Bienestar

La vejez: pérdida o evolución

Por: Daphne Ibarguengoytia 15–08–2025 • 3 minutos de lectura

En nuestra cultura la vejez se vive como una pérdida, en lugar de verla como una forma de evolución. Tal vez podamos enseñar a nuestros hijos a mirar hacia atrás con respeto, con la certeza de que la vejez no tiene por qué vivirse sola ni silenciada si no con orgullo y dignidad.

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vejez perdida o evolucion

/ Getty Images

La vejez no empieza con las arrugas y las canas, comienza con las renuncias, con la escalera que se evita, con la letra que se aleja. No llega de golpe, se va asentando poco a poco, en el cuerpo, en la rutina y en los hábitos que se instalan.

En nuestra cultura la vejez se vive como una pérdida, en lugar de verla como una forma de evolución. Envejecer, al final, no es sino cerrar círculos, soltar peso, dejar ir ciertas habilidades para hacer espacio a otras formas de sabiduría y grandeza. Pero en lugar de sentir orgullo por haber vivido tanto, muchos se sienten menos por ya no poderlo todo. La edad les quita valor, cuando en realidad, es lo que más les otorga.

Este tema me está tocando de cerca porque ahora le toca a mi generación cuidar de quienes nos cuidaron, estamos viviendo esa inversión de roles que no es nada fácil asumir ni aceptar, ni para quienes comienzan a depender ni para quienes comienzan a sostener. Pocos escapan de ese cruce, por eso, vale la pena detenerse a pensar por qué no le damos a la vejez el lugar que merece y cómo eso afecta a todos, desde los adultos mayores hasta los jóvenes que aún tienen mucho camino por recorrer.

reflexiones sobre la vejez

/ Getty Images
agosto 01, 2025 06:57 a. m. • 3 minutos de lectura

Somos una sociedad que corre hacia adelante con tal velocidad que parece que el tiempo pasado pierde valor. En Occidente, hemos construido una cultura que idolatra la juventud, la productividad, la innovación constante… y olvida que la sabiduría no siempre viene en cuerpos ágiles ni en currículums actualizados. En vez de poner a la vejez en el centro, la empujamos hacia los márgenes. Como si el paso del tiempo le restara valor a una vida, en lugar de enriquecerla.

Esta obsesión con lo nuevo ha tenido consecuencias más serias de lo que imaginamos. No solo invisibilizamos a los adultos mayores; los despojamos del lugar que por siglos ocuparon: el de autoridad, guías, referentes, consejeros. Los arrinconamos en instituciones, los “cuidamos” sin escucharlos, los cubrimos de eufemismos, como si nos diera miedo nombrar la vejez por lo que es: una etapa inevitable, compleja y profundamente valiosa.

Esto no solo afecta a quienes ya han llegado ahí. Nos afecta a todos. Porque crecer en una cultura que desprecia la vejez es también crecer con miedo a envejecer. ¿Cómo se prepara un joven para un futuro que su entorno desprecia? ¿Qué modelos tiene para envejecer con dignidad, si lo único que ve es pérdida, deterioro o abandono?

Claro que existen excepciones luminosas. Familias, comunidades, culturas enteras donde envejecer no es un estigma, sino una condecoración. En Japón, por ejemplo, el respeto no se negocia: se asume, hay una reverencia cotidiana hacia quien ha vivido más. El adulto mayor sigue siendo brújula y raíz. No porque alguien lo imponga, sino porque se ha cultivado el reconocimiento con el tiempo, como se cultiva un árbol que da sombra.

mujer joven con foto mujer en la vejez
Getty Images
julio 18, 2025 01:15 p. m. • 3 minutos de lectura

Y eso es algo que podemos elegir hacer. No desde la obligación, sino desde la gratitud. Porque todos –en algún momento– hemos recibido amor y cuidado de ese adulto mayor. Un consejo, una historia, una forma de ver la vida que no viene en los libros. Quizá lo olvidamos rápido, pero ahí estuvo. Y si lo recordamos, tal vez podamos replicarlo. Tal vez podamos enseñar a nuestros hijos a mirar hacia atrás con respeto, con la certeza de que la vejez no tiene por qué vivirse sola ni silenciada sino con orgullo y dignidad. Darle voz en nuestras decisiones, espacio en nuestras mesas, tiempo en nuestras conversaciones. A veces basta con escuchar, con preguntar, con estar sin prisa.

Y es que, si no lo hacemos como familias, como comunidades, como sociedades, ¿qué ejemplo les damos a los que vienen detrás?

Debemos darles ese lugar a quienes nos anteceden, porque para allá vamos todos y porque ahí sembramos la semilla del respeto que deseamos para nuestra propia vejez. Cambiemos esa narrativa con los jóvenes, y demostrémosles, con el ejemplo, lo que es importante y valioso.

De este tema hablamos mi amigo Beto Molina y yo en su podcast El Neandertal en evolución (@neandertalenevolucion), si te interesa el tema lo puedes escuchar en Spotify:

julio 04, 2025 07:08 a. m. • 3 minutos de lectura

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