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Joaquín Pardavé, ¿enterrado vivo?

Por: Redacción CENTRAL 20 julio 2017 • 2 minutos de lectura

Apareció en 70 películas y compuso más de 70 canciones

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Foto: Zarco Gómez - Archivo Zarco Gómez, CC BY-SA 4.0 (Wikipedia)
Joaquín Pardavé

Por: Brisa Granados

Cuando Joaquín Pardavé tenía 55 años filmaba dos películas al hilo. El 20 de julio de 1955, después de un día intenso de trabajo decidió ir a jugar boliche con su sobrino Gustavo González y el staff de la cinta La virtud desnuda. “A mi tío comenzó a dolerle mucho la cabeza y me pidió que pidiera la cuenta”, ha contado Gustavo González.

Después el histrión se dirigió a su casa en la colonia Narvarte y el dolor de cabeza fue cada vez más intenso. Su esposa, Cholita, llamó a su médico de cabecera, pero cuando éste arribó a auxiliarlo ya estaba muerto.

Quien diera vida al famoso Susanito Peñafiel en la cinta México de mis recuerdos había fallecido a causa de una embolia fulminante.

Joaquín también fue responsable de composiciones invaluables como “Varita de nardo”, “Negra consentida” y “No hagas llorar a esa mujer”, y sus restos descansan en el Panteón Jardín de la Ciudad de México, como los de muchas otras celebridades, entre ellas Pedro Infante, Jorge Negrete, Javier Solís, Germán Valdés “Tin-Tan”, y la artista plástica Remedios Varo.

Imaginario colectivo


La muerte de Joaquín Pardavé causó revuelo a nivel nacional por tratarse de una muerte rápida y prematura, ya que el actor era una de las figuras más famosas y queridas por el pueblo mexicano. Y como siempre sucede, hubo quien hizo leña del árbol caído: el periódico El Zócalo, el cual se caracterizaba por sus encabezados sensacionalistas, utilizó la frase: “Lo enterraron vivo”.

La historia cuenta que los familiares de Joaquín mandaron a abrir su sepulcro pues su testamento se había quedado dentro de uno de los bolsillos de su saco. Otra teoría dice que en dicho bolsillo estaba un billete de lotería que había sido premiado. Pero al abrir la caja se dieron cuenta de algo terrible: el forro estaba rasguñado y los dedos del actor ensangrentados, señal de que había intentado escapar de su tumba. Supuestamente había sido enterrado vivo pues sufría de catalepsia (trastorno en el sistema nervioso caracterizado por la pérdida momentánea de la movilidad y de la sensibilidad del cuerpo). Esta leyenda sigue vigente hasta nuestros días y aunque pocos han querido creer lo contrario, Gustavo González, sobrino de Joaquín, ha repetido en varias ocasiones que todo se trata de un mito. “Fue una tremenda mentira, el que diga eso es un perfecto mentiroso. Si quieren los llevo con él”, asegura.

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