Sentir el picante no es simplemente saborear; es una pequeña explosión que enciende nuestras terminaciones nerviosas, un estímulo que va desde la lengua hasta el estómago. Más allá del gusto, esta experiencia tan amada como temida es un juego de percepciones químicas que desafía los sentidos y transforma una comida común en una aventura sensorial. Pero ¿dónde exactamente lo sentimos? Y más aún, ¿puede hacernos daño? La ciencia tiene algunas respuestas sorprendentes.
¿A qué sabe el picante?
Sorprendentemente no tiene sabor ni olor, simplemente podemos sentir el picante gracias a una reacción química en nuestro cuerpo ante la capsaicina, un compuesto activo que está presente en los chiles. Se trata de una sustancia resulta irritante para los mamíferos y genera una reacción de ardor, calor y picor.
La lengua percibe la capsaicina gracias a la presencia de múltiples receptores sensoriales que envían señales al cerebro a través de neurotransmisores cuando detectan su presencia. Sin embargo, las papilas gustativas no son las únicas responsables de esta percepción. En este proceso también interviene el nervio trigémino, encargado de detectar irritantes químicos tanto en la boca como en la garganta.

¿En qué parte de la lengua podemos sentir el picante?
La lengua está cubierta por papilas gustativas distribuidas en distintas zonas. Aunque algunas áreas tienen mayor concentración que otras, en general toda la superficie puede percibir la capsaicina, es decir el picante. Al entrar en contacto con esta sustancia, los receptores envían señales al cerebro simulando dolor y calor. El nervio trigémino interpreta esa información y genera la sensación de ardor que asociamos con el chile.
Pero la lengua no es el único lugar donde se percibe el picante. La capsaicina también puede afectar el paladar, los labios y la garganta, debido a su naturaleza cerosa, que la hace poco soluble en agua y resistente a ser eliminada con facilidad.
Sin embargo, con el consumo frecuente de alimentos picantes, el cuerpo puede desarrollar una especie de tolerancia. Los receptores sensoriales se desensibilizan y, con el tiempo, el ardor disminuye, dando paso a una sensación más parecida al adormecimiento que al dolor inicial.
¿Comer picante puede causar daños?
En términos generales, comer picante no puede generar daños permanentes en la lengua. Tras ingerir grandes cantidades de capsaicina, la sensación de dolor suele desaparecer temporalmente, ya que los receptores se saturan y dejan de responder de la misma manera.
Sin embargo, un ensayo publicado en el portal Scientific American señala que, a largo plazo, el consumo excesivo de alimentos picantes puede causar molestias digestivas, acidez estomacal, náuseas, dolores de cabeza e incluso vómitos en personas sensibles o con enfermedades inflamatorias intestinales.

Por otro lado, distintos expertos coinciden en que la comida picante no provoca úlceras ni incrementa el riesgo de mortalidad. Incluso, algunos estudios sugieren lo contrario. Un artículo del Centro de Salud Mental del Sur de Iowa señala que las personas que consumen alimentos picantes varias veces por semana tienen un riesgo más bajo de muerte prematura en comparación con quienes lo hacen con menor frecuencia.
Además, menciona que la capsaicina tiene aplicaciones medicinales ya que se utiliza como ingrediente activo en varios analgésicos tópicos, empleados para aliviar dolores causados por artritis, fibromialgia o migrañas. Su capacidad para desensibilizar los nervios sensoriales la convierte en una herramienta valiosa en tratamientos terapéuticos.
Aun así, las investigaciones científicas continúan divididas respecto a los efectos del picante en el organismo. Si bien existen múltiples beneficios potenciales, los resultados no son concluyentes y se recomienda moderación en su consumo, especialmente en personas con antecedentes de trastornos gastrointestinales.
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