Las emociones y los sentimientos son uno de los grandes misterios del cuerpo humano que aún se siguen investigando. Si bien podemos aprender a diferenciar cuando sentimos alegría o enojo, no está del todo claro qué pasa en nuestro cerebro (y cuerpo) que desencadena dichas emociones. Por más adorable que la película Intensamente sea, y que pueda haber cinco representaciones principales de las emociones… el cerebro es mucho más complejo.
Responder por qué sentimos lo que sentimos aún es un trabajo en desarrollo, que se ha intentado resolver desde distintas disciplinas, desde la filosofía hasta la neurociencia… y en pleno siglo XXI hay quienes están encontrando algunas respuestas que podrían completar el rompecabezas de las emociones humanas.
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La diferencia entre las emociones y los sentimientos
Antes de empezar, hay que considerar que las emociones y los sentimientos son dos cosas distintas, que si bien en el habla regular solemos usar de forma indistinta, en el laboratorio y en el ámbito científico tienen diferentes connotaciones… y quizá tenga mucho valor personal empezar a hacer esa diferencia.
El neurólogo Antonio R Damasio explica que las emociones, desde un punto de vista neurológico, son las reacciones de nuestro cuerpo a ciertos estímulos, por ejemplo el miedo provoca una reacción de ritmo cardíaco acelerado o los músculos se contraen.
Este neurocientífico explica que los sentimientos ocurren una vez nuestro cerebro registra ese tipo de reacciones… siguiendo el ejemplo, nuestra mente registra que el pulso se aceleró, la piel se pone china, entre otros… y entonces sentimos miedo o terror. En otras palabras, los sentimientos se presentan una vez somos conscientes de la emoción. No obstante, esto no quiere decir que todos los sentimientos sean resultado de un cambio físico en el cuerpo, un gran ejemplo es la empatía o la vergüenza.
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¿Para qué sirven las emociones y los sentimientos?
Alan Watkins médico, neurocientífico e inmunólogo y también autor, argumenta que:
Las emociones predicen tu salud, tu performance, tu bienestar, tu sentido de realización, determinarán tu habilidad de tomar decisiones efectivas. Las emociones guían todo eso, tú motivación y más. Si no sabes mucho y tienes control sobre ellas es un poco como una lotería…
Watkins y Damasio coinciden en que nuestras emociones determinan muchas de nuestras decisiones, las cuales son vitales para nuestra supervivencia. Damasio explica que los procesos internos que regulan las emociones preservan nuestras vidas y “dan forma a nuestros logros culturales más importantes”, pero ¿a qué se refiere con eso?
En palabras más sencillas, las emociones y los sentimientos que tenemos como individuos son los que permiten que reaccionemos y tengamos una conducta determinada, y en muchos casos que podamos tomar una decisión para nuestro beneficio.
Expertos como Damasio lo explican como al sentir sed, reaccionamos tomando agua, al haber una amenaza sentimos miedo y empieza nuestro sentido de alerta. De tal forma, podría decirse que nuestro presentimiento también forma parte de las emociones que nos ayudan a tomar una buena decisión… y quizás explica por qué se dice que nunca hay que tomar decisiones estando enojados o “con la cabeza caliente”.
Por otro lado, también hay que entender que las emociones y sentimientos se consideran también fenómenos sociales, en particular cuando aprendemos las reglas impuestas por la sociedad como de comportamiento o conducta.
En un ejemplo muy burdo: sentir ira puede llevar a que reaccionemos de formas muy violentas, que de acuerdo con la sociedad es mal visto. El control sobre nuestras emociones (del cual hablaremos más adelante) entonces se vuelven útiles –desde un plano social– para no romper leyes o normas que podrían empeorar nuestra calidad de vida.
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Las emociones en el cerebro
Ahora bien, ¿en dónde están los sentimientos y emociones en nuestro cuerpo? La respuesta corta es que en nuestro cerebro.
A lo largo de los siglos se ha intentado definir dónde residen ciertos sentimientos, por ejemplo, desde el Antiguo Egipto se propuso que provenían del corazón. Hoy sabemos que el sistema límbico está involucrado en nuestros sentimientos, pero varios científicos proponen que deben haber otras estructuras del cerebro involucradas en lo que sentimos.
La ciencia ha tomado como ejemplos los casos de personas con accidentes que afectan la estructura de su cerebro para empezar a cuestionar donde radican las emociones. Existen casos de personas que tras este tipo de heridas o accidentes pierden capacidades para sentir emociones, incluso los presentimientos, o hasta la capacidad de sentir miedo.
Por ejemplo, el doctor Antonio Damasio estudió el caso de una mujer que no podía ser condicionada a sentir el miedo, debido a una enfermedad congénita que afectó su amígdala. Además de no poder condicionarla a sentir miedo (o sentirlo), ella tampoco podía reconocer el miedo en las caras de otras personas; contrario a pacientes cuya amígdala fue afectada que aún podían decodificar las señales del miedo.
¿Qué es el sistema límbico?
El sistema límbico se conforma de diversas estructuras cerebrales y como se ha mencionado está involucrado con el control de las emociones y también de la formación de la memoria y otros aspectos básicos de nuestra conducta, personalidad y hasta el aprendizaje.
Ahora bien, hay que comprender que el sistema límbico involucra diferentes sectores del cerebro, sus partes destacadas, aunque no son las únicas son:
- Hipotálamo
- Hipocampo
- Amígdala cerebral
- Corteza prefrontal
Ahora bien, hay que pensar que el estudio de las emociones y el cerebro son ciencias relativamente nuevas. Hasta ahora la teoría más aceptada es la del sistema límbico, pero los doctores y científicos no descartan que algo más esté ocurriendo en nuestro cerebro.
Esto ha llevado a que el estudio de las emociones comprenda de realizar mapas en los que miden qué zonas de nuestro cerebro están activas con determinados sentimientos como el amor, la felicidad o la tristeza, además de la producción de hormonas que desencadenan a su vez otros mecanismos de nuestro cuerpo.
/ Zhabska T./Getty Images/iStockphoto
El mejor ejemplo es el miedo, una de las emociones más estudiadas dada su conexión con nuestros instintos más básicos.
La emoción de miedo inicia con la estimulación de la amígdala (la cual también se ha descubierto que tiene un papel importante en la memoria, es por ellos que a veces recordamos muy bien experiencias negativas o de terror) y el hipotálamo, es el segundo el que manda las señales necesarias para que se produzca adrenalina y cortisol. Cuando estas dos hormonas entran en el torrente sanguíneo es entonces cuando notamos cambios físicos, como el pulso acelerado o la sudoración.
Otras emociones como el amor han sido identificadas como reacciones de estrés, pero tiene la peculiaridad de que las hormonas producidas por la glándula pituitaria involucran nuestro sistema de recompensas (como la oxitocina, por ejemplo).
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Controlar tus emociones para cambiar tu vida
Ahora bien, los filósofos ya habían pensado que la capacidad de controlar tus emociones puede llevarte a ser más virtuoso o el bienestar. Por ejemplo, el estoicismo es una escuela filosófica popular que parte de preceptos lógicos, en el que no podemos controlar todo, pero sí podemos controlar lo que pensamos y sentimos sobre lo que ocurre.
Expertos como Watkins han hecho una carrera no sólo de comprender el universo de las emociones, sino de cómo controlarlas puede hacerte “una mejor persona” por así llamarlo. En sus propias palabras:
Si puedes controlar tus emociones, puedes cambiar tu vida completamente.
En una TedTalk, Watkins explica cómo es el camino de la madurez emocional de las personas y que la mayoría de las personas van por la vida inconscientes de sus emociones, al grado que en promedio los adultos tienen un repertorio de 10 a 12 emociones, a pesar de que han descubierto hasta 34 mil emociones.
Para aprender a controlar las emociones primero hay que empezar por entender que los sentimientos radican en uno mismo, esto quiere decir que no podemos atribuirle lo que sentimos a otro más, diciendo (o sintiendo que) tú hiciste que me enojara, ese de allá me puso triste.
No tienes por qué sentir nada que no quieras sentir. La miseria es opcional, no tienes porqué sentir eso.
Además, es de vital importancia conocer qué es lo que estamos sintiendo, ¿es tristeza, decepción, conflictuado, miserable, desesperanzado? Tener un mayor bagaje emocional sirve para entonces objetivar lo que sentimos y no dejar que nos controlen o tender hacia otras emociones que sean más benéficas o positivas para nosotros.
En pocas palabras, aunque no es exclusivo de los humanos tener emociones, sí nos destacamos por poder actuar con base en ello, además de comunicarlo y en muchas ocasiones poder crear piezas de arte, por ejemplo, con ello.
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