En el corazón de Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, donde el alma se esconde entre la flor de mayo y el huipil bordado, la tierra habla a través del viento y las tradiciones siguen vivas en sus rincones, nace una historia de resiliencia, pasión y arte que brilla con la luz de las antiguas costumbres del Istmo de Tehuantepec.

Una xunca de apenas siete años descubría el mundo a través de los ojos de una iguana que cruzaba su casa familiar. Cada mañana, entre las cinco y seis, se despertaba con su hermana a ver los tlacuaches, las tortugas que dejaban su rastro en la tierra húmeda, y el alcaraván que cantaba como si dijera su nombre. El mundo estaba lleno de colores vibrantes y sonidos de la naturaleza. Criada en un hogar donde las antiguas costumbres de la región se respiraban a cada paso, la pequeña Xinaxi observaba con fascinación los animales que la rodeaban: iguanas, tlacuaches, alcaravanes, tortugas y más. Para ella, estos seres no solo eran parte de su entorno, sino que estaban impregnados de significados profundos, reflejo de la cosmovisión zapoteca que los habitantes del Istmo veneran.
… Jugaban a ser flores, ella y su hermana, en la llamada “reunión de señoritas”: se peinaban, se adornaban, jugaban a crecer con gracia, como la flor de loto que florece sola, esperando un amor que, por naturaleza, nunca llegará. Así nació Stagabene, como un susurro entre dos flores que jamás se tocan: una florece de noche, la otra al alba. Una marca nacida del juego, de la contemplación y del vínculo invisible entre lo femenino, lo sagrado y lo artesanal.
Xinaxi, que en zapoteco significa “aroma”, no pudo haber recibido un nombre más fiel a su esencia: sutil, persistente, capaz de evocar memorias profundas sin necesidad de palabras. Arquitecta de formación, Xinaxi descubrió en 2018 que el alma a veces encuentra su camino en las formas más inesperadas. Una crisis personal la llevó a explorar sus fibras profundas, y en ese silencio interior, la filigrana apareció como camino de sanación. El oro, moldeado con fuego y delicadeza, se convirtió en su nuevo lenguaje. Sanar, entendió, también era crear.
En 2019 comenzó su formación formal con el maestro Jorge, en Juchitán, a quien recordaba desde niña como el artesano que hacía las joyas de su madre. Ella, entonces apenas una observadora silenciosa, se sentaba a mirar cómo el metal cobraba vida en la mesa de trabajo."En ese tiempo el señor era joven… y ahora que lo fui a visitar, ya era señor y lo vi diferente de complexión”, comenta entre risas, sorprendida por el paso del tiempo.
Más tarde, su camino la llevó a Oaxaca, donde conoció a dos joyeros tradicionales que reforzaron su conexión con la técnica. En 2021, en Taxco, bajo la guía del maestro Carlos Benítez, su visión dio un giro tanto técnico como artístico. Luego, entre 2023 y 2024, participó en el taller Falsa filigrana con la técnica de vaciado y en otros del Centro de las Artes de San Agustín Etla (CASA), donde exploró nuevas posibilidades como la falsa filigrana y la técnica de cera perdida, sin abandonar sus raíces zapotecas.

Pero la técnica, por sí sola, no basta. Lo que hace única cada pieza de Xinaxi es el alma que lleva dentro. Su joyería está poblada de seres simbólicos: la mariposa, el armadillo, la mantarraya, la iguana, el colibrí, la tortuga. Cada uno lleva una historia. Cada uno huele, si se pudiera decir así, a una memoria, a una idea, a una emoción profunda.
En sus primeras piezas de filigrana, Xinaxi rinde homenaje a estos animales, representándolos con una delicadeza inconfundible, con trazos que dan vida a sus formas y les otorgan una nueva dimensión a través del oro. Los animales no solo se presentan como figuras estéticamente bellas, sino como símbolos con significado profundo en la cosmovisión zapoteca:
- El armadillo, con su caparazón, representa protección y fortaleza ante la adversidad.
- La mantarraya, fluida y elegante, encarna la libertad y el vínculo espiritual con el agua.
- La iguana simboliza sabiduría ancestral y conexión con la tierra.
- El colibrí evoca la belleza efímera y la esperanza persistente.
- La tortuga, con su andar lento pero firme, representa la longevidad, la paciencia y la memoria viva.

Stagabene, la marca de Xinaxi, es mucho más que un sello artístico: es un manifiesto contra lo efímero y lo vacío. En un mundo de consumo acelerado, sus piezas invitan a detenerse… y oler. Sí, oler. Porque cada joya suya es un “aroma” que brota del alma: una fragancia invisible que enlaza el presente con el pasado, lo tangible con lo espiritual.
En 2025, Stagabene fue reconocida por Forbes, y Xinaxi obtuvo el segundo lugar en el concurso FOFA (Friends of Oaxacan Folk Art), llevando la esencia del Istmo zapoteco a nivel internacional. Pero más allá del reconocimiento, su arte no busca exhibirse: busca quedarse. En quien lo porta. Quien lo comprende. En quien lo siente.

Hoy, Xinaxi sigue creando. Y como su nombre lo indica, cada joya que nace de sus manos es un aroma que permanece. Sutil, pero inolvidable. Una herencia que no se impone, pero que se queda flotando en el alma de quien sabe percibirlo.
No te pierdas su próxima exposición en Mérida el 29 de mayo del presente año.
Síguelos en su Instagram: @xinaxi y @stagabene_filagrana_joyeria
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