Ponte al día

Los primeros años de la psiquiatría en México

Por: Marilú Morales 27 marzo 2023 • 4 minutos de lectura

No todos los pacientes psiquiátricos tenían enfermedades mentales.

Compartir:

Los primeros años de la psiquiatría en México
iStock

Las producciones hollywoodenses y la historia han mostrado a través de los años el ejercicio de la psiquiatría con tratamientos crueles y dolorosos, pero en la realidad, ¿cuál es la historia de la psiquiatría en México?

Los “palacios de los locos”

El primer hospital psiquiátrico de América fue el Hospital San Hipólito, enfocado en dar cuidados a hombres, también fue conocido como la “plaza de los locos”, construido en 1556 a inicios del período colonial en el centro de la Ciudad de México en la plaza de San Fernando.

De esta manera, según Juan Ramón de la Fuente y Gerhard Heinze Martin del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), nuestro país fue pionero en la atención de personas con enfermedades mentales en el continente americano.

Para el año 1700, se instauró en la capital del país un segundo sanatorio que esta vez fue exclusivo para mujeres y tuvo por nombre “El Divino Salvador”, pero coloquialmente se le conoció como “La Canoa” debido a la calle donde estaba ubicado, la calle Canoa (actualmente la Calle Donceles) cerca del Teatro Iturbide.

De acuerdo con el historiador Andrés Ríos Molina del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), durante los conflictos político-sociales del siglo XIX , ambas construcciones se utilizaron como cuarteles y hospitales militares.

Al estar el país en un conflicto importante, algunos pacientes fueron enviados a presidios y otros se les dejó abandonados en la calle. Años más tarde, el general Porfirio Díaz asumió el poder, se ideó el Manicomio General, un inmueble que abrió sus puertas en 1910.

Este hospital psiquiátrico fue considerado como el más grande e importante de México y se le llamó coloquialmente como “La Castañeda”, debido a que fue construido en lo que fueron terrenos de una hacienda pulquera de Mixcoac conocida como La Castañeda.

Este cambio ocurrió no solo por los conflictos que vivió el país, tuvo una razón oculta, se quería alejar a los “locos” del centro del país.

Como dato histórico extra, La Castañeda de estilo francés fue acompañado por la inauguración de la cárcel de Lecumberri como parte del proyecto político nuevo, de esta manera se controló a aquellos sujetos considerados como “una amenaza social”.

“El Manicomio La Castañeda fue concebido como un gran museo de la locura, donde las diferentes formas de anormalidad serían clasificadas y guardadas en bellas estanterías, todo en aras de construir un saber científico sobre aquellos seres cuya débil constitución biológica los marginó del mundo civilizado. Bajo la lógica de los museos erigidos a fines del siglo XIX, el Manicomio General sería el espacio en el que la sociedad porfiriana reuniría sujetos extraños en los cuales reconocerse a sí misma a través de la alteridad”, estipula Ríos Molina en su investigación “Locura y encierro psiquiátrico en México”.

De enfermedades mentales y “perversión moral”

Las estadísticas de la Secretaría de Salud del Gobierno Federal estiman que actualmente existen aproximadamente 15 millones de personas que padecen algún trastorno mental en nuestro país.

Ahora los mitos alrededor de estas personas y sus padecimientos se han desentrañado, pero no siempre fue así y no todos sufrían de enfermedades mentales, existía otra concepción sobre ellas dictaminada por el círculo social cercano a los pacientes.

También te puede interesar: Ir al psicólogo, psiquiatra, psicoterapeuta o psicoanalista, ¿cuál es la diferencia?

Tal es el caso de la perversión moral, de acuerdo con el historiador de la UNAM, “los familiares daban cuenta a los psiquiatras de las excentricidades y transgresiones que hacían urgente el encierro terapéutico”.

Las familias usaban conceptos para justificar el encierro de su familiar incómodo (carente de simpatía, vender o robar, no ser educado, etc), tuviera o no una enfermedad mental.

La teoría de la degeneración sobre hábitos nocivos como el alcoholismo o una vida sexual que rompiera los cánones de lo normal, también estuvo penado desde mediados del siglo XIX y la propuesta del francés August Benedict Morel, consideraba que la especie humana era viable de cambiar o mejorar a través del tiempo por lo que estas personas se encerraban para que no tuvieran descendencia.

Por su parte, los nerviosos o neuróticos, según el doctor José Olvera, “no eran pobres; más bien, pertenecían a la clase ‘suprema’ y adquirían la enfermedad por imitación o por ‘la funesta influencia de los libros’; además, solía presentarse en sujetos ‘en extremo sensibles’.

Los mitos sobre los padecimientos eran vastos y cada uno los movía a su favor.

El historiador Andrés Ríos Molina contó a la Revista de Ciencia UNAM que años antes de que en la década de los cincuenta aparecieran los primeros psicofármacos, se llevaban a cabo técnicas peligrosas para curar a los pacientes como subir la temperatura del cuerpo para disminuir los delirios y los comportamientos maníacos, se inducía a coma para provocar una muerte artificial e intentar revivir al paciente o se les administraba cardiazol, para generar convulsiones.

También te puede interesar: Por qué ir al psicólogo aunque creas que no lo necesitas

“Al inicio muchas personas eran diagnosticadas con epilepsia (lo más conocido) ya que más allá de las convulsiones también se entendía como conductas destructivas, personas malas y peligrosas para su entorno”.

Suscríbete aquí a nuestro Newsletter para que estés al día con nuestros contenidos.

X