Durante la Segunda Guerra Mundial, millones de personas murieron en manos de los nazis. La muerte los halló en sus casas, en la calle, en campos de concentración, en escondites… Pocos pudieron sobrevivir.
Las historias que se cuentan sobre personas comunes que hicieron hazañas para ayudar a judíos y perseguidos políticos se cuentan en libros, películas y series, la Lista de Schindler es quizás una de las más conocidas.
Sin embargo, existen otras buenas obras que también ocurrieron y de las que poco se habla, como la de los tres médicos de un hospital en Roma, Italia, que ayudaron a judíos a escapar de la muerte entre los años 1943 y 1944, con el diagnóstico de una “extraña enfermedad”.
Nazis en Roma
En 1943, soldados alemanes en el nuevo país ocupado, Italia, comenzaron con redadas para arrestar a judíos italianos y deportarlos.
Aunque no se tiene una cifra exacta, se estipula que más de 10 mil personas fueron enviadas a campos de concentración durante poco más de un año. Ninguna regresó a casa.
Se sabe que el comandante alemán, Albert Kesserling, fue el encargado de supervisar la ocupación de la ciudad. El jefe de las SS, Herbert Kappler, fue nombrado como jefe de la policía en Roma y solo era cuestión de tiempo para que maquilara la masacre de las Ardeatinas, una operación que tuvo como objetivo acabar con judíos italianos y prisioneros políticos en marzo de 1944.
La extraña enfermedad que salvó a cientos de judíos de los nazis
Los nazis atacaron el gueto judío en octubre de 1943, por lo que las personas huyeron al hospital católico Fatebenefratelli que estaba justo en frente. Más tarde, el mismo hospital serviría para esconder a disidentes políticos y una estación de radio clandestina.
Ante la situación, el médico y activista antifascista Adriano Ossicini inventó el nombre de una “extraña enfermedad” para salvar a los judíos en resguardo, la llamaría: Síndrome K.
Por supuesto que el Síndrome K no se encontraba en ningún libro de medicina, ni en ningún expediente médico anterior a la llegada de quienes escaparon. Se trataba de una clave para distinguir entre pacientes reales y personas refugiadas.
Para dar mayor realismo a la mentira de la extraña enfermedad que salvó a cientos de judíos, las habitaciones estaban catalogadas como “peligrosamente infecciosas”. Incluso, los médicos pidieron a los niños judíos que tosieran, de manera que imitaran a los enfermos de tuberculosis, solo cuando los soldados nazis pasaban por el hospital católico.
En un artículo publicado por la BBC del año 2004, el médico Vittorio Sacerdoti, quien estuvo trabajando en aquellos años en el hospital, confesó:
“Los nazis pensaron que era cáncer o tuberculosis y huyeron como conejos”.
El cirujano Giovani Borromeo que también ayudó a esconder a cientos de personas judías de los nazis con la rara enfermedad declaró:
“El síndrome K se anotaba en los registros de los pacientes para indicar que la persona enferma no estaba enferma en absoluto, sino que era judía. Creamos esos periódicos para los judíos como si fueran pacientes comunes y corrientes, ¿y en el momento en que teníamos que decir qué enfermedad padecían? Era el síndrome K, que significa ‘admito a un judío’, como si estuviera enfermo, pero todos estaban sanos”.
La idea de contraer la enfermedad hizo que los nazis que ocuparon Roma tras la caída de Mussolini, los mantuviera alejados del hospital.
Tanto los médicos como las personas con la “extraña enfermedad” resistieron hasta que los aliados liberaron Roma de la ocupación nazi a finales de junio de 1944. No se sabe el número de personas que fueron diagnosticadas con la extraña enfermedad que los salvó, se habla de docenas a cientos de judíos.
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