Cualquiera puede tener invitados en su casa, pero pocos saben realmente lo necesario para ser un gran anfitrión, y es que serlo es todo un arte que requiere de pericia, dedicación y un poco de experiencia, sin mencionar las ganas de que los invitados pasen una gran velada… y esto fue un poco de lo que pudimos aprender en la Casa del Gran Anfitrión.
Diego Niño, chef del St. Regis dio una gran clase de cómo ser un Gran Anfitrión en “La Casa del Gran Anfitrión Tequila 1800”, que abrió sus puertas por primera vez este 2022 para recibirnos no sólo con una cena exquisita, sino un maridaje perfecto con tres tequilas de la marca 1800.

Esta experiencia formó parte de la nueva campaña “Está en los detalles” de Tequila 1800, que de acuerdo con su nombre es un llamado a fijarse en los detalles, esas cosas tan nimias que pueden marcar la diferencia y convertir de tu reunión en una muy especial e inolvidable sea de familia, amigos o hasta de trabajo. Asimismo, la campaña involucra la plataforma “The Art of Hosting”, la cual busca convertir a todos los comensales en Grandes Anfitriones también.
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La Casa del Gran Anfitrión está inspirada en tres pilares fundamentales: el arte, la gastronomía y la mixología. Para cumplir con cada uno de ellos, la casa fue convertida. De tal forma, cada habitación era una exhibición de obras primordialmente contemporáneas como la de Karen Huber, donde tuvimos la oportunidad de disfrutar la experiencia. Aunque también se incluyeron artes de Proyecto Monclova, Nordenhake y Morán Morán.

En cuanto a lo gastronómico, el chef Diego Niño estuvo a cargo de un menú de tres tiempos, muestra de la comida contemporánea mexicana y de la vanguardia de este chef; este menú comulgó con el pilar de la mixología, con un maridaje con los tequilas 1800 reposado, añejo y cristalino, sin mencionar los cócteles preparados por los mixólogos en la casa.
Volviendo a la cena, el chef Diego Niño consintió a sus invitados con un crudo del día con emulsión de chiles –que por los sabores de su emulsión y sabores remitía a un pescado a la talla–, seguido de un short rib con salsa de carne y un puré de piña –que a nuestro parecer fue la estrella de la noche–, para finalizar con una tarta de chococaramelo, merengue de limón, gel de jamaica y sorbete de limón.

Pero el arte, comida y la bebida tan sólo fueron una porción de la experiencia, pues cada rincón de la Casa del Gran Anfitrión fue ambientada con música, luz y hasta aromas, para que todos pasaran la mejor noche posible, tal y como cualquier anfitrión haría en su propia casa.
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