Por: Sergio Rodríguez Blanco*
Fernando Laposse es un artista y diseñador mexicano de 27 años de edad que vive en un taller del barrio londinense de Tottenham, un área barata, con equipo de futbol propio y famosa porque allí se inició en 2011 una ola de violencia que se extendió por todo el Reino Unido.
La zona más secreta de su estudio es el congelador donde atesora una reserva de distintos tipos de grasa animal que consigue entre los desperdicios de las carnicerías de su calle. “Puedo usarlas para cocinar o para hacer jabón”.
De padre panadero y madre profesora, se mudó a los 15 años de edad a París con su familia y desde entonces vive fuera de México. Después fue admitido para estudiar Diseño de productos en la prestigiosa Central Saint Martins de Londres.
El primer año se sintió en su salsa porque fue muy práctico: aprendió que tiene más facilidad para crear cosas con las manos que para mandarlas a hacer. Pero en el segundo año trataron de convencerlo de que la mercadotecnia es la base de cualquier diseño; entonces su utopía estuvo a punto de derrumbarse. “Me causó conflicto la manera en que me estaban enseñando una cultura de crear deseo por un objeto fácilmente descartable”.

Así que se hizo asistente de quienes creían en un diseño más cercano al arte, utilitario, sencillo y sustentado en conceptos comprensibles por un niño. Primero trabajó con Bethan Laura Wood, una diseñadora inspirada en los rincones más sucios de Londres que hacía objetos de alto diseño con materiales muy baratos.
Luego, con Faye Toogood experimentó con todo tipo de mezclas y texturas. “Eso me abrió los ojos para descubrir que había otro modelo de diseño y de producción donde tú estás en contacto con todo”.

Comer es para Laposse el arte más efímero. Quizá por ello, entre todos los campos de creación, escogió el de la comida y el del diseño sustentable. Para moverse en la escena del food design, Laposse ha encontrado inspiración en la alquimia, una sabiduría medieval entre la cocina y la química que le ha servido para inventar nuevos modos de comer, pero también para dar nuevos usos a los alimentos y a otros objetos poco considerados como elementos artísticos.
Por ejemplo, cuando lo invitaron a la Feria del Mueble de Milán en 2014, a partir de la idea de “despensa nocturna”, inventó su proyecto Malachi 3:2, una jabonera de cristal plateada con un elegante jabón negro fabricado con lo que alguna vez fueron manteca de cerdo y cenizas de pan quemado. En su aspecto final, minimalista y refinado, la obra alude a la piedra filosofal.

*Periodista, investigador y ensayista. Estudió la Licenciatura en Periodismo en la Universidad Complutense se Madrid y el Doctorado en Historia del Arte en la UNAM. Ganó el Premio Bellas Artes y Premio Nacional de Ensayo sobre fotografía. Además, es autor de los libros Alegorías capilares y Palimpsestos mexicanos.
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