El artista Luis Camnitzer vuelve a México después de años en el extranjero y de reunir una serie de obras insignia que muestran las preocupaciones y compromisos de este artista así como sus aportaciones al arte conceptual, escuela que pareciera ser muy compleja como para suscribir piezas que intentan transmitir un mensaje con compromiso social.
Esta muestra-recopilación de la obra del profesor Camnitzer es una reunión de 60 años de activismo artístico y social. Y es que el profesor se ha preocupado por el desarrollo de la educación, la adquisición del conocimiento y el compromiso para reflexionar sobre éste en un contexto como el que vivimos actualmente, tan preocupado por la difusión exprés de información no procesada y fuera de contexto. El profesor Camnitzer ha dedicado su vida al arte, la educación, la crítica y la escritura con obras como Antología de las playas del Este (2025), Something that Cannot Be Denied (2021), El museo es una escuela (2021), Luis Camnitzer: Short Stories (2017), entre muchas obras que son una especia de huella para rastrear el increíble trabajo del artista.
En esta ocasión charlamos con Luis Camnitzer sobre su ejercicio creativo con pretexto de su muestra en México, “Una que oculta la palabra que la nombra”, y su propia definición sobre el arte conceptual; esto fue lo que nos contó...
¿Qué es el arte conceptual?

Luis Camnitzer: En cierto modo, el quehacer artístico pasa a solucionar problemas; y para solucionar problemas tienes que formular problemas. Tienes que encontrar un problema interesante, si no, estamos repitiendo cosas. Y esto siempre sucede a un nivel que a veces exagera la parte racional en el proceso (me acuso a mí mismo de este pecado). Lo que sucedió fue que, el arte conceptual fue, de cierta manera, una “operación limpieza” del arte en la que se trató sacar de la mesa una cantidad de cosas que consideramos “ruidos”. Mi generación, en particular, en los años 60, sentía que el ego, la terapia, el “bañarse” en la emoción personal... eran cuestiones que desviaban del quehacer creativo; y un poco por envidia a como actúan los científicos, se decidió que hacía falta rigor: qué es lo que quiero hacer, cómo lo formulo, cuál es la mejor manera de hacerlo. Lo que importa en este regalo que es el arte no es el envoltorio, es el regalo mismo que estás entregando. Lo que el arte conceptual pretende es que los espectadores abran este regalo y no se queden admirando la envoltura.
¿Por qué suscribirse al arte conceptual con estas piezas que contienen compromiso social?

LC: Tradicionalmente, las obras se creaban como un diálogo entre el artista y el material; y ese diálogo producía una obra; esa obra se presentaba y pasaba lo que tenía que pasar, que nadie sabe exactamente qué es... Eran dos situaciones separadas.
En el arte conceptual se forman otros diálogos, artista-material, obra-espectador; entonces hubo un quiebre en el que se comenzó a complejizar esta situación, este circuito de comunicación. Ya no importa tanto lo que pasa entre el artista y sus materiales para hacer arte, sino todo el proceso que comienza y termina entre la obra y el espectador.
Para algunos artista las obra termina en la mente del espectador, y para otros, al llegar la obra al espectador comienza otro proceso. Aquí ya no hablamos de materiales u piezas de arte por sí mismas, aquí comienza un proceso diferente que es el del conocimiento. La función del artista, en cierto modo, pasó de una artesanía como principio de un proceso creativo a una forma de conocer más que de hacer; porque primero conoces desde el material que vas a utilizar hasta lo que quieres comunicar.
Este proceso, este cambio empezó a infiltrarse tanto en el “arte conceptual hegemónico” como en el arte conceptual latinoamericano, es decir, cómo podemos afectar la mente para liberarla desde el arte.
¿Qué reúne su exposición: “Una que cubre la palabra que la nombra”?

LC: El título de esta exposición, esta muestra, es un poco un juego donde la palabra que está siendo descrita está tapada por la obra misma. En cierto modo, es una crítica al lenguaje hablado, en el que tratamos de aprisionar todo lo que pensamos en forma de palabras. Nos olvidamos que hay cosas que no caben en las palabras y que quedan en el espacio que las palabras no pueden habitar. Y ese espacio en realidad es de lo que el arte se apodera, es un espacio no descriptible; hacemos arte porque no podemos describir ese espacio. Se trata de una lucha con los que tratan de explicar el arte (que en cierto modo es una forma de matarlo) y con el hecho de no permitir que esa zona “misteriosa” siga viviendo.

Luis Camnitzer es un artista que primero es una persona preocupada por el compromiso social, el desarrollo de la educación y la denuncia, y cuando se presenta como artista entra en él un problema de ética; porque al final, el arte siempre será un vehículo, un canal de transmisión, y Camnitzer lo ha usado siempre para emitir sus propias críticas sobre su contexto y también sobre el contexto global. Así llegamos a esta muestra, “Una que oculta la palabra que la nombra”, que reúne décadas de este trabajo sujeto a la ética de la denuncia y la educación que se presenta en Galería LABOR desde el 20 de septiembre y hasta el 15 de diciembre de 2025. Una oportunidad única para charlar con el arte conceptual y completar este circuito de comunicación del cual nos habló el artista, pues una nueva vida para la obra de arte comienza cuando el espectador la asimila y la interpreta.
Suscríbete aquí a nuestro Newsletter para que estés al día con nuestros contenidos.