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Eduardo García: del campo y la deportación a convertirse en uno de los chefs más influyentes de México

Por: Paulina Gómez Mascarell 01 julio 2025 • 3 minutos de lectura

Deportado dos veces y criado trabajando en el campo, Eduardo García transformó su historia en un referente de la gastronomía mexicana. Hoy, al frente de Grupo Máximus, apuesta por cambiar el país desde la cocina.

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Foto: Brenda Islas

Desde niño trabajó en el campo de Estados Unidos, fue deportado dos veces y vivió en carne propia la dureza de la migración. Hoy, Eduardo García dirige uno de los grupos gastronómicos más importantes del país: Grupo Máximus , junto a su esposa Gabriela López. Conversamos con él en Máximo Bistrot sobre sus inicios, el impacto social de su historia y la visión de futuro que lo inspira a seguir transformando México desde la cocina.

¿Cómo fue tu experiencia migrante en Estados Unidos y qué ves distinto ahora?

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Foto: Brenda Islas

Estuve con mis papás en Ohio. Trabajábamos en la cosecha de pepinos desde las seis de la mañana hasta que se metía el sol, a veces a 40 grados. Era durísimo. Nos teníamos que vestir completamente cubiertos porque los pepinos tienen espinitas que te dejan una comezón horrible. Mi papá se paraba a las 4 a.m. para hacernos tortillas de harina. Mi mamá preparaba los guisados. Vivíamos al lado del cultivo. Así crecí. Fui deportado dos veces. Esa experiencia te cambia todo. La forma en la que ves el mundo, tu lugar en él, y el valor del trabajo.

Y mira, ahora es diferente. En mis tiempos no había la violencia que hay hoy. Ahora hay gente que huye porque no quiere entregar a sus hijas, o trabajar para el crimen organizado. Es una guerra. Antes era difícil, pero no era eso. Hoy es mucho más grave.

Yo crecí escuchando canciones norteñas que hablaban de la migra... de niño hasta las cantaba. Pero ya de grande entendí que esas canciones eran la vida real

Hablas de migración forzada, ¿Qué significa para ti ese concepto?

Mira, yo lo viví. La migración forzada es cuando ya no tienes opción. El campo mexicano está muerto. Inviertes un millón y medio y recuperas ochocientos mil. No cuadra. Terminas vendiéndole al crimen organizado o te vas. Yo soy de Guanajuato, y el último de mis tíos se fue a Estados Unidos hace dos años. Ya no hay forma de quedarse. Esa es la migración que nadie quiere hablar: la que pasa porque el sistema está roto.

¿Por qué decidiste quedarte en México y no intentar regresar?

Estoy deportado de por vida. Nunca voy a poder regresar, y con todo lo que digo en entrevistas o posteo, menos. Pero aunque pudiera, no lo haría. Amo a mi país. Me ofrecieron grabar un video para convencer a la gente de que se regresara a México, y dije que no. No voy a ser parte de ese discurso. Lo que sí quiero es construir algo aquí. Que la gente vea que hay otra forma.

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Foto: Brenda Islas
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Foto: Brenda Islas

Me ofrecieron grabar un video para convencer a la gente de que se regresara a México, y dije que no. No voy a ser parte de ese discurso

El mexicano tiene con qué. Lo estamos viendo con los cocineros, los artistas, los arquitectos... la gente que cree en su país. Nosotros en Grupo Máximus tenemos once proyectos y estamos generando empleo, creando experiencias, trabajando con causas. No es fácil, pero aquí seguimos.

¿Cómo nació Grupo Máximus?

Con Máximo Bistrot en 2011. Gaby y yo empezamos con muy poco, queríamos hacer algo distinto. No solo cocinar bien. Ahora somos como una cooperativa. Gente que ama la cocina y el servicio.

Ella es el cerebro, la estructura. Viene del Four Seasons, que es una escuela durísima, buenísima. Yo soy más pasión, ella más estrategia. Nos complementamos. Y por eso hemos podido crecer.

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Foto: Brenda Islas

Recientemente abrieron Kymaia, un hotel en Puerto Escondido. ¿Qué diferencia hay entre operar un restaurante y un hotel?

Cuéntanos de tu gran mancuerna con Gabriela López

Es diferente, pero se conecta. Nosotros nos encargamos de alimentos y bebidas. Nuestro socio Ezequiel de Casona Sforza y Pueblo del Sol, lleva la parte de estancia. Pero al final es lo mismo: hospitalidad. Hacer sentir bien a la gente. Como si estuvieran en tu casa y apapacharlos.

Grupo Máximus está conformado por once proyectos: Máximo Bistrot, Lalo!, Havre 77, Em, 686 Bar, Makan, Café de Nadie, MTZ, Café Tormenta, Panadería Gala, Ultramarinos de Mar, además del hotel Kymaia en Puerto Escondido, donde la hospitalidad y la cocina dialogan con la biodiversidad y la riqueza cultural de Oaxaca.

¿Cómo conectas tu trabajo en la cocina con las causas sociales que te importan?

Estamos trabajando con Save the Children . Queremos dar empleo a migrantes que se queden en México, pero hay que hacerlo bien. Entender sus culturas, prepararte. No es solo contratarlos, es integrarlos. Por ejemplo, en Ultramarinos empezamos a contratar haitianos, pero si no estás preparado, si no entiendes su cultura, los truenas. Así que estamos aprendiendo. También hacemos cenas para recaudar fondos, y queremos que otras fundaciones se sumen. Desde la cocina se puede hacer mucho.

¿Cómo recuerdas todo lo que te tocó vivir y cómo lo ves hoy?

Mira, yo crecí escuchando canciones norteñas que hablaban de la migra, y de niño hasta las cantaba. Pero ya de grande entendí que esas canciones eran la vida real. Allá te das cuenta de lo que es trabajar en el campo, de lo que es vivir con miedo. Y hoy es peor. Hoy hay gente que huye porque no quiere entregar a sus hijas o trabajar para el crimen. Eso antes no pasaba. Entonces sí, yo quiero que la gente vea que en México también se puede. Que si aquí hay oportunidades, la gente se queda. Por eso hacemos todo esto. Para cambiar aunque sea poquito.

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febrero 04, 2025 03:31 p. m. • 95 minutos de lectura

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