración de las poco más de 200 habitaciones de The Ritz Hotel.
César Ritz y el hilo negro de la hotelería; la atención personalizada
“El lujo debe ser cómodo, de lo contrario, no es lujo”.
Para cuando César Ritz abrió su propio establecimiento la alta sociedad ya perseguía su nombre y su excelencia, por lo que el éxito llegó de manera rápida y natural. César Ritz se dio cuenta de que el secreto era la atención personalizada que recibía cada huésped así como la importancia de tener un buen restaurante dentro del hotel. Su dupla con el chef Scoffier no se vio afectada, por el contrario, al ir ascendiendo y abriendo más establecimientos la sociedad sabía que un Hotel Ritz era también sinónimo de destino gastronómico y una experiencia dedicada al lujo y al confort.
Entre las múltiples aportaciones de César Ritz a la hotelería moderna se encuentran la atención a los detalles, la decoración lujosa y de buen gusto (César Ritz elegía personalmente las alfombras en fábricas exclusivas de Turquía y cambió el papel tapiz por pintura y muebles de alta calidad), la inclusión del room service que tanto amamos actualmente y, sobre todo, la alta cocina en la experiencia hotelera.
Además de todo, Ritz ponía una excesiva atención a la higiene de cada piso, las camas debían ser de alta calidad para asegurar el descanso de los huéspedes, la inclusión de cuartos de baño privados dentro de los habitaciones, uniformes bien cortados y de tela de excelente calidad para los empleados del hotel y, por si fuera poco, la dio una importancia primordial a la figura del sumiller, elemento importante para completar la experiencia de alta cocina.
Cuando estés en una habitación de lujo con todas las comodidades a tu alcance y con cada detalle supervisado, recuerda que te encuentras frente a la excelencia y herencia de César Ritz.
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