Cultura

En el lugar de los hechos: el libro debut de Jorge Zarza

Por: Carlos Betancourt Núñez 11 marzo 2022 • 12 minutos de lectura

Con motivo de su debut como autor, entrevistamos a Jorge Zarza para enterarnos qué hay detrás de En el lugar de los hechos, título en colaboración con Penguin Random House Mondadori y Círculo Editorial Azteca.

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Jorge Zarza se ha convertido en un invitado habitual en los hogares de todo el país durante más de dos décadas al ser, en diferentes momentos, conductor titular de Hechos AM, Hechos Meridiano, Hechos Sábado y ahora en Hechos Domingo.

Y es que todo periodista, todo reportero, debe poseer entre muchos otros atributos esa “omnipresencia” que distingue a un buen informador; en suma, saber estar “en el lugar de los hechos” en el día y la hora adecuada. Es por ello que cuando Jorge Zarza celebró sus 50 años de vida decidió rendir un homenaje a su carrera, a sus compañeros de travesías, a sus colegas del medio y al público que lo ha acompañado mediante un libro que narrara las vicisitudes, el instinto y la suerte que se necesitan para poder conseguir una nota. Pero además de un libro periodístico, su debut como autor es también un entrañable anecdotario que a lo largo de diecisiete capítulos conjuga reflexiones profundas, gran sentido del deber, algo de humor y sobre todo mucha humildad para mostrarnos al desnudo qué hay detrás de un reportaje, de una nota o de una cobertura televisiva que quizá puedan salir al aire no más de cinco minutos, pero que para poder concretarlas se necesitan horas, días, semanas e incluso años.

En entrevista para Círculo Editorial Azteca y Revista CENTRAL, Zarza nos platica sobre este libro que lleva por título En el lugar de los hechos.

Carlos Betancourt: Jorge, muchas gracias por aceptar esta entrevista para hablarnos de tu libro recién salido de imprenta.

Jorge Zarza: Al contrario, gracias a ustedes.

CB: Antes de hablar sobre él, quisiera irme varios años atrás y preguntarte qué fue lo que te orilló ser periodista, a escoger esta forma de vida para ganarte los días.

JV: Fíjate que para ser muy sincero, el periodismo llegó a mí por casualidad cuando era un niño. Yo nací en Cuernavaca, soy el hijo de una maestra y de un empleado federal; niño normal, clase media, fui a la escuela pública sin mayores aspiraciones que terminar la universidad; total que como a muchos niños, mi papá nos mandaba a trabajar en verano: con el carpintero, con el herrero, de “cerillito” en algún supermercado y fue así como caí por coincidencia de mensajero en un periódico que se llamaba La opción de Morelos, tendría doce o trece años, y un día que faltó un reportero el jefe de información —yo creo que había notado cierta habilidad o qué sé yo— me dijo: “ve a tal lugar y lo que veas me lo cuentas para que yo pueda hacer la nota”.

CB: ¿Te acuerdas sobre qué fue esta nota?

JZ: Sí, fue sobre la estación de tren en Cuernavaca que iba a ser clausurada y pues fui, y efectivamente ya estaba abandonada, pero digamos que mi encomienda era “tú pregúntale a la gente sobre lo que veas”. Por su parte él ya había hablado con el director de ferrocarriles de México, entonces quería complementar esa entrevista con un testimonio del lugar —ya no hay gente, no está el tren, la estación está cerrada— y así fue como recopiló esa información que yo le di y posteriormente publicó la nota.

CB: ¿Y fue ahí cuando supiste que te ibas a dedicar a esto?

JZ: No, digamos que eso fue un pasaje de mi niñez. Lo de estudiar periodismo se da más adelante, cuando ya a punto de finalizar la prepa me preguntaban “¿Tú a qué te vas a dedicar? No sé; ¿Y de qué te gustaría? No sé; ¿Y de qué no te gustaría? ¡No sé!” y pues en esas estaba cuando una compañerita me llevó un folleto de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, un tríptico en blanco y negro —era el 86 o el 87— y cuando vi la tira de materias lo cerré y dije “Esto es lo mío…, ¡no hay matemáticas!”, y así fue como entré a estudiar periodismo.

CB: O sea que gracias a las matemáticas —o a la falta de ellas— te hiciste periodista.

JZ: ¡Sí!

CB: ¿Y entonces fue cuando te inscribiste a la Carlos Septién?

JZ: Bueno, antes de eso pasó algo que platico muy poco, pero que creo es importante mencionar para lo que viene: en el verano que terminé la prepa, ya con la idea del periodismo en mente, regresé a La opción… pero el jefe ya no estaba, entonces busqué a don Guillermo Cinta, que es un gran periodista de Cuernavaca y que en ese entonces estaba de director o de jefe de información en el Sol de Cuernavaca, total que cuando le comenté que quería hacer reportajes se acordó de mí y me dijo “Sí, cómo no, Jorge, pero lo único que tengo ahorita es una boda, ve y haz la crónica”. ¿Y qué crees? No fui y me inventé todo. Por supuesto que él se dio cuenta. Pero bueno, además de vergonzoso, ahí me di cuenta de lo importante que resulta para este oficio contar la verdad.

CB: Bueno, y cuando acabas la carrera, ¿cómo fueron tus primeros pasos como periodista? ¿Los medios a los que te acercabas te daban las asignaciones a cubrir, o más bien eras tú el que les proponía los temas?

JZ: Para un reportero siempre hay una asignación, siempre. Pero cuando yo llegué a TV Azteca fue cuando más libertad tuve de proponer un tema y que me dijeran que sí. De hecho nunca me dijeron que no y hasta había una broma local hace muchos años, creo que por el 95, que decía: “Si Jorge Zarza quiere hacer un reportaje de helados en Alaska le dan permiso”.

CB: Dices que siempre hay una asignación para un reportero y por eso quiero preguntarte si cuando a ti te asignan a cubrir un desastre natural, un atentado terrorista, una ejecución, etcétera, supongo que vas “prevenido” sobre lo que vas a ver al tener cierto contexto, pero ya estando ahí ¿eso varía mucho? Y si es así, ¿hay algo que te prepare para eso a lo que en verdad te enfrentas?

JZ: Yo creo que ahora sí podría ir preparado, porque además ya tenemos el internet donde pulula todo tipo de información de cualquier acontecimiento, pero nuestro Google de antes era una hemeroteca, un almanaque, los periódicos locales con los que yo iba haciendo mi mapa porque llegabas sin nada, y como trabajamos para la tele necesitas la imagen y debes saber dónde buscarlas, por eso es importante saber qué dijo el gobernador, qué dijo el alcalde, dónde está la iglesia —seguramente ahí están los albergues y son las personas refugiadas las que te proporcionan las mejores imágenes— y además, con el tiempo, te das cuenta que en el lugar de los hechos tú recabas cierta información pero no toda, pues a la televisora van llegando otras cosas: la llamada del presidente o del gobernador, testimonios de los afectados, información de otras agencias, etcétera. Entonces, regresando a tu pregunta, en el momento que ocurrieron varias cosas que cuento en el libro definitivamente algunas me tomaron por sorpresa, ya fuera porque estaba muy joven, porque no tenía experiencia, porque nunca había visto un muerto o un huracán en mi vida. O sea, alguien prende la tele, ve la nota y dice “qué bárbaro, sí está fuerte” y a la mejor eso que se transmite al aire lo puede impactar, pero imagínate, si nosotros editamos lo que va a salir en pantalla para que no sea tan crudo o violento, ya estando ahí es otra cosa, por ejemplo el olor a muerte, que es algo que yo narro mucho: ya nunca se te quita e incluso aprendes a distinguirlo en ese momento y en ese lugar, y hasta dices “aquí hay un muerto, acá otro, allá otro más”, es un aroma al que en ese momento no sabes cómo reaccionar y que no se te olvida.

CB: Hablando de eso, algo que quiero distinguir de tu texto es la humildad con que retratas las dudas, las inseguridades, e incluso la inexperiencia de algunos pasajes, pues desde mi punto de vista los asumes como tropiezos que te hicieron ser quien eres hoy. Mi pregunta es: en caso de que pudieras hablar con el Jorge Zarza de ese momento ¿le darías algún consejo para que no cayera en esos errores o lo dejarías cometerlos para que a partir ellos pudiera convertirse en la versión que eres el día de hoy?

JZ: ¡Uy, qué padre pregunta! No sé cómo responderla… No sé… Bueno, tratándose de una entrevista le diría que siempre estuviera preparado, que ese día leyera el periódico antes de hacerla, que se enterara lo más posible de todo antes de llegar con el personaje… Y también lo dejaría conocer por sí mismo el ímpetu de un huracán Jova, de un huracán Paulina, de tomar un tren en la estación donde un día antes se cometieron actos terroristas… O sea, ya que lo traes a cuenta, mi intención no es ponerme a mí mismo en el centro de la narración como si fuera un héroe por haber hecho esas tres cosas, pero te voy a decir que con tal de sacar la nota me subí totalmente “apanicado” a un vagón en un lugar donde no habían pasado más de 24 horas de haber estallado una bomba y donde el miedo se sentía por todo el aire debido a la incertidumbre de no saber si eso iba a volver a ocurrir en ese o en cualquier otro instante… Entonces sí, yo le diría a ese Zarza joven, “súbete otra vez, sé imprudente, de eso se trata, pero siempre prepárate, infórmate”, y es que si el error de contenido existe en el reportero, es porque no leyó, porque se confió, porque improvisó.

CB: Bueno, tomando en cuenta que no es lo mismo cubrir un atentado terrorista internacional, que un detalle de un futbolista para un aficionado, o la última travesía de una fragata militar, ¿cómo fue que hiciste la selección de estas anécdotas detrás de la nota?

JZ: Pues porque son las coberturas que siempre recuerdo, las que siempre cuento, ya sea porque me dejaron una lección de vida como no bajarte de un barco porque tienes que terminar el viaje que has comenzado, por la perseverancia de conseguir a un futbolista en medio de la fama y el éxito para dar apoyo a un aficionado que se encuentra grave de salud, por la imprudencia de ponerme a narrar enfrente de una pipa de gas que se está quemando, porque pude ir a otro país en representación de TV Azteca para cubrir un rescate de mineros donde el ojo del mundo estaba puesto, entonces por todo eso en algún momento me dije “pues comparte esos momentos, no seas ingrato, sé generoso por medio de la pluma con quien no estuvo en el lugar de hechos, platícale tu hambre, contágiale tu adrenalina con la que pudiste conseguir esas notas”, y quiero agregar que en aquellas donde yo no estuve en el epicentro de los hechos —hablando literalmente— hago un homenaje a los corresponsales que nos confiaron su información para darla a conocer, como en uno de los capítulos donde yo vivía en la colonia Doctores y de pronto sentí un temblor. En este caso el homenaje es para Marcia Castellanos y Dante Alfaro, corresponsales de TV Azteca en Colima que tuvieron que salir corriendo de la iglesia donde recibían sus pláticas prenupciales pues el recinto se estaba resquebrajando, ya que el sismo inició en ese Estado y fueron ellos quienes dieron cobertura a ese siniestro desde el lugar de los hechos, así que en ese sentido el mérito es de ellos, yo me limité a hablar por teléfono a la redacción de TV Azteca para narrar lo que veía desde el séptimo piso de mi edificio en la Ciudad de México mientras mi esposa y mi hija buscaban resguardo al mismo tiempo que en el noticiero de Javier Alatorre salía un cintillo que decía “Jorge Zarza en vivo”. De hecho en ese momento voltearon a verme con cierto reproche, aunque ya luego se convirtió en un chiste que ella cuenta mejor que yo: “lo primero que hace el Zarza cuando tiembla es llamar al canal”.

CB: Siguiendo con esto último ¿tú afirmarías que un periodista no se hace solo?

JZ: Para nada, ninguna persona se hace sola, ni el ingeniero, ni el arquitecto, ni el dentista, ¡ni los medallistas olímpicos, pues tienen un entrenador! Claro, son ellos los que salen, los que se juegan la piel y los que ganan la medalla, como yo, que es el que sale frente a la cámara y quien si comete alguna equivocación soy el que queda mal, no el camarógrafo o el microfonista, por eso insisto: aunque tengas 30 años en el periodismo siempre pregunta a alguien cómo ve un tema, qué le preguntaría a un entrevistado, qué le gustaría saber sobre determinada situación, porque no sólo es un acto de humildad y sencillez, sino tan simple como que dos cabezas piensan mejor que una y si yo quiero salir al aire, quiero salir inteligente, preparado, y eso sólo va a ser posible preguntando, sin dejar de lado además el trabajo del redactor, del microfonista, de quien te peina. Es un trabajo de muchas personas, pues.

CB: ¿Es por eso que en todo el libro mencionas a casi todas ellas?

JZ: ¡Claro! Hablo mucho de productores y de camarógrafos, más de estos últimos porque son los que me acompañaron. No sabes la cantidad de veces que dejé a mi esposa vestida y arreglada a punto de ir a algún evento porque tenía que salir corriendo, y como digo en la dedicatoria del libro, mis hijos muchas veces preguntaban “¿dónde está mi papá?”, por lo que hablar de esos compañeros es también un acto de justicia con sus familias, para que si sus hijos o incluso sus nietos llegaran a leer el libro sepan en dónde y en qué andaban metidos sus papás o sus abuelos.

CB: Has mencionado el arduo trabajo que te costó escribir este libro, nueves meses en total, ¿pero hubo algunos capítulos que hayas hechos en una sentada?

JZ: El huracán Paulina, la matanza de Acteal, la fragata Allende y el último capítulo de mis andanzas en Chile, que es el más personal y que nada tiene que ver con el periodismo. Los demás me costaron mucho trabajo: recuperar los discursos de Fidel Castro cuando Juan Pablo Segundo visitó Cuba; los detalles de la gira presidencial de Peña Nieto en Gran Bretaña; el contexto histórico del Canal de Panamá. No es fácil escribir un libro.

CB: Finalmente Jorge, sigues haciendo reportajes a nivel de calle y por eso quiero preguntarte, ¿qué sigue para ti en el futuro como periodista, cómo te ves más adelante, seguirás siendo un reportero de a pie como lo has sido hasta ahora, o tomarás otro rumbo?

JZ: Bueno, el periodismo ya ha tomado un rumbo distinto, es muy diferente al que se hacía hace diez, hace quince años y el libro es un testimonio de cómo nos tocó hacerlo en ese momento. Me acabo de acordar de un refrán muy lépero, lo dicen mucho allá por Tabasco, por Veracruz: “los niños dicen lo que hacen, los viejo dicen lo que hicieron y los… —Jorge interrumpe la grosería que suelta con una carcajada— …dejos dicen lo que van a hacer”. Y pues no sé si viejo, pero soy alguien con más de 25 años en el medio y por eso en esas páginas hablo de lo que hice. Tal vez en el futuro haga algo en redes, porque contar los hechos de lo que ocurre, por ejemplo hoy la guerra que se vive en Ucrania, es algo que la gente busca para enterarse y como dice Mónica Garza, frase que también recupero en algún capítulo, “cualquiera te cuenta una historia, pero no cualquiera te estremece”, y así como hoy las redes sociales lo han hecho, TV Azteca cambió la forma de hacer periodismo en su momento, al punto que Televisa tuvo que hacer cambios y este trabajo es mi homenaje a Hechos en un momento en que ni sillas teníamos para sentarnos, sólo nuestro corazón y tesón para hacer las cosas, lo que me lleva a agradecer al señor Salinas no sólo por hacer crecer la empresa y comprarnos sillas con el paso del tiempo, sino por regalarme su tiempo para realizar el prólogo de este libro. Y bueno, aprovechando también el aniversario número 28 de Hechos, les digo a mis compañeros que intenten dejar un testimonio por escrito de este legado que seguramente ha marcado a algún espectador durante todos esos años. A mí me encantó hacerlo.

Más datos del libro:

En el lugar de los hechos

Penguin Random House Mondadori / Aguilar
228 páginas
$249.00 MXN impreso / $179.00 MXN e-book (precios estimados)
Fecha de lanzamiento: 1 de marzo de 2022

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